Primera cumbre de participación ciudadana, ¡Sin participación!!!

Linea Conflicto Social y Paz

Por: Kavilando

La participación no se restringe a aplicar un instrumento, a un diagnóstico o a una metodología sino que, alude a todo un proceso que lleva a dar la palabra a quienes no han tenido  voz, potenciar sus procesos de toma de decisiones.

 

 

Primera Cumbre de Participación Ciudadana 2016

Los pasados 8 y 9 de noviembre de 2016, la Gobernación de Antioquia, con el apoyo de la Alcaldía de Medellín, el Ministerio del Interior y la Dirección para la Democracia, la Participación Ciudadana y la Acción Común; llevaron a cabo la Primera Cumbre de Participación social y comunitaria.

Este espacio pretendía generar un encuentro de reflexión tripartita (estado- sociedad- academia), de cara a efectuar un diagnóstico de los avances y logros alcanzados mediante la participación ciudadana en los últimos 25 años; además de reconocer los retos y perspectivas en esta materia.

Ahora bien, el evento suscita una serie de reflexiones que resulta fundamental señalar con el propósito de dotar de mayor sentido y realidad el discurso construido alrededor de la participación social y comunitaria.

Si bien se destaca y se valora que este tema vaya adquiriendo un lugar dentro de la agenda gubernamental, a través de la Ley Estatutaria de Participación (Ley 1757 de 2015) y la subyacente movilidad institucional en función de ella, el evento demuestra que aún existen profundas incoherencias entre el discurso y la acción frente a la participación social y comunitaria.

Como bien lo señaló Pedro Puntual en el marco del evento, la participación no se restringe a aplicar un instrumento, a un diagnóstico o a una metodología sino que, alude a todo un proceso que lleva a dar la palabra a quienes no han tenidovoz, potenciar sus procesos de toma de decisiones y afianzar la ciudadanía.

Con estos insumos, si revisamos críticamente el evento nos encontramos con que no fue más que una actividad puntual, no un proceso que diera cuenta de eso que predica: la Participación. Ésto último, no existió.

Si bien, quienes asistieran al evento lo hicieron en representación de diferentes sectores, no se generaron condiciones previas para que dichos representantes al menos, sostuvieran discusiones colectivas preparatorias con otros sujetos u organizaciones dentro de su sector, por tanto, el diagnóstico se alimentó de posturas individuales, más que de construcciones colectivas y/o de procesos.

De allí que esta actividad, que implicó una gran inversión de dinero, tiempo, etc., no fue lo que debía ser, pareciera que se hizo más, para obtener un indicador, cumplir con una meta institucional, pero le faltó lo esencial, la participación.

Este evento puntual, pasa sin pena ni gloria.

Estos escenarios, que permiten incluso, dar un indicador que dé cuenta del “supuesto” cumplimiento de la ley, tal como se planteó, no fortalece un proceso organizativo y de articulación entre la sociedad civil, aspectos fundamentales dentro de la participación.

Por otro lado, ya en el marco de la cumbre, los escenarios de discusión y construcción colectiva estuvieron limitados por el tiempo y por la inducción que algunos moderadores realizaron en el interior de las mesas de trabajo que se establecieron a nivel sectorial y regional.

 Retóricas de falso consenso como la siguiente:

“partamos de un hecho, no podemos decir que no hay participación ciudadana”, indujeron las conversaciones en el interior de las mesas e impidieron la expresión de la diversidad de perspectivas en el tema, lo que impide dar voz a los que no han tenido voz, es decir, a aquellos que tal vez se han enfrentado a la imposibilidad de participar de manera efectiva y real.

Cabe entonces preguntarse, ¿hasta qué punto este evento brindó herramientas para que la ciudadanía tome decisiones, o simplemente avale decisiones que tomará la institucionalidad?

No podemos perder de vista que la toma de decisiones efectiva es fundamental al hablar de participación y este, es un ejercicio que deben desarrollar las mismas organizaciones sociales, comunitarias, populares entre ellas, en sus territorios, de cara a los poderes y gobierno local, regional y nacional.

Se trata de todo un proceso paulatino de diálogo y deliberación, en el que emerja la conflictividad, la diversidad de posturas, la pluralidad. Lo que no es posible cuando se limitan los espacios o se inducen las discusiones.  

Vemos entonces que, el reto de participación ciudadana sigue abocándonos a reflexionar sobre nuestras prácticas.

Para fortalecer la participación se requiere un constante y fuerte proceso formativo para consolidar esos sujetos políticos deliberantes, también, es necesario que la ciudadanía, las organizaciones, las plataformas, las redes y demás, dirijan la mirada crítica a sí mismas, evalúen sus prácticas y construyan nuevas formas de participación, relación y deliberación.

Todo lo anterior, de cara a construir una cultura de la participación que redunde en una cultura democrática real, no friccionada como la que tenemos hoy en día, un ejercicio ètico-polìtico, deliberativo, profundo, que cimiente y haga emerger sociedad desde apuestas colectivas y de base.

Esta discusión se profundiza si añadimos que en un posible escenario de pos-acuerdos FARC-EP con el Gobierno Colombiano se prevé un amplio ejercicio de participación política que impulse y posibilite la real implementación de lo acordado y que en el proceso que pueda iniciarse con el ELN, se asume que el eje central de dicha negociación, es y será entonces, el eje de la participación. Igual en los temas gruesos de país como la defensa del medio ambiente, el territorio, la minería, la agricultura campesina, las construcción de las comunidades indígenas, afrocolombianas, etc., etc. este tema es central, profundo, esencial para la vida del país, para ser tomado a la ligera.

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