Retos Para Avanzar En Nuestra América

Linea Formación, Género y luchas populares

Por: Luís Kunta Kinte

La reflexión ha de generar un nuevo consenso revolucionario, capaz de lanzarnos con fuerza a los desafíos de los nuevos tiempos

Según el diccionario crítico del Marxismo, la transición es “la fase particular de una sociedad que encuentra más y más dificultades a reproducir el sistema económico y social sobre el cual ella se funda y empieza a reorganizarse sobre la base de otro sistema que se trasforma en la forma general de las nuevas condiciones de existencia”.

Vivimos una generalizada crisis de civilización; en ella, el capitalismo no es capaz de solucionar de manera profunda los graves problemas de la humanidad. La transición aparece en ésta como un proceso en el cual, desde la sociedad capitalista, se forjan alternativas de resistencia a la debacle, fundamentalmente desde los pueblos a lo largo y ancho del mundo. Este cambio civilizatorio, -esto es, el proceso de transición- se propone como un proceso social de larga duración con luchas de orden cultural, político, militar, económico, tecnológico y ambiental. No es un proceso que se pueda alcanzar en un solo país, tiene un determinado alcance mundial y sólo posible en conformidad con una correlación a su favor.

Marcha hacia una nueva civilización llena de contradicciones

La transición hacia una nueva sociedad está llena de dificultades, con avances y retrocesos. En el caso de América, lo que podríamos llamar transición hacia una nueva sociedad socialista, inicia con la insurgencia de Cuba y su revolución triunfante. Ana Esther Ceceña, en una conferencia sobre la geopolítica del Buen Vivir, idea que representa el socialismo contemporáneo en el continente, nos advierte que la fundación de una nueva civilización, basada en este principio, puede demorar más del tiempo que llevo establecer la actual.

Lo anterior implica que subestimar la enorme capacidad del capitalismo para pervivir es un error propio de miradas fundadas en la ilusión y la aspiración, pero no en la realidad. Nada nos indica que podemos realizar los objetivos de una nueva sociedad socialista en un periodo corto de tiempo. Esto tampoco nos puede llevar al derrotismo vaticinando la imposibilidad de la transformación social; por el contrario, nos hace aterrizar en la dureza del combate por su construcción.

Reflexionar colectivamente los caminos andados

La elaboración de una teoría de la transición para Nuestra América, conlleva la reflexión sobre el camino transformador recorrido desde la victoria de la revolución Cubana hasta nuestros días. Emprender la tarea de racionalizar los pasos andados, diversos y nada homogéneos, contenidos en la praxis, puede aportar claves importantes para iluminar el futuro de la confrontación con el imperialismo. Las experiencias de las revoluciones bolivarianas, martianas, ciudadanas, plurinacionales, así como otras experiencias de poder popular, son el indicativo de que no partimos de cero.

Abocarnos a examinar los errores y equivocaciones en estos años de construcción de alternativas, como parte de un ejercicio amplio desde los mismos movimientos y los gobiernos de izquierda, nacidos de la lucha desarrollada, es una condición de esta reflexión y una obligación en el compromiso por continuar el proceso emprendido.

Debe hacerse un examen autocrítico continental, en diálogo con los pueblos del mundo.

En otras palabras, toda la amplia constelación del bloque social popular antiimperialista y anticapitalista, anticolonialista y antipatriarcal del continente, debe hacer un alto en el camino para examinar y dar cuenta de los logros y las limitaciones, para, de ese modo, definir las rectificaciones, reaprender y ponerse en marcha con las nuevas tareas que demanda el presente. La reflexión ha de generar un nuevo consenso revolucionario, capaz de lanzarnos con fuerza a los desafíos de los nuevos tiempos.

La lucha está abierta

No hay una sociedad donde sea estable la hegemonía de la derecha o de la izquierda.

Las realidades están abiertas a la confrontación social. El curso de la lucha actual es el que clarificará el desenlace de lo emprendido: o hacia el predominio de una situación de restauración conservadora y predominio del capitalismo, o hacia la profundización de los cambios antineoliberales que avancen en una perspectiva de nueva sociedad.

Como parte del avance socialista, la resistencia ante los embates de la derecha no se ha hecho esperar. En Argentina, desde la instalación del gobierno derechista de Macri, se han realizado decenas de movilizaciones que toman las calles y plazas, en respuesta a las medidas neoliberales adoptadas. En Venezuela, por su parte, desde la toma de juramento de la nueva Asamblea Nacional de mayoría de derecha, que amenaza, mediante la promulgación de varias leyes, arrebatar los derechos logrados con la revolución bolivariana, también se han suscitado levantamientos. Las movilizaciones en el Brasil ante los ataques de la derecha, son igualmente una manifestación de esta tendencia favorable.

La posible agenda del debate

La urgencia de una política comunicacional, capaz de enfrentar la forma imperialista, está cada vez más expresa en la izquierda. En la batalla ideológica, el pueblo debe reafirmar el proyecto social de cambio, generando corrientes de opinión, de alcance global, a su favor. De lo contrario, la manipulación de la información por la derecha, continuará inclinándose en detrimento de los procesos transicionales.

Una democracia llena de pueblo es indispensable. En Nuestra América se ha reorganizando la resistencia en los países de gobiernos neoliberales; No cabe duda, de igual modo, que con los gobiernos de izquierda se ha facilitando el sentido político organizativo del pueblo, originando nuevas situaciones político organizativas. Sin embargo, es necesario examinar los alcances de la democracia participativa y analizar el curso del protagonismo y empoderamiento popular. Democracia de la calle, democracia plebeya, poder popular, es un campo a profundizar en estos procesos. La relación estado-gobierno-movimientos sociales es un asunto cardinal y crucial de este debate.

Aumentar la participación juvenil, del sujeto femenino, la diversidad de género y las capas medias, significa actualizar una compresión de nuestras formaciones sociales, diseñando una política eficaz de atracción y activación de estos sujetos.

Desde los gobiernos de izquierda se ha proporcionado empleo, asegurado lo básico de la canasta familiar, garantizado el acceso a la salud y respetado los derechos humanos esenciales. No obstante, estas políticas no se han estimulado como procesos colectivos, que impliquen educación y sentido organizativo de las masas como soportes de poder. Igualmente, la dimensión de la formación de cuadros y liderazgos está ausente o es insuficiente; la reelección presidencial se presenta como una manifestación de esta carencia.

Estos y otros temas como la unidad continental de los pueblos, el ideario bolivariano, el impulso a una economía continental fundada en el Buen Vivir y la superación de una economía primarizada, deben ser asuntos de mayor acuerdo en el seno del movimiento popular que hoy impulsa las transiciones.

Esto constituye otras de las deudas del momento para marchar hacia adelante.

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