Aprendizajes de las Luchas Indígenas de Nuestra América

Linea Formación, Género y luchas populares

Por Revista Insurrección
El 12 de octubre se cumplieron 521 años del primer encuentro entre españoles y nativos de éste continente nuestro. Encuentro que sello el futuro de los que hoy nos llamamos latinoamericanos. Ese día encontramos cómo en las escuelas, colegios e instituciones oficiales se celebró la llegada de los europeos, “los que sacaron a este continente de la barbarie, los que abrieron el camino para que hoy seamos un pueblo civilizado”.

Todas estas celebraciones niegan una historia de discriminación, exclusión y sometimiento de muchos pueblos por uno, de varias lógicas de pensamiento por una, de diversas concepciones del mundo por una. Niegan que el proceso civilizador ha homogenizado a partir del exterminio, la guerra y la matanza, que podemos estar civilizados pero seguimos sometidos, que la lógica de sumisión que se nos arraigó con el coloniaje es aún un lastre que cargamos.

Hemos cambiado de amo y son las clases dirigentes, en cada época, quienes se obstinan en mantenernos sometidos a imperios y autoridades extranjeras. Pese a las guerras de independencia no dejamos de reproducir la lógica colonial, por un lado, de seguir queriendo que nos parezcamos  a otros países considerados superiores y por otro de seguir eliminando lo diferente y lo ancestral por ser “primitivo y bárbaro”

Junto a estas lógicas siempre ha habido resistencia y confrontación. El mestizaje nos ha dejado muchos lastres, pero también nos ha permitido ser diversos. Por ello es fundamental que como clase popular, en general, y como insurgentes, en particular, recuperemos  y aprendamos de esa historia de lucha y resistencia. Debemos aprender de aquellos pueblos originarios que resistieron a la tiranía española hasta ser exterminados; de aquellos líderes que, como Tupac Amarú y la Cacica Gaitana, se rebelaron contra el régimen colonial y prefirieron la muerte antes de ceder ante la barbarie española; de todas aquellas comunidades y líderes indígenas en Colombia que, como Quintín Lame,  lucharon y luchan hoy hasta la muerte, por recuperar su historia, su lengua y sus costumbres, en oposición a la homogenización y discriminación de la cultural de occidente, por reconstruirse como pueblo en defensa de los territorios frente a la lógica depredadora del capital.

Todos somos explotados y excluidos y en nuestro país tenemos unas realidades propias que nos deben dar las pautas sobre las luchas a emprender. En este sentido Mariategui logra identificar que el problema de la explotación, la subordinación y la dominación no se limita a un contexto de lucha de clases al estilo obrero patronal clásico europeo. Además, observa y expone que tanto el indígena y el negro- desde sus diversidades y particularidades, así como las del mestizo-, corresponden a una misma clase explotada y que su liberación se da desde un proceso que identifique y asuma en los mestizos,  negros e indígenas, una diversidad y unas particularidades que hacen de todos un complejo pero complementario grupo social, portador de una potencialidad transformadora, capaz de enfrentarse a la burguesía ya sea industrial, comercial o latifundista.

Las  nuevas condiciones sociales impuestas por la clase dominante se tornan cada vez más complejas, potenciándose cada vez al interior de las dinámicas de dominación y subordinación la dispersión, fragmentación y división de la sociedad, debilitando la cohesión y la organización social y relegando el proyecto político social de transformación y emancipación global.

Por todo lo anterior la lucha por la liberación nacional es hoy más vigente que nunca. El ELN, como organización insurgente, rescata el ejemplo indígena sabiendo que dicha liberación debe recogerse en los principios de autonomía, autodeterminación y autogobierno que reivindican y ejercen los pueblos indígenas, construirse desde la diversidad étnica, cultural y organizativa que tenemos y lograrse desde la unidad de la clase popular reconociendo las diferencias.

Es importante entender y asumir que como sectores populares correspondemos a una diversidad heterogénea que encierra múltiples particularidades y desarrollos históricos, pero que como sujetos sociales, vivimos la imposición de una realidad, histórica y estructural de subordinación, determinada por las lógicas de la dominación.

De esta manera, en la medida en que identifiquemos, consideremos, analicemos y asumamos que la conciencia social se construye desde las particularidades y diversidades en función de una organización colectiva, podremos desarrollar un proceso revolucionario dinámico y transformador, acorde y coherente con la realidad de los contextos, con la suficiente fuerza y contundencia que cree las condiciones apropiadas para la existencia social.

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