Por: Daniela Barrera Machado* Redunipaz Nodo Antioquia - Chocó.
A la hora de interpretar las situaciones sociales, políticas y económicas de nuestro país, muchos colombianos y colombianas nos valemos de tres mecanismos pueriles, a saber: el realismo ingenuo, el pensamiento dicotómico y el egocentrismo
Mecanismos que, de acuerdo a las teorías del desarrollo humano, son propios de niños y niñas entre los 2 y 7 años de edad.
-Mecanismos pueriles, como acciones de control: realismo ingenuo, pensamiento dicotómico y egocentrismos.
Desde el realismo ingenuo: consideramos que la realidad es tal cual la vemos o tal cual nos dicen que es, por lo que nos centramos en los aspectos perceptibles y destacados, sin que podamos contemplar la posibilidad de que exista algo más. Es decir, renunciamos a una comprensión más amplia de los fenómenos y de las realidades, con lo cual damos por cumplido el objetivo de quienes se benefician de que tengamos visiones limitadas y lo más espantoso de todo es que ni siquiera podemos percatarnos de ello.
De hecho, los medios de comunicación y la educación, instituciones en las que depositamos toda nuestra credibilidad a la hora de definir la realidad, no están libres de intereses. Así, cuando nos atiborran de información o nos introducen en contenidos que se alejan sustancialmente de nuestra realidad, no están haciendo otra cosa que alimentando nuestra visión ingenua de la misma.
Tristemente, el realismo ingenuo no se presenta solo, sino que aparece de la mano del pensamiento dicotómico.
Pensamiento dicotómico: no es otra cosa que un pensamiento simple y escueto que restringe nuestra visión de los fenómenos a unas categorías limitadas mutuamente excluyentes: buenos y malos, santistas y uribistas, izquierda y derecha…
Estos componentes, sumado a la manipulación del miedo, la inseguridad y la vulnerabilidad en pro de la construcción de una imagen del enemigo, terminan teniendo efectos devastadores, estereotipando actitudes, creencias y comportamientos que adquieren un grado de inflexibilidad y que, finalmente, alimentan las dicotomías desde las cuales leemos el mundo.
Egocentrismo: Este repertorio descrito, configura entonces un creciente egocentrismo, que hace que los sujetos y colectivos experimenten dificultades importantes para evaluar las situaciones desde el punto de vista del otro, pues ese otro aparece reducido a una categoría, generalmente devaluada; lo que termina cerrando cualquier posibilidad de encuentro, de diálogo y de enriquecimiento dialógico, pues las creencias propias no son vistas como “posturas” o como “tesis” frente a un fenómeno social, político y económico, sino como “verdades” que no pueden ser contradichas.
Ahora bien, a partir de estos mecanismos deviene un sujeto asfixiado-politizado, lleno de polución, confusión, lo que hace que no logre hacerse consciente ni de sus opiniones, acciones ni de las implicaciones políticas y sociales de las mismas, con lo que perpetúa esta configuración y mantiene un orden social que es avasallador para una gran parte de la población colombiana.
Surge entonces una grave conclusión y es que como sociedad y como sujetos, estamos infantilizados a la hora de pensarnos a nosotros mismos y a nuestros problemas cotidianos, lo que constituye un obstáculo fundamental no sólo para la comprensión, sino también para la acción adulta.
Frente al realismo ingenuo, el realismo crítico.
Caeríamos de nuevo en el realismo ingenuo si consideráramos que estas condiciones, las que están dadas, no podrían ser de otra manera.
Es momento de que, conforme a la consigna de Martín Baró, hagamos una decidida apuesta por la cosas como deberían ser o como podrían haber sido si se hubieran presentado condiciones diferentes.
Es decir, que nos tracemos el reto de pensar que los hechos no son necesariamente tal cual nos los pintas y empecemos a hacer análisis más profundos y más críticos de nuestras realidades, que se nutran del encuentro con el otro al que percibimos como diferente, que seguramente tiene otras versiones que han sido silenciadas y no escuchadas.
Es decir, necesitamos hacer análisis menos simples, más complejos, que nos lleven a visualizar las múltiples ocasiones en que nuestras categorías se superponen a la hora de comprender un fenómeno y que la contradicción, el desacuerdo y la tensión que emergen de la diferencia nos enriquecen. Cualquier posibilidad de convivencia hunde sus raíces en un reconocimiento de los otros, de la pluralidad y de una acción política desde este lugar.
Referencias.
Martín- Baró, Ignacio (1986). Hacia una psicología de la liberación. Boletín de Psicología (22) 219- 231
Barcenas, F & Melich, J (2000). La educación como acontecimiento ético: natalidad, narración y hospitalidad. PAIDOS IBÉRICA
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* Psicóloga Universidad de San Buenaventura Medellín, joven investigadora Grupo Gidpad, integrante de la Red Universitaria por la Paz (Redunipaz nodo Antioquia-Chocó)