Por: Carlos Hernando Olaya Rodriguez
Ciclos de violencia en la historia de San Carlos, un pueblo devastado por la guerra
Ubicado en la subregión de embalses del Oriente de Antioquia, el municipio de San Carlos, con una extensión de setecientos dos km2, y con una altitud en la cabecera municipal de mil msnm y una temperatura promedio de 23ºC, está localizado en la confluencia de las estribaciones de la Cordillera Central y el valle del río Magdalena. Tiene tres corregimientos: Samaná, Puerto Garza y el Jordán.
El área rural está conformada por setenta y ocho veredas, agrupadas en catorce centros zonales. Limita por el norte con los municipios de San Rafael y San Roque, al oriente con Caracolí y Puerto Nare, al sur con San Luis y al occidente con Guatapé y Granada. Aquí se encuentran las centrales hidroeléctricas de Punchiná, Playas, Jaguas y Calderas.
El censo de población de 1985 registró un total de 29.156 habitantes, de los cuales 8.982 se ubicaban en la cabecera municipal y 20.174 en las veredas y corregimientos. El de 1993 dio cuenta de un descenso de población a 24.326 habitantes, de los cuales 7.567 pertenecían a la cabecera municipal y 16.759 a las veredas y corregimientos, descenso explicado por la salida de trabajadores y sus familias a raíz de la terminación de la construcción de las hidroeléctricas, al igual que por la violencia que se vivió en la localidad en ese período.
En el último censo realizado en el año 2005 la población total fue de 13.000 habitantes, ubicados, en su mayoría, en la cabecera municipal y en uno de los corregimientos (El Jordán), lo que muestra el grado de expulsión de población ocasionado por la violencia desatada entre los años 1998 y 2005, período en el que se generalizaron las masacres, asesinatos y desapariciones forzadas de habitantes del municipio, en medio del conflicto armado interno.
A partir del primer semestre de 1998, y hasta el año 2007, la comunidad de San Carlos padeció una crisis humanitaria sin precedentes. En ese período se produjo una danza de guerra aciaga, en la cual los paramilitares masacraban indiscriminadamente a los habitantes del municipio, mientras que las guerrillas atacaban los cascos urbanos de todas las localidades de la región, sostenían fuertes enfrentamientos con el ejército en las áreas rurales y mataban a los pobladores que consideraban informantes o auxiliadores de los paramilitares.
En ese momento, la arremetida paramilitar contra la población civil se desarrolló en proporción geométrica a la operatividad insurgente. Siguiendo el rastro de la violencia desatada en San Carlos a partir del año 1998, se constató que las masacres y el asesinato de pobladores inermes se generalizó, quedando los cuerpos de las víctimas en medio de los caminos, carreteras, calles y aceras de la localidad, método empleado por los paramilitares para infundir terror en las comunidades, pretendiendo bloquear, de ese modo, el posible vínculo y colaboración de los habitantes del pueblo con las guerrillas, para luego apoderarse del municipio.
En este período de violencia se produjeron en el municipio treinta y seis masacres, en las que fueron asesinadas cuatro o más personas en un mismo suceso; once asesinatos múltiples, en donde fueron asesinadas hasta tres personas en un solo día, y una serie de asesinatos individuales, lo que dio como resultado la muerte violenta de más de quinientas personas, entre las que se contaron sesenta y cinco mujeres; además de setenta y nueve personas víctimas de minas antipersonales, todos ellos crímenes cometidos con total impunidad...
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