“Solidaridad Altos de Menga”, el grupo de vecinos y vecinas que se unió para enfrentar el hambre y el coronavirus

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Por: Yesid Idrobo - Observatorio de Realidades Sociales

La organización comunitaria ha permitido que a cada rincón del barrio Altos de Menga en Cali llegue la solidaridad y recorra los espacios vacíos que ha dejado la institucionalidad en los tiempos de crisis.

 

 

Lo que nació en los primeros días de la cuarentena como la idea de dos personas, se convirtió rápidamente en una red de vecinos y vecinas para apoyar a personas y familias que durante la pandemia pasan por un mal momento.

La iniciativa bautizada como “Solidaridad Altos de Menga”, ha caminado cientos de gradas, se ha desplazado calle arriba y calle abajo serpenteando callejones con alimentos cargados al hombro, cuenta Lonis Murillo, lideresa del barrio, quien destaca que “Somos un grupo que se llama Solidaridad Menga porque realmente todas y todos trabajamos con el alma en esto”.

«la crisis de salud que llevará a finales de 2020 probablemente a la muerte a 265 millones de personas según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU».

El coronavirus que afecta a la humanidad ha dejado al desnudo las desiguales sociales y ha mostrado sin maquillaje los grandes problemas en el mundo, sobre todo el hambre que padecen 820 millones de personas, cifra además acentuada por la crisis de salud que llevará a finales de 2020 probablemente a la muerte a 265 millones de personas según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

En medio de la oscuridad que dejan las difíciles realidades que vive hoy el mundo, hay miles de luces de esperanza, como la que se ha puesto en marcha en el barrio Altos de Menga, que han salido a iluminar para mostrar que el trabajo en comunidad, los sueños colectivos y la fuerza que da estar organizados para afrontar las crisis son la respuesta más efectiva a los tiempo difíciles.

Es de tal importancia el trabajo adelantado por expresiones organizativas en el mundo que recientemente el Papa Francisco en su Exhorto reconoció que, si la lucha contra el coronavirus fuera una guerra, los movimientos sociales serían «Un ejército sin más arma que la solidaridad, la esperanza y el sentido de la comunidad que reverdece en estos días en los que nadie se salva solo».

«toda una vida esta comunidad ha estado alrededor de la minga, de la construcción comunitaria, del estar pendiente de las necesidades del otro».

Desde lo alto de la ciudad emerge ese barrio incrustado sobre las montañas que rodean a Cali como si se tratara de un abrazo. Altos de Menga es un barrio de asentamiento al norte de la ciudad que se viene construyendo desde hace 50 años con el poder que dan las manos juntas. Las casas, las vías, los andenes, son la materialización del trabajo en comunidad que, ante los olvidos del Estado, toman por su propia cuenta, a su imagen y semejanza, las riendas de su futuro porque como expresa Lonis, del otro lado del teléfono, “toda una vida esta comunidad ha estado alrededor de la minga, de la construcción comunitaria, del estar pendiente de las necesidades del otro”.

Un acumulado de medio siglo de apuestas colectivas ha tomado nuevas fuerzas por estos días e impulsados por el espíritu de la solidaridad pasan cuadra a cuadra repartiendo mercados al tiempo que van recogiendo de a libra en libra de arroz, de granito en granito, esos alimentos que alivien un poco el hambre que por estos días pasan cientos de familias.

Una de las tareas fundamentales en el trabajo que vienen realizando, es sensibilizar a la comunidad alrededor de que “yo también puedo aportar de lo que tengo”, dice Lonis, proponiendo que en medio de las condiciones de pobreza que existe en su comunidad siempre hay algo para dar y por eso considera “importante hacer el llamado a la misma comunidad, a quienes están en una condición mejor”.

La iniciativa desplegada en un principio para gestionar mercados y ayudar a familias vulnerables ha trascendido y hoy se ha ido entendiendo que “organizar las ayudas no es solamente dar la comida, hay un ser humano que tiene otras necesidades. La familias no solo tienen la necesidad alimentaria sino también de salud, psicológica”, explica Lonis como parte de esos aprendizajes que han ido ganando en medio de la práctica.

Un Estado que no llega

A veces pareciera que a la institucionalidad le costara trabajo subir la loma y garantizar los derechos de la comunidad. En los días que van pasando la cuarentena se puede ver con mayor claridad lo que para la gente ha sido una constante a lo largo de 50 años; una periferia en el olvido.

El empoderamiento, la capacidad creativa de las diversas formas de organización y “la misma necesidad nos ha hecho pensar en alternativas de solución para nuestros problemas”, dice Lonis y asegura que “por más buenas intenciones que tenga el gobierno no va a poder abarcar todas las necesidades y más en los sectores empobrecidos. Esas son nuestras realidades. Si nos quedamos pensando si el gobierno viene o no viene nos va a dar como más dolor de cabeza”.

Del otro lado del teléfono, suspendiendo por un momento el trajín y el ritmo acelerado que por estos días tiene ese grupo de 13 mujeres y hombres que hacen posible ser la “Solidaridad Menga”, Lonis dice que “lo único que puede salvarnos es la solidaridad”, solidaridad que es posible cuando comunidades se empoderan y se organizan para hacerle frente a las dificultades.

tomado de: https://observatoriorealidades.arquidiocesiscali.org/solidaridad-menga-el-grupo-de-vecinos-y-vecinas-que-se-unio-para-enfrentar-el-hambre-y-el-coronavirus/ 

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