Fui designado por la mesa directiva de la Cámara de Representantes para conformar la “Comisión Accidental de seguimiento a la crisis que afronta el Sistema General de Seguridad Social en Salud” y, como lo dice la Resolución 3022 del 14 de diciembre de 2009, se apoyó en la iniciativa del Senado, según su motivación, para “estudiar alternativas que permitan superar la crisis que afronta el Sistema General de Seguridad Social en Salud en el país”.
Dos intenciones diferentes. Pareciera que el Senado, dos años después de la Ley 1122 de 2007 reconoció su fracaso o que el mismo Congreso aceptó que las iniciativas en torno a las que fue enfilado por el actual Ministro de la Protección Social fueron un engaño. Recordemos el contexto de los 14 proyectos acumulados entre los años 2004-2005 por medio de los cuales se pretendió reformar la Ley 100 de 1993, los que por la bancada de Gobierno y con la supervisión del Ministro, fueron agrupados en: reordenar y procurar disciplina en el sector; ampliar cobertura y garantizar su financiamiento y sostenibilidad; propiciar el equilibrio entre actores del Sistema en su relación contractual, y así se aprobaron. Con sobrada razón el periódico El Pulso [1] tituló “La Reforma a la Ley 100: balanceo, ajuste y pintura. Faltó la reparación”, como resultado del esperpento de la Ley 1122. ¿Querrá decir el Senado que es hora de pensar en otra Ley y con diferentes intenciones?
Entiendo que la intención de la Cámara, más que seguimiento a la crisis del modelo, es el observar, analizar y debatir los alcances de las salidas que dará el Gobierno con su declaratoria de Emergencia Social con el fin de “salvar las finanzas de la salud para lograr la universalización del seguro de la salud para todos los colombianos”, según anunció del presidente Uribe en la pasada Asamblea de Gobernadores del 19 de noviembre en la ciudad de Manizales. Y pidió una cosa clara: “Al Congreso la compañía en el propósito y a la Corte Constitucional comprensión”. El Estado de excepción o de emergencia social, apoyado en el Artículo 215 de la Constitución Nacional, reglamentado por la Ley 133 de 1994, surge ante hechos que perturban en forma grave e inminente el orden económico y social del país, y permiten al Presidente y sus Ministros dictar decretos con fuerza de ley con el supuesto de conjurar la crisis. El fatídico, nefasto y de ingrata recordación Estado de Sitio, del que abusaron distintos gobiernos hasta la década del noventa. Así, al Congreso, más que compañía, le pide aguante ante el despojo de sus funciones, y a la Corte que pase de agache. Son prácticas de calentamiento del “supremo” en tránsito a dictador.
Cierto es que el detonante de la emergencia fue el chillido de gobernadores ante las exigencias de la Sentencia T-760 en relación con el llamado “extra-Pos” o de igualar los planes de beneficios de los dos sistemas (contributivo y subsidiado) que volvieron insuficientes los recursos que pusieron en la mira a licores y cigarrillos como tabla de salvación. No obstante, también sacaron ponchera las EPS, las que, por recobros al FOSYGA, reclaman más de $500 mil millones de pesos de obligaciones no certificadas ni por el Ministerio de la Protección Social ni por la Contraloría, pese a que el Ministro sostiene que en el presente año les pagó la suma de $8.9 billones, entre ellos $1.3 billones de actividades NO POS; entre tanto, la red pública hospitalaria reclama al FOSYGA, entes territoriales y EPS $1.7 billones; temo que le hagan “conejo” a los hospitales en esta danza millonaria. También dijeron algo que no debe pasar inadvertido: "El problema es estructural y todo el sistema está afectado, tanto el régimen contributivo como el subsidiado, porque las primas de seguros calculadas son deficitarias e insuficientes para financiar todos los servicios además del POS” [2].
El debate de siempre: o se rebajan los beneficios o se aumenta la cotización. Al coro se sumaron las 23 Cajas de Compensación que reiteradamente declaran su intención de “mamarse” del negocio, en especial por los déficit que ya ha dejado a las propietarias de la “Nueva EPS” (ISS). Recordemos que a diciembre de 2008, en el Régimen Contributivo estaban registrados 17.5 millones de afiliados (42%) y en el Subsidiado 23 millones (55%) y que parte de la salomónica solución sería trasladar 8 millones de “colados” en el Subsidiado al Contributivo y subsidiar un seguro a 15 millones de pobres para que ingresaran a las arcas del Contributivo. Así, según ellos, acabarían el “embeleco del Subsidiado” y los riesgos de las finanzas de los entes territoriales y municipales. O, mejor, “un excelente negocio para los inversionistas, pero no resuelve los problemas públicos en salud” [3].
Por la vía de un pequeño golpe de Estado se pretende implementar una reforma “sin debate legislativo y, por ende, sin debate público” como acertadamente lo expresó el Decano de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia en su pronunciamiento del pasado 14 de diciembre, y que acojo en el sentido de convocar al sector político, a los organismos de control, medios de comunicación, academia y a las distintas organizaciones sociales a la promoción del debate público. Por lo menos, esta será mi postura como miembro de dicha comisión y que aspiro continuarla en la próxima legislatura.
[1]Editorial Periódico El Pulso, Edición #100 de enero de 2007, Hospital San Vicente de Paúl de Medellín (www.periodicoelpulso.com).
[2] Citado por el Periódico El Pulso, Edición #135 de diciembre de 2009, declaraciones de Juan Manuel Díaz-Granados, Presidente de Acemi, en el artículo “Gobierno declaró la Emergencia Social”.
[3] Revista Debates #41 – Grupo de Epidemiología – Universidad de Antioquia.
Por German Enrique Reyes Forero
Representante a la Cámara por el PDA