Por: José Fernando Valencia Grajales. Kavilando
Los del No, no pueden representar los 42 316 260 que no votaron o votaron sí
En Colombia después del 2 de octubre de 2016, y luego de una campaña meteórica que solo duro un 1 mes, para votar un acuerdo que se ha construido en más de 4 años, no es difícil imaginar el catastrófico resultado, especialmente porque un asunto que se enmarca en un acuerdo de paz es atacado aun antes de ser preguntado por el parte del ministerio público, es decir por la procuraduría general aquella que tiene la facultad de sancionar a los funcionarios públicos por hacer política.
A ello se suma que el plebiscito no se entendía como un asunto de elección de partidos políticos o de tendencias ideológicas o de elección de magistrados o dignatarios, sino como un asunto de aprobación o desaprobación de un acuerdo, que nos interesaba a todos los ciudadanos. Lo que en sí mismo genera cierta preocupación, porque no se sabe cuál es la razón de que existieran campañas por el sí o por el no, ya que era un asunto de leer o no los acuerdos o incluso de no leerlos pero entendiendo solo la pregunta de si apoyas o no?
Es decir, por ser una pregunta que tiene que ver con el futuro de mi país, no puede esta respuesta, estar en manos de otro, que me lo explique u otro que me informe o me ilustre o me diga que entendió el, sino que solo puede estar en mis manos, y con forme a lo que yo entendí, y no lo que el otro entendió.
Sin embargo, como suponemos que el otro es ignorante y que no entiende, lo menospreciamos, y le decimos como tiene que pensar. Pero, no contentos con ello, los partidos políticos, las iglesias, los del Opus Dei, los miembros del ministerio público promueven el odio, lo imperdonable, el negar el futuro a nuestras próximas generaciones, y para ello le inoculan sus formas de pensar impuestas y autoimpuestas a los fanáticos que replican comportamientos inimaginables con el fin de lograr objetivos que arrasan y pisan el pensamiento autónomo y propio de cada Colombiano, y no es que los de las campañas del Sí lo hayan hecho mejor, porque estos tampoco explicaron los acuerdos porque ellos tampoco los conocían o entendían y terminaron por decirle al otro que pensar, sin permitir que el otro libremente pensara que hacer.
Ahora bien, los resultados del plebiscito no responden, ni le pertenecen a un grupo político, iglesias, asociaciones, corporaciones, grupos de víctimas o cualquier otra ONG, por el contrario es una respuesta del pueblo que puede obedecer a las mentiras o no, pero que finalmente solo responde a una pregunta y no a una propuesta, porque las campañas del sí y el no estaban realizando propuestas, se estaban negando o aprobando, pero no proponiendo, porque el plebiscito no se fundó en una propuesta, sino es una aprobación o no. Porque incluso, no permitía una respuesta diferente. Razón por la cual este mecanismo aparentemente democrático no se fundaba en propuestas.
Es decir, que los partidos, iglesias, y campañas por el no, no pueden exigir el cambio de los acuerdos porque eso no es lo que se votó, ósea, no se votó para que se realizaran cambios, sino si se apoyaba o no. Así como tampoco pueden reclamar una victoria, porque esto no era un asunto de carácter político, sino social, que implica pensar y repensar el país, y no el de votar por un partido que me representara o que se creyera representarme.
Esa forma de pensar elimina al otro, porque los partidos, iglesias y campañas han olvidado que lo que realmente paso es que los colombianos no querían participar con una respuesta, que no querían escuchar las mentiras o las verdades, que no querían que nadie los representara, que no quieren que les digan que hacer, o que no quieren que se les manipule en favor o en contra de unos políticos pendencieros, y que solo están en búsqueda de sus propios intereses y que en nada identifican a quienes no votaron.
Dentro de una Población que está compuesta de 48. 747. 632 personas y con un censo electoral de 34 899 945 y en donde las personas que votaron fueron 13 066 047 lo que supone un total del 37.43% del censo electoral y en donde solo fueron validos 12 808 858 y de estos votaron por el Si 49.78% es decir 6 377 464, mientras por el No votaron 6 431 372 ósea un 50.21% y con votos nulos 257 189, y donde finalmente quienes ganaron lo hicieron por el 53.908 votos.
De lo anterior se evidencia que quienes consideran que no apoyaran el acuerdo son 6 431 372, pero estos no son la mayoría de la población, solo son la mayoría de quienes votaron, y por tanto no se pueden entender como representantes de alguien diferente de quienes no apoyan el acuerdo, pero ellos no representan los 42 316 260 mil persona que o votaron por el sí o que no votaron.
Es decir, los del NO se han abrogado un derecho político que el pueblo colombiano no les han concedido y por tanto imaginar que estos están representando a una población que no se pronunció en favor o en contra es abrogarse un derecho que no les es propio.
Notas,
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