Un desastre el servicio de salud en el Totonacapan, investigan estudiantes de la UVI Juan Castro Soto. México

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Por: kgosni
El 16 de octubre, la Red Unidos por los Derechos Humanos (RUDH) tuvo el privilegio de ser invitada a conocer las investigaciones de los estudiantes de la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI), en Espinal, Ver.
Asesorados por los docentes Francisco Pancardo, Oscar Espino, Ál-varo López y Daniel Vargas, los estudiantes presentaron con alto nivel de análisis la problemática social de la región, destacando el deterioro ambiental y la salud como un foco rojo en materia de asistencia pública.

Expusieron las graves deficiencias del hospital regional en la comuni-dad de Entabladero, donde no existen medicamentos ni médicos sufi-cientes y la gente es tratada despóticamente. Más aún, los médicos ha-cen negocio ofreciendo todo aquello de lo que el hospital carece, como medicinas, servicios de laboratorio, cirugías, tratamientos diversos, etc.

La RUDH expuso que esto no es ajeno a las políticas neoliberales de todo el país, tendientes a privatizar los servicios públicos y donde la sa-lud no es la excepción. Cada vez habrá menos recursos para la salud pública, que si bien es un derecho que debemos exigir, en realidad es inútil ante el actual estado de derecho. Por lo que pidió a los estudiantes que sean menos gestores ante las instituciones de gobierno y más ges-tores de los recursos locales. “Tomemos la salud en nuestras manos y resolvamos nuestros problemas de manera autónoma. Acopiemos nues-tros saberes y plantas medicinales, nuestra medicina alternativa, nues-tros médicos tradicionales y nues-tro cariño para darnos a nosotros mismos un mejor servicio en un hospital autónomo. ¿Cuántos muertos más tenemos que espe-rar? Seamos menos observadores y más promotores de la salud.”

Para este sistema social ya to-dos nacimos enfermos, de por vi-da, sujetos a todo tipo de medica-ciones, las cuales serán pagadas mediante nuestros gobiernos o de manera particular. Porque la salud ya no es un derecho sino un nego-cio. Más aún, la abundancia de alimentos refinados ha provocado caren-cia de nutrientes y mayores enfermedades.

Se nos enseña a ser dependientes y víctimas permanentes de la en-fermedad. Se nos prohíbe automedicarnos y producir nuestras propias medicinas; se nos prohíbe conocer y ser nuestros propios médicos. En-tonces, muchos acuden al hospital hasta por un simple piquete de mos-quito, incluso a urgencias. Se nos educa a tener fobia a la enfermedad, cuando enfermarse suele ser saludable y no entendemos cómo reaccio-na nuestro cuerpo para defenderse. Se nos impone como médico de ca-becera a Lolita Ayala, quien nos dirá qué padecemos y qué medicinas comprar –de las farmacéuticas que también son de Televisa.

Además, la salud pública ha sido un medio de manipulación y control social: en cualquier momento todos a callar con un cubrebocas, median-te una dosis de miedo a la milenaria gripe, convertida en AH1N1.

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