Desde nuestra aproximación a la realidad del país, nos planteamos estos interrogantes: ¿será que en nuestra nación, todas las fuerzas sociales y políticas somos conscientes del actual momento histórico que vivimos? Sera que como sociedad somos capaces de encarar este momento histórico y avanzar hacia un nuevo pacto social que nos saque de la guerra, de la injusticia, de la corrupción, del hambre y miseria de millones de colombianos?
Tenemos en la actual coyuntura, los intentos por superar el conflicto armado desde la habana, en la mesa de conversaciones Gobierno FARC y la expectativa en las posibilidades de inicio de conversaciones Gobierno ELN, por otro lado atravesando el proceso anterior, está el debate electoral que se avecina, que coloca como agenda de campaña el tema de la paz. Un tercer factor en esta coyuntura y tal vez el más importante, se origina en la lucha popular, que en este segundo semestre cobra dinámica y se profundiza, desencadenando un proceso unificado de movilización y luchas de resistencia en los distintos sectores.
Tres hechos que no podemos ver aislados en una coyuntura que tiene alcances históricos, puesto que pueden convertirse en el preámbulo de la salida definitiva de la confrontación armada, a través de un nuevo pacto de sociedad y la perspectiva de una
paz duradera con justicia social o nos lleva a una nueva frustración para los colombianos profundizando la ya degradada confrontación armada.
Medio siglo de grave conflicto social y armado.
Hoy como alternativa al conflicto armado de más de 50 años y con altos niveles de degradación, se presenta en la habana un proceso de solución política en curso, una mesa de dialogo entre el Gobierno Colombiano y las FARC, con sus 9 rondas de conversaciones y un balance importante, que más que positivo, nos deja ver la complejidad del proceso, mostrándonos el camino que falta por recorrer, las dificultades en las discusiones y puntos por resolver. También ronda desde hace varios días en el ambiente, la urgencia de que se inicie un proceso por lo menos exploratorio de dialogo entre el Gobierno nacional y el ELN.
Este aspecto tiene otro ingrediente importante para la comprensión de este hecho y es el buen momento de las relaciones entre las dos fuerzas insurgentes hermanas, ratificado en la última cumbre de comandantes, reafirmando el interés y la voluntad de avanzar en la construcción de acuerdos que permitan, por un lado cerrar este capítulo de medio siglo de conflicto armado y abrir un nuevo escenario para la construcción y conquista de las transformaciones que nos encamine hacia una paz duradera con justicia social.
De importancia resaltar, la decisión de la insurgencia de empeñar todo su mejor esfuerzo para que este proceso culmine con éxito, sellar de manera digna este capítulo, aportando en la creación de las condiciones y garantías para acordar ese nuevo pacto de sociedad que encamine al país hacia una democracia real.
Sin embargo, son muchos los obstáculos que se deben sortear, los enemigos de la paz mantienen latentes sus intenciones y esfuerzos para hacer fracasar el proceso, haciendo uso de todos los medios, fundamentalmente los medios de comunicación donde se fabrica opinión pública.
Aquí caben también los interrogantes planteados por el padre Javier Giraldo a la mesa de la habana en su documento - Al oído de los que dialogan sobre la Paz- ….“¿Es realmente democrático el acceso de la población en general a los medios de información y comunicación? ¿Existe en la realidad un derecho a la información y a la verdad? ¿De qué tipo de “verdades” se alimenta la inmensa mayoría de la población colombiana? ¿Qué tipo de elementos de lectura de su propia realidad le son suministrados al pueblo raso? ¿Puede el pueblo sufriente comunicarse, en realidad, con el resto de pueblo sufriente?”
No se puede soslayar las afecciones profundas en la percepción de la realidad, que ha interferido en la memoria de los colombianos en los últimos años, distorsionadores que evitan evocar los hechos trascendentes del país y que producen olvido, generando las condiciones para implantar una matriz que enfatiza, no solo en la idea de escalar y eternizar la guerra, sino implantar la cultura mafiosa, “todo es un negocio” y “el todo vale”, tratando de hacer de este proceso el mejor negocio para la oligarquía, silenciamiento de los fusiles de la insurgencia, para que las locomotoras sigan entregando los recursos del país a las multinacionales y que se mantenga el estado de cosas tal como hoy las padecemos. Relegando las transformaciones urgentes que requiere el país, al escenario que muchos vienen llamando el posconflicto y a través de la vía política, llámese elecciones y dentro del marco de la actual “democracia”.
Una salida en falso del proceso que se adelanta en la habana y el que está por concretarse con el ELN, nos puede llevar a perpetuarnos en una guerra sin límites y degradada, o también a la reedición del conflicto con nuevos actores. No podemos seguir reanudando guerras, la sociedad colombiana ha estado presente a lo largo de su existencia en 22 guerras internas, entre guerras generales y locales después de la guerra de independencia, unido a múltiples levantamientos sociales y populares, protagonizados por indígenas, afrocolombianos, campesinos, obreros y pobladores urbanos. No se puede desestimar que el conflicto armado interno actual es heredero de la violencia bipartidista de los años 40 y 50. Un conflicto no bien resuelto, que no abordó con profundidad la realidad del mismo, que no resolvió de manera generosa y justa el problema de las víctimas y como tal generaron la reedición de la violencia armada.
Por eso, es importante entender que un gran esfuerzo lo debemos encaminar, hacia la construcción del ambiente y las garantías que permitan parar la confrontación armada y frenar su degradación, tarea en la cual juega un papel importante el conjunto de la sociedad, pero fundamentalmente de Gobierno e insurgencia. Pero no podemos equivocarnos, el esfuerzo principal es el proceso de construcción como sociedad del proyecto de país que queremos, en el que fincamos las esperanzas de paz. Porque es precisamente en un esfuerzo común de todos los colombianos a quienes nos corresponde asumir las decisiones sobre la organización económica y social que nos debemos. Es aquí donde está el reto fundamental, es aquí donde debemos romper los distractores y vencer la interferencia en la información sobre la realidad que nos permita evocar y poder reaccionar como corresponde.
De ahí la importancia de reflexionar sobre los interrogantes planteados inicialmente, si somos conscientes del momento histórico en que nos encontramos y si somos capaces de encarar este momento histórico para reconstruir el país.
La academia y los intelectuales por la transformación social
La academia, los intelectuales y su aporte crítico y de lucha por una nueva sociedad, los dirigentes políticos de izquierda, demócratas, la dirigencia del movimiento social y popular, tenemos un gran reto, aportar en la reconstrucción de la Memoria histórica, a partir del reconocimiento de la realidad presente de la vida social, desde esta perspectiva y aproximándonos a los sucesos del pasado podremos como sociedad reinventar el futuro. Recurrir también a la Memoria colectiva, que hace parte del legado de luchas de resistencia, experiencias que las comunidades organizadas pueden transferir en la construcción de su propuesta de nueva sociedad.
A propósito de este encuentro de la red de universidades por la paz cabe reflexionar en la dirección que venimos planteando, la importancia de la academia para el proceso de transformaciones que el país necesita en su tránsito hacia un nuevo proyecto de sociedad. Su voz junto a la del pueblo se debe escuchar en los espacios de decisión y deben servir para que coadyuven con el conocimiento a guiar estos procesos de transformación en cada una de las regiones del país, sus investigaciones no pueden quedarse en las bibliotecas de las universidades, su aporte debe llegar a las comunidades que vienen luchando en sus procesos emancipatorios.
Nos unimos a las jornadas de lucha y movilización que se vienen articulando a nivel nacional, estas son una muestra fehaciente de que las causas estructurales que dieron origen al conflicto
social y armado colombiano siguen vigentes y que es necesario seguir luchando por su superación. Lamentable la actitud del gobierno del presidente Santos ante el descontento social. La demagogia, la represión y la estigmatización de la protesta social, sigue siendo la respuesta. Nos ratificamos, no hay otra opción que la lucha y movilización popular, si se pretenden las transformaciones y emancipación de la sociedad.
MOVIMIENTO DE PRESOS POLITICOS POR LA PAZ
- CAMILO TORRES RESTREPO -
Agosto 14 de 2013