Por: Yani Vallejo Duque/ Conciencia
Con sorpresa muchos observan lo que viene pasando en la ciudad, y solo vasta hacer un análisis somero para determinar que la situación actual es una consecuencia clara de la forma inadecuada como se ha optado por resolver los conflictos que agobian a cada uno de los barrios que componen la ciudad de Medellín.
El problema no es solo de orden público como lo quieren vender los medios masivos de comunicación o la misma Administración Municipal, es un monstruo que tiene mil cabezas y de la cual la violencia es solo una de ellas; ¿acaso el hambre no aporta claramente al conflicto? la misma desigualdad, la falta de oportunidades o el olvido estatal de antaño no hacen parte de un cúmulo de cosas sin resolver que generan un caldo de cultivo para que la única opción de los jóvenes de nuestros barrios marginados sea el atajo hacia la delincuencia?
Se nos olvida que implícitamente se acepto la famosa “Pacificación” que a sangre y fuego realizó alias Don Berna en cada esquina de la ciudad uniendo lo inimaginable, a todos los denominados combos que operaban ya desde décadas atrás. Pero dicha pacificación se logro tiro a tiro plegando a miles de jóvenes a un camuflado y sobre todo a un mismo jefe o dueño de la ciudad.
Vivíamos día a día lo que sucedía en la ilegalidad, en lo subrepticio de los barrios; mientras tanto las Administraciones Municipales de turno colocaban su granito de arena tomando decisiones totalmente erradas, que al contrario de sus buenas intenciones se convertían en directas instigadoras del conflicto. Para ilustrar un poco a lo que se alude, se hará mención de los últimos tres Gobiernos Municipales:
El Señor Luís Pérez Gutiérrez como alcalde de Medellín entre el 2001 y el 2003 en una visita a la Comuna Trece cuando asistía a una inauguración rutinaria, observo el conflicto en carne propia y como si su autoridad no existiera en dicho sector fue hostigado y obligado a retirarse de forma acelerada; la reacción airada, mas desde la emoción que desde la razón, no se hizo esperar y ordeno la toma a sangre y fuego (Curioso, como lo hizo la ilegalidad) por parte de todos los organismos de seguridad de dicha Comuna, que en este momento era controlada por milicias de las FARC, el ELN y los CAP (Comandos Armados del Pueblo). Las dos operaciones perpetradas por el estado con sus fuerzas de seguridad fueron denominadas Operación Orión y Mariscal, a ellas y como lo hace el pescador en rió revuelto se unieron como avanzada los grupos paramilitares que ya controlaban el resto de la ciudad como lo eran el Bloque Metro y El Bloque Cacique Nutibara; el resultado no pudo ser mas catastrófico y brutal: “Según testimonios de habitantes de la Comuna 13, la coordinación no sólo se dio durante los tres días que se supone duró la Operación Orión, sino que se prolongó hasta el día de hoy, permitiendo la consolidación de las estrategias de control social, político, económico y militar de las fuerzas del Estado y de las AUC. Prueba de ello son las denuncias de más de setenta víctimas de desaparición forzada, asesinatos selectivos, desplazamientos forzados y toma de viviendas, ocurridas posteriormente a la Operación Orión. La misma Fiscalía General de la Nación ha realizado la exhumación de varios cuerpos hallados en fosas comunes en la Comuna” [1]
No se escucho el clamor popular en rechazo de esta situación, no se observaron marchas en las calles reclamando castigo a estas atrocidades; por el contrario, voces de felicitación a la Alcaldía Municipal y a la fuerza pública no se hicieron esperar. El Gobierno Nacional también elogio esta toma sanguinaria y llego a la desfachatez de indicar que este era el ejemplo más claro de cómo se debía implementar la “Paz” en las zonas urbanas de todas las ciudades del país.
La ambición de controlar totalmente la ciudad no se hizo esperar y se desato una nueva guerra, ya no contra la insurgencia sino entre dos bloques de la misma organización paramilitar, dejando como saldo más jóvenes muertos y un solo capo de la ilegalidad en la ciudad de Medellín; alias “Don Berna”.
El señor Sergio Fajardo es electo alcalde de la ciudad, pero encuentra que ya hay un Dueño en la ilegalidad y según versiones del mismo Don Berna se liga un pacto entre el Poder Legal y el ilegal para gobernar a la ciudad, donde no habrá más muertos, o mejor, solo los necesarios. Efectivamente el pacto echó raíces y se dio la sensación de paz, todo era controlado por la ilegalidad en lo que respecta a los hurtos, homicidios, extorciones, microtrafico, vacunas, gota a gota; en fin, todo negocio ilícito era controlado. El Alcalde hizo de las suyas y lleno la ciudad de cemento, realizando las obras de infraestructura más monumentales de la ciudad, y se presento como el mejor alcalde del país, aquel que más invirtió en el área social; pero en la realidad de los barrios no hubo disminución en la inequidad social ni mejoría en la calidad de vida de los habitantes -El cemento poco alimenta -.
No es de sorprenderse que en algunos momentos esta realidad del poder ilegal saliera a flote y en una ocasión que Don Berna fue trasladado de la cárcel de Itagui a Bogotá sin informarle previamente, dio la orden que en protesta se paralizara el transporte público de buses y claro, este día no hubo un solo bus en las calles. ¿No era claro entonces el poder de la ilegalidad en la ciudad?, porque no se combatió en este momento con insistencia a los combos o hoy denominadas BACRIM (Bandas Criminales)? esto era parte del acuerdo con la Administración Municipal?
Por último traemos a colación el caso del señor Alonso Salazar, Avatar incondicional del alcalde anterior, que había conocido y ayudado a las negociaciones clandestinas -según Don Berna [2]- pero para su infortunio el día 13 de Mayo es extraditado por el Gobierno Nacional este capo y la ciudad entra en una interinidad por un nuevo jefe de lo ilegal que tuviera la fuerza suficiente para mantener unido los combos cada vez más escépticos al poder de los mandos medios que por un orden inexplicable de descendencia se decían los llamados a suceder el capo anterior.
La guerra toca a las puertas de la ciudad y distraídos o embelesados por la realización de los Juegos Suramericanos y por más cemento, solo se reacciona hoy cuando la bestia nos tiene entre sus garras.
La ciudad más cotizada del país por la ilegalidad, tiene ahora dos seudocapos que escalaron en el hampa y hoy reclaman su posición de manda más. Comienza entonces la confrontación armada por la repartija de la ciudad, sobre todo por los sectores marginados que mueven grandes flujos de dinero proveniente de los negocios ilegales; algunos combos se alían a alias “Sebastián” y otros a alias “Valenciano”, recibiendo de ellos ayuda económica y sobre todo armada.
El panorama hoy es devastador, cientos de jóvenes apoderados de la mayoría de las comunas con armas de largo alcance y en confrontación directa con otros jóvenes igualmente armados, tratan de demostrar cual puede llegar a realizar el daño más aterrador. Han colocado fronteras que los medios llaman ficticias, pero que al ir a las esquinas de los barrios vemos que no lo son; se pinta de rojo los postes para identificar que si se pasa de esta frontera puede llegar la muerte; hay actos de poder donde se introducen a otro barrio con armas de fuego, palos, machetes etc. para dañar a toda la comunidad provocando desplazamientos intraurbanos y así lograr apoderase del sector.
Con curiosidad vemos las confrontaciones en las favelas de Brasil, las pandillas de la MS13 y 18 apoderadas de casi todo el salvador o los cuerpos decapitados en ciudad Jurares en Méjico por el cartel de los Zetas; pero
¿POR QUÉ SE SORPRENDEN?
Es necesario solo salir a una esquina o escuchar las noticias regionales para saber que ya estamos entre estos niveles de peligrosidad y en ocasiones superados con creses.
La salida no pasa por el incremento desmesurado de la fuerza pública, que como dato curioso no está confrontando a estos combos; solo basta ver las cifras de bajas o heridos de la policía Nacional para determinar que solo esperan que terminen los enfrentamientos para recoger los cadáveres de combatientes o inocentes que para ellos da igual. La solución es de intervención estatal real con la construcción de más hospitales en los barrios, de educación primaria y secundaria integral con alimentación garantizada, transporte gratuito e implementos de dotación adecuados para el aprendizaje; proyectos de capacitación que le den herramientas a las personas para ingresar a la fuerza laboral con niveles de formación política que le enseñen sus derechos como ciudadano y sobre todo los mecanismos de defensa de estos, incentivos a las madres comunitarias reales no retóricos, oportunidades a los jóvenes para que ingresen a la universidad PUBLICA ampliando los cupos y no con subsidios monetarios para que ingresen a universidades privadas de las cuales desertan al poco tiempo precisamente por la incapacidad de continuar el pago. Lo que se propone no es utópico, es factible de realizar si en vez de gastar 2.100 millones de pesos en juegos pirotécnicos se lo invertimos a cada uno de estos ítems ò 350.000 millones de pesos en la organización de unos Juegos Suramericanos al igual que 6.200 millones derrochados en un alumbrado navideño que es un insulto para los miles de desconectados de la ciudad; solo falta voluntad política de cambio y echar a andar una nueva ciudad que le apueste a la calidad de vida de todos sus habitantes y no de unos pocos empresarios o turistas.
[1] Corporación Jurídica Libertad, Fuente: http://www.cjlibertad.org/index.php?searchword=comuna+13&searchphrase=exact&Itemid=1&option=com_search&limitstart=20
[2] Fuente: http://www.sinergiainformativa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2028:don-berna-insiste-en-apoyo-financiero-y-electoral-a-alonso-salazar&catid=18&Itemid=32
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