Por andar muy ocupado, empujándole votos a sus favoritos para las elecciones parlamentarias, y defendiendo la “confianza inversionista”, el Gobernador de Antioquia no se ha percatado del enorme hueco fiscal que le producirán al Departamento los decretos de Emergencia Social.En primer lugar, y sin mucho preámbulo o justificación, el Decreto 132 despoja a los entes territoriales de los recursos del Sistema General de Participación para atención al régimen subsidiado. Tal como quedó definido, el gobierno constituirá un patrimonio autónomo mediante un administrador fiduciario, que recaudará los recursos de financiación y cofinanciación de dicho régimen, y los girará de manera directa a las EPS-S.
Ese mismo decreto estipula que los costos que se generen por administración, auditoría, apoyo técnico, y remuneración fiduciaria, se pagarán, en primera instancia, con los rendimientos financieros de esos fondos. Una pregunta que debiera estar haciendo el primer mandatario de los antioqueños, es: ¿Y en segunda instancia por quién? Si seguimos escarbando en los repudiados decretos Uribistas, encontramos que fuera de ese cuantioso zarpazo a los recursos del Departamento, que de paso implican un retroceso en la manoseada “descentralización”, hay tres aspectos poco comentados, pero no menos dañinos para las finanzas antioqueñas.
En el mismo decreto, se cambia la destinación de los recursos del Sistema General de Participación – Salud. Antes del 21 de enero, para atender a la población pobre no asegurada, las actividades no cubiertas por subsidio a la demanda y las acciones en salud pública, estos entes territoriales podían destinar el 35% de esos dineros; desde la entrada en vigencia del Decreto 132, únicamente podrían destinar el 10%. El asunto no sería grave si al tiempo que se les cercenan los recursos, se les hubieran descargado también responsabilidades, pero no es así, ninguno de los decretos les ha quitado la obligación de atender esas obligaciones legales y constitucionales; amén de que como ya lo señalamos, la plata la manejará el gobierno nacional por medio de una fiducia.
El segundo tiene que ver con la modificación del Impuesto al Consumo y al IVA para la cerveza. Antes de los mortales decretos el impuesto al consumo era del 48%, que incluía 8 puntos considerados IVA, pero cedidos a los departamentos. El IVA, teóricamente era del 11%, pero en realidad era del 3 %, pues 8 de los 11 puntos se liquidaban con el impuesto al consumo, y como ya dije, estaban cedidos a los entes territoriales denominados departamentos.
Ahora, se consolida el 48% como impuesto al consumo, cedido a los departamentos, pero del IVA, que sube al 16% el año entrante, no se cede un solo peso a los entes territoriales. Y si como afirman los expertos y la multinacional que monopoliza el mercado de cerveza en Colombia, el consumo bajará por efecto del aumento del impuesto y de la pauperización de la población, los ingresos de los departamentos también bajarán en este ítem, mientras los de la Nación aumentarán, en el peor de los casos cuatro veces. Algo similar o peor sucede con el IVA para los juegos de suerte y azar.
Y el tercero es un verdadero “mico” oculto en la maraña de disposiciones. Según lo han denunciado algunos gerentes de loterías regionales, los artículos 1, 15 y 16 del Decreto 130 que modifican la destinación y plazo de caducidad de los premios no cobrados e introducen nuevamente la “autorregulación” de los operadores del juego de chance para efectos de la liquidación del 12% que para la salud deben pagar por tan formidable negocio, le costarán muy caro a las doce loterías que aún sobreviven y a las finanzas departamentales.
Los más pesimistas estiman en trescientos mil millones de pesos la afectación para Antioquia. Los más optimistas en doscientos mil millones. Y hablando de cifras, a esta hora, ¿Cuántos votos les habrá conseguido el primer mandatario de los antioqueños a sus favoritas y favoritos? ¿En qué terminará la telenovela de la Hidroeléctrica de Ituango? ¿Cómo están las finanzas del IDEA y las ventas de la Fábrica de Licores? Preguntas que seguramente no responderá el muy despabilado mandatario; despabilado en los asuntos que corresponden a su cargo, pero no en los concernientes al actual certamen electoral. Señor Gobernador, es hora de acatar el consejo de Richie Ray: “agúzate, que te están velando”. Bueno, por lo menos están velando a Antioquia, a la que usted juró defender.