ONU: Israel comete Genocidio.

Linea Conflicto Social y Paz

La Comisión de Investigación de la ONU concluyó que Israel comete genocidio en Gaza, usando el hambre y la destrucción sistemática como armas. Mientras corporaciones y potencias lo sostienen, los pueblos alzan su voz para detener la barbarie.

 

 

Imágen tomada de © UNICEF Una mujer llora a su nieto asesinado en un bombardeo israelí a Rafah, en el sur de Gaza.

 

Por: Alfonso Insuasty Rodríguez*

El 16 de septiembre de 2025 la Comisión Internacional Independiente de Investigación de Naciones Unidas concluyó, tras casi dos años de trabajo, que Israel ha cometido genocidio contra la población palestina en la Franja de Gaza.

El informe documenta que las fuerzas israelíes perpetraron al menos cuatro de los cinco actos genocidas definidos en la Convención de 1948, incluyendo asesinatos masivos, lesiones graves, sometimiento a condiciones de vida inhumanas y la imposición de medidas para impedir la natalidad palestina

La Comisión enfatiza que no se trata de “daños colaterales”, sino de una estrategia sistemática de destrucción, caracterizada por bombardeos indiscriminados, políticas de hambruna, ataques a hospitales, escuelas, lugares de culto y a la propia infraestructura vital para la supervivencia de más de dos millones de personas en Gaza. Tal como señaló la presidenta de la Comisión, Navi Pillay, existe “intención de destruir al pueblo palestino de Gaza como grupo”.

El hambre como arma genocida

El pasado 22 de agosto, la ONU declaró oficialmente que Gaza enfrentaba una hambruna provocada deliberadamente, señalando que Israel bloqueó de manera sistemática el ingreso de alimentos, agua, medicinas y combustible, es un crimen que debe detener.

Esta política, acompañada de la destrucción intencionada de tierras agrícolas, sistemas de agua potable y plantas de energía, configura lo que los organismos internacionales califican como el uso del hambre como método de guerra y genocidio.

Niños desnutridos, hospitales colapsados y familias enteras sobreviviendo sin pan ni agua potable no son una consecuencia accidental del conflicto, sino el resultado de un plan calculado para quebrar la resistencia de un pueblo mediante el exterminio silencioso.

Israel ha acelerado la destrucción total de la infraestructura civil de Gaza, impidiendo incluso el ingreso de ayuda humanitaria, lo que confirma la naturaleza genocida de su accionar.

Detener este mal es urgente. Cada día que pasa significa la muerte evitable de miles de personas inocentes.

Complicidad de Estados y corporaciones

A pesar de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) ya ha emitido órdenes de medidas provisionales, e incluso una orden de captura contra Benjamin Netanyahu y altos mandos israelíes, los llamados “países desarrollados occidentales” continúan suministrando armas, legitimidad diplomática y respaldo financiero al régimen genocida.

Es apenas razonable que los Estados y grandes corporaciones y bancos, detengan la transferencia de recursos, armas y equipos militares a Israel, a garantizar que empresas y bancos bajo su jurisdicción no participen en la comisión del genocidio ni en su financiamiento

Sin embargo, informes del Centro Delàs de Estudios por la Paz han mostrado cómo grandes corporaciones armamentistas y entidades financieras europeas y estadounidenses han seguido facilitando créditos, suministros y tecnología militar a Israel.

Por su parte, Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para Palestina, ha señalado repetidamente que este entramado entre Estados, corporaciones y bancos constituye una “red de maldad global” que perpetúa la colonización, el despojo y la violencia estructural sobre el pueblo palestino.

La resistencia de los pueblos

En pleno siglo XXI, mientras las élites políticas y económicas de occidente, normalizan el horror, ha sido la sociedad civil global la que se ha levantado con fuerza.

Desde algunas universidades, sindicatos, comunidades religiosas, movimientos estudiantiles y organizaciones del Sur Global se multiplican las acciones de boicot, manifestación y solidaridad activa con Palestina.

El levantamiento moral de millones de ciudadanos cuestiona no solo la inhumanidad israelí, sino también la complicidad de aquellos Estados que, amparados en un doble rasero, denuncian selectivamente violaciones de derechos humanos mientras financian y arman a un Estado genocida.

Detener la barbarie, defender la vida

El genocidio en Gaza no es un hecho aislado, sino la continuidad de décadas de colonización y represión. Pero hoy existe suficiente evidencia jurídica, histórica y moral para afirmar que detener el mal, esta barbarie, es una obligación de la comunidad internacional.

No se trata únicamente de Palestina, está en juego el sentido mismo de la humanidad compartida. El silencio equivale a complicidad.

Como bien lo han recordado los pueblos del Sur Global, la dignidad no se negocia. Es tiempo de cerrar filas para detener la maldad y defender la vida, apostando por una paz justa, descolonial y con memoria.

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