Círculos Solidarios, una metodología de Economía Alternativa en Medellín

Linea Formación, Género y luchas populares

Por: Alfonso Insuasty Rodriguez, Janeth Restrepo Marin, Juan Manuel Palacios Luna*

El presente texto da cuenta de una experiencia de economía solidaria denominada círculos solidarios, que desde el año 2003 viene siendo desarrollada en la ciudad de Medellín, Colombia, por la Corporación Fomentamos.

Esta experiencia fue pensada por un grupo de organizaciones sociales y cooperativas como estrategia para dar respuesta a la extrema pobreza e inequidad social que caracterizan a la ciudad, la cual desde fines de la década del noventa del siglo XX, ha sido planeada en pos de su articulación a las políticas del mercado global.  

Considerando los impactos  que ha tenido  la  propuesta en  el bienestar  de sus integrantes, este trabajo plantea como reflexión la posibilidad de que círculos solidarios se constituya en un modelo de economía solidaria a nivel de ciudad, en tanto aporta un modelo asociativo que ofrece herramientas importantes para la reconstrucción del tejido social y el mejoramiento de las condiciones de vida. 

Introducción 

El  Informe  de  la  Naciones  Unidas  (2012)  sobre  Inequidad  Urbana,  señaló  a Colombia como el primer país en desigualdad urbana de toda América Latina, siendo el país que más aumentó en desigualdad en el período que va de 1990 a 2010. Y si bien para esta fecha se reconocen avances en cuanto al crecimiento económico, se afirma que la desigualdad sigue aumentado. De allí que desde la ONU recomiende a los líderes mundiales seguir potencializando la innovación y transformación urbana pero pensadas desde la inclusión. (ONU Habitat, 2012)   

Para el año 2014, organismos como el Programa de las Naciones Unidas (PNUD) y  la  CEPAL,  lanzaron  un  alerta  sobre  la  preocupante  situación  que  enfrenta América Latina ante el estancamiento de la reducción de la pobreza, poniendo en debate la  relación entre  crecimiento económico  y disminución  de la  pobreza. Siguiendo el último informe del Panorama Social de la CEPAL, Jessica Faieta del PNUD, por ejemplo, identifica que “tres millones de latinoamericanos volvieron a caer en la pobreza entre 2012 y 2014” (Faieta, 2015, para, 1).

Teniendo presente las diversas crisis (económicas, por desastres naturales, situaciones de violencia armada, etc.) que enfrenta el mundo actualmente, la experta concluye que  (…) no basta con más crecimiento económico para construir “resiliencia”—o la capacidad de absorber choques externos, sean financieros o desastres naturales, sin que haya grandes pérdidas sociales y económicas.

Hace falta invertir en las capacidades y activos de los pobres y vulnerables—tareas que toman años, y en muchos casos, toda una generación. (Faieta, 2015, para, 1)  Conclusión a la que llega apoyada en la metodología aplicada por la CEPAL para analizar la pobreza desde la combinación de dos enfoques: por ingresos y desde una  perspectiva  multidimensional. 

De  acuerdo  con  la  CEPAL  (2014),  “la aplicación de estos dos enfoques a los datos sobre los países de la región permite reforzar la idea de que, más allá de los avances logrados en la última década, la pobreza  persiste como  un  fenómeno  estructural  que  caracteriza  a la  sociedad latinoamericana”. (CEPAL, 2014, p, 11)   Como parte de América Latina, Medellín no se aleja de la realidad antes descrita. Por  un  lado  se  presenta  como  la  ciudad  más  competitiva  de  Colombia  y  en vanguardia de la innovación, pero por el otro sigue siendo una de las ciudades más inequitativas del mundo. Y si bien es cierto que la ciudad ha logrado en la última década avances significativos en materia de infraestructura, la pobreza, exclusión e inequidad siguen siendo estructurales a los diversos problemas sociales y de violencia.

Analizando el binomio pobreza/violencia, organismos como la CEPAL siguen  viendo  con  preocupación  cómo  los  entornos  de  violencia  y  pobreza continúan  siendo  alicientes  para  que  los  menores  de  edad  ingresen  a organizaciones criminales.

En su informe sobre el Panorama Social de América Latina (2014) la CEPAL llama la atención sobre el hecho de que en países en los que  se  presentaron  avances  a  nivel  del  desarrollo,  los  índices  de  violencia aumentaron, siendo  la constante el  aumento  de  contextos  de  inseguridad  que afectan principalmente a los más jóvenes. Aspecto que sin duda es una de las grandes problemáticas que enfrenta la ciudad y el mismo país a puertas de la firma de  la  negociación  de  paz  con  la  guerrilla  de  las  FARC  (Fuerzas  Armadas Revolucionarias  de  Colombia)  y  posibles  diálogos  con  el  ELN  (Ejército  de Liberación Nacional), que darían fin al conflicto armado prologado que por más de  cincuenta  años  ha  sufrido  Colombia,  ubicando  al  país  en  lo  que  se  ha denominado un escenario de posconflicto.  Desde lo local, la Personería de Medellín en su informe sobre la situación de derechos  humanos  en  el  año  2013,  resalta  la  necesidad  de  “construcción  de políticas públicas encaminadas a la reducción de las condiciones de pobreza e inequidad en que viven gran número de habitantes de Medellín”. (Personería de Medellín, 2013, págs. 108-109) 

Ante este panorama, no es gratuito ni azaroso que desde organizaciones de la sociedad  civil,  defensoras  de  derechos  humanos  y  cooperativas  de  trabajo asociado, se hayan planteado a inicios del presente siglo, la necesidad de crear una alianza con el objetivo de proyectar una estrategia antisistémica que fortaleciera en la ciudad de Medellín iniciativas de incidencia política desde un enfoque de la economía  solidaria. 

Fue  así  como  en  el  año  2003  se  creó  la  Corporación Fomentamos, la cual tendría a su cargo la operatividad de la estrategia pensada: las finanzas solidarias.  En la práctica, esta estrategia tomó la forma de un programa integral que recibió el nombre de círculos solidarios concebido como una alternativa de crédito para personas  con  pequeños  negocios  que  viven  el  día  a  día  de  la  sobrevivencia, perteneciente a grupos poblacionales excluidos del sistema financiero tradicional que no tenían más opción para el crédito que los “pagadiarios” (Nombre por el cual se conoce a prestamistas asociados por lo general al crimen organizado de la ciudad, que prestan a intereses del 20%, sin importarles si la persona tiene o no capacidad de pago ya que no cancelar el préstamo puede implicar poner en riesgo la vida de la persona que lo realizó e incluso de su familia).

A largo plazo, este programa fue visualizado como un modelo de economía solidaria que fortalecería la construcción de sujetos políticos y el tejido social.   El interés por la experiencia de la Corporación Fomentamos y su programa de economía solidaria, partió de los resultados de una investigación realizada por el grupo de investigación GIPAD de la Universidad San Buenaventura Medellín (2012),  sobre  la  caracterización  de  la  oferta  institucional  en  programas  de emprendimiento  en  Medellín,  la  cual  tuvo  como  principal  hallazgo  que  las propuestas que venían desde la institucionalidad y la empresa privada no lograban el impacto esperado en cuanto a mejorar las condiciones de vida de las personas. Siendo  calificado  el  programa  de  círculos  solidarios  como  la  propuesta  que aportaba mayor impacto a sus integrantes y sus familias.

La tabla que sigue a continuación ofrece un resumen de los principales resultados de la investigación  antes citada y que han sido el punto de partida de la presente investigación, la cual se basada en la sistematización de la experiencia de círculos solidarios. 

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* Alfonso Insuasty Rodriguez  Universidad de San Buenaventura  Colombia, grupo Autónomo www.kavilando.org, alfonso.insuasty@usbmed.edu.co  

Janeth Restrepo Marin Corporación Universitaria Remington  Colombia janeresma@yahoo.es 

Juan Manuel Palacios Luna Tecnológico de Antioquia Colombia  jpalacios@tdea.edu.co

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