La manipulación del miedo, la inseguridad y la desconfianza, como arma política

Linea Formación, Género y luchas populares

Por: Daniela Barrera Machado* Redunipaz Nodo Antioquia - Chocó.

El poder y el control político se erigen y se legitiman manipulando el miedo y la angustia que devienen de la incertidumbre, de la inseguridad y de la vulnerabilidad

El poder y el control político se erigen y se legitiman manipulando el miedo y la angustia que devienen de la incertidumbre, de la inseguridad y de la vulnerabilidad que experimentamos los sujetos de la modernidad, llamados al individualismo y a la competencia por las dinámicas del mercado. 

El actual mundo social cambiante, competitivo y desigual que se ha ido configurando en la mayor parte del planeta consecuencia del capitalismo y al consumismo de la mano del neoliberalismo y la corrupción política, construye “individuos” presos de un confuso ideal de libertad, ahogados en una profunda inseguridad y vulnerabilidad existencial; individuos que se crían en el seno del desarraigo de los vínculos, relaciones e instituciones que anteriormente regulaban la vida y la dotaban de sentido. De hecho, no es gratuito que la depresión, la ansiedad y el suicidio, constituyan para la época, algunas de las principales problemáticas de salud mental de la población.

Los seres humanos, en tanto sujetos en relación, experimentamos necesidades básicas más allá de las fisiológicas, lo que nos movilizan a tomar decisiones y emprender acciones en nombre de su satisfacción.  

Dichas necesidades y las formas en que las resolvemos no son fenómenos meramente individuales, sino que constituyen hechos sociales con un fuerte trasfondo político.  

En este orden de ideas, por ejemplo, alcanzar la confianza  de vivir en un mundo seguro que no nos enfrente a nuestra vulnerabilidad  y que nos provea la certeza de poder predecir los acontecimientos próximos, se traduce en una urgente necesidad de fácil manipulación.

Este panorama aparece como tierra fértil para los que detentan el poder.

Quienes hoy ostentan el poder político y económico, a diferencia de la mayor parte de los integrantes de la sociedad, conocen muy bien las necesidades de confianza, seguridad y certidumbre que experimentamos los seres humanos, por ende se han dado en la tarea de manipular el miedo de cara a conseguir sus objetivos.

Es así que, estos detentadores de poder, han tomado entonces las inseguridades y los miedos de los “individuos” y a través de mecanismos mediáticos y procesos de ideologización, los desplazan a un “Otro” que deviene como “enemigo”, como “extraño” y “diferente”, como un No-Yo.

Las amenazas difusas, se convierten a través de este proceso, en amenazas reales personificadas en una figura, la del villano, malvado, terrorista, degenerado, ladrón, etc., etc.

Paralelo a ello, se crea también la imagen del héroe, cuyas acciones orientadas a destruir  y exterminar al “Otro” se legitiman.

Paso seguido, se promueve el odio hacia el enemigo, mientras en paralelo y como consecuencia, se enaltecen y se apoyan las acciones del héroe.

A nombre de la seguridad, la confianza y la certeza, sociedades enteras terminan  respaldando al supuesto “héroe”, aun cuando sus acciones  dañen a una parte significativa de la población así como ocurre en Colombia.

Pero, el resultado que consigue esta manipulación de nuestros miedos e inseguridades no es sino más inseguridad, incertidumbre y desconfianza, pues sus raíces permanecen intactas o se fortalecen cada vez más en la medida en que nos vamos haciendo más individualistas y competitivos entre nosotros mismos.

Recuperar la conexión y los vínculos.

En la actualidad, la mayoría de “individuos” carece de la mínima consciencia de su propia vida porque están obnubilados por las ideas de “progreso” y atiborrados por las imágenes y el espectáculo; razón por la cual no logran comprender la verdadera raíz sobre la que se edifican sus inseguridades y miedos, que parecieran generalizados.

Por ello es urgente hoy, avanzar hacia la toma de conciencia, el doloroso “darnos cuenta” de que andamos desconectados del entramado de relaciones sociales, comunitarias, de nuestra historia… de todo lo que nos da identidad, confianza, proyección de futuro, de aquello que nos hace ser humanos, sujetos históricos, ubicados.

Urge “darnos cuenta” que mientras nosotros nos entretenemos en nuestra visión parcial y desinformada de la realidad, en la lucha entre “villanos y héroes” que subordina nuestros afectos y obstruye nuestra capacidad crítica, quienes están en el poder (económico-político) hacen y deshacen sin que nos demos cuenta.

Es claro que, si lográramos recobrar la fuerza que proviene de los vínculos interpersonales y comunitarios, de la intimidad, de la solidaridad y de la cooperación,  encontraríamos otra manera de satisfacer nuestras necesidades básicas de confianza, de seguridad y de certeza, nos haríamos menos vulnerables y dejaríamos de tragar entero los cuentos de ficción con los que manipulan nuestra subjetividad social. Hemos de despertar del encanto.

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Referencia:

Bauman, Z. (2011). Daños Colaterales: Desigualdades sociales en la era global. México: Fondo de Cultura Económica.

* Psicóloga Universidad de San Buenaventura Medellín, integrante de la Red Universitaria por la Paz (Redunipaz nodo Antioquia-Chocó)

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