En pasados días el ministro de Medio Ambiente informo a la opinión pública que se había declarado parque regional al páramo de San turban, producto, según él, de una decisión del gobierno ante una propuesta que presentó la CAR de Bucaramanga.
La declaración de una parte del Páramo de San Turban correspondiente a 11.700 hectáreas por petición que hizo la corporación Autónoma Regional para la defensa de la meseta de Bucaramanga (CDMB) es solo la parte del páramo que se ubica geográficamente en el departamento de Santander en comprensión de los municipios de California, Vetas y Suratá. Queda pendiente la parte del territorio del páramo de San turban que corresponde al departamento de norte de Santander donde hay la mayor extensión del páramo.
Es bueno advertir que la declaratoria de parque regional fue una exigencia del movimiento social ante la abierta violación de la Ley la cual protege a estos ecosistemas prohibiendo desarrollar cualquier actividad económica y muchos mas una acción tan agresiva para con la naturaleza como lo es la extracción de minerales. Según el informe de la contraloría general de la república del 2012 en el país hay un total de 2 millones de hectáreas de áreas de paramos donde se están desarrollando proyectos mineros, sean que estén en la etapa de exploración o de explotación que deben suspenderse y ser reparadas en los daños ambientales y sociales a las comunidades y municipios.
Y es que ya era insostenible para las autoridades ambientales mantenerse en una tremenda injusticia climática y aberrante violación de las leyes ambientales puesto que de los 11.700 hectáreas de paramos que son declarados parque regional, el 87 por ciento, unas 9.622 hectáreas se han cedido a las transnacionales mineras mediante la concesión de 18 títulos mineros, en tanto la pequeña minería solo ocupa un 9 por ciento.
El ministro de minas ha dicho que la declaratoria de parque regionales a todos 34 paramos existentes en Colombia es un hecho y si es así debe comenzar por suspender los contratos aprobados a las empresas multinacionales y que las infraestructuras sean levantadas de dichas áreas. Y de paso construir planes alternativos económicos y sociales para las comunidades que derivan su sustento de la actividad minera a pequeña y mediana escala. Es decir, debe haber un trato diferenciado que lleva a que se sustituya la economía de pequeña y mediana minería por otra actividad asegurando la vida de los pueblos y comunidades mineras.
Para el caso de San turban el haberse declarado parque regional debe extenderse a la totalidad de las 19 mil hectáreas que constituye el área de páramo en Santander que presento la CAR en diciembre del 2008 y abracar las 70 mil hectáreas en el Norte De Santander para un total de 89 mil hectáreas que constituye este invaluable patrimonio de la humanidad, reserva de vida para los habitantes de los departamentos de los santanderes colombianos.
La declaratoria de parque regional lejos de ser una dádiva o muestra de buena voluntad de parte de las autoridades ambientales concedida a los santandereanos, declaratoria que debe el movimiento popular luchar por hacer efectivo su cubrimiento a todos los páramos de Colombia, es una conquista de la lucha de los pobladores, del movimientos social que desató toda una acción de lucha. Las movilizaciones, las audiencias mineras, los cientos de foros, de denuncias, de acciones jurídicas, de movilizar la conciencia ciudadana en defensa del agua y la madre tierra, fue el sustento para alcanzar la reivindicación de páramo protegido libre de minería.
Las maniobras, las campañas de las transformacionales mineras que buscaron doblegar a los habitantes y el movimiento social fueron enfrentadas con vigor, energía y fuerza. A cada maniobra de las trasnacionales el movimiento social acudió a las razones de la vida, a la necesidad de que se hiciera justicia climática y que el valor de la vida se colocara por encima del capital y sus beneficios.
No hay que detener la movilización, la lucha debe acrecentarse porque ahora viene todo un proceso de estabilización del páramo y de las comunidades que están enraizadas en él, viene todo un proceso para que se protejan los bosques de robles y por ampliar el territorio del parque regional para defender la totalidad de este precioso ecosistema de la codicia de las compañías turísticas que buscaran hacer del parque un negocio rentable turístico para disfrute de los ricos.
La locomotora minera no puede seguir su paso impune por toda la geografía nacional destruyendo bosques, ríos, quebradas, la rica biodiversidad de la que gozamos los colombianos y que debemos conservar como parte del aporte que el pueblo y nuestras comunidades deben hacerle a la construcción de una sociedad en equilibrio y armonía de los seres humanos con la madre tierra, reproduciendo la vida decente y digna para todos, de la cual hace parte la vida de la naturaleza. Es seguir transitando por caminos que iluminen y una nueva civilización de futuro para todos.
Los avances logrados por el movimiento social que hizo posible con su acción decidida, que se diera un paso en la conservación de los ecosistemas estratégicos del país, se entrelaza con la conquista del pueblo de la Guajira, sus comunidades de trabajadores, indígenas, habitantes de barrios, de las comunidades de vida, que lograron echar atrás el desvío del río Rancherías para que lo explotaran las transnacionales del carbón los yacimientos que están en su lecho. Son ejemplos a seguir en todos los rincones de la patria, alzando los pobladores la bandera de la vida, las banderas de la justicia climática y que otro modelo económico es posible y urgente para Colombia.
No hay duda que las 17 millones de hectáreas reservadas para minería en el mes de junio, territorios donde existe una parte de la biodiversidad colombiana, también deben levantarse en su calidad de reserva minera y ser declarada reserva natural, quedar prohibidas actividades extractivas que destruyen estos bienes naturales fundamentales para la vida de los colombianos y el mundo. Queda mucho trecho aun por recorrer, la lucha prosigue hasta hacer realidad los derechos de la Madre tierra