Por: Kavilando*
Conoce el país un retocado y ajustado acuerdo entre las FARC-EP y el Gobierno nacional, como tránsito y compromiso asumido luego de la victoria del No en el pasado plebiscito del 2 de octubre del presente año.

Contra todo pronóstico el no, se impuso. Esto, desató una serie de reflexiones que iban desde el uso de la mentira y el engaño como estrategia política, el fortalecimiento de la extrema derecha, una sociedad conservadora en sus formas, la derechización del pensamiento y sentido común, una cultura de la exclusión, un largo auto-cuestionamiento como sociedad, todo un ejercicio que se dio hasta en el interior de un sector de la llamada izquierda colombiana, quienes cuestionaron en un buen ejercicio de auto-crítica, sus maneras y formas de hacer política, la capacidad o incapacidad para cambiar su lenguaje, su pedagogía, sus claridades y confusiones, sus relacionamientos, y hasta un cuestionamiento importante sobre la ética misma de sus maneras de actuar.
Todo un interesante y amplio debate que consideramos, es importante seguir ahondando y que nos debemos como sociedad.
Vale decir que esta es una de las grandes ganancias del proceso de Paz que ya va para su sexto año; gracias a este proceso, es claro que se amplió el debate en Colombia, un debate sobre asuntos esenciales, la tierra, la vida campesina, la verdad, la reparación, la economía propia, el medio ambiente, la participación política, la pobreza, la exclusión, un amplio ambiente como no se veía en el país; esto, en tanto veníamos de tiempos oscuros en donde el relato impuesto era ya casi sentido común, relato no digerido pero si escupido por el sistema, los medios, las instituciones y hasta en cada conversación cotidiana, se impregnó como práctica, incluso, una suerte de gerencia tanto públicas como privadas, de estilos autoritarios, gritones, excluyentes, pues el trabajar, trabajar y trabajar (por menos salario) era una norma impuesta, pero para los de abajo.
Es de aclarar que si bien, se amplió el debate, es de recordar que las condiciones estructurales de exclusión y pobreza persisten y se acentúan, lo que requieren mayores y cualificadas respuestas sociales, mayor capacidad organizativa para la defensa del agua y el territorio, articulación de las diversas luchas y reclamos populares, estas tareas, siguen vivas y exigiendo mayor capacidad de respuesta más allá y más acá, de los avances de las mesas de negociación para la superacion del conflcito armado en Colombia.
Otra consecuencia, luego del 2 de octubre, fue la sensación de incertidumbre total, ¿se acaba el proceso? ¿El país regresa a la guerra con las FARC-EP?, pero, ¿si ya están en pre-concentración, ubicadas, identificadas sus unidades?, ¿qué pasará ahora?
Lo cierto, por un lado, es que sectores de la sociedad se expresaron a favor de la Paz de manera masiva, o mejor, se manifestaron en contra de la guerra, se dieron diversas movilizaciones, campamentos, comunicados, etc., todo giró en torno a que no se cerrara la puerta de la Paz.
Las FARC-EP y el Gobierno hicieron lo propio, se mantuvieron en su palabra, la cumplieron; esto costó grandes esfuerzos para no llevar al traste lo logrado, no fue fácil prolongar el cese bilateral, negociar para que la ONU y los países garantes mantuviesen su presencia y protección en las zonas de pre-concentración, abrir una metodología adecuada para escuchar e incluir las propuestas de quienes lideraron el NO, entre otros esfuerzos.
Lo cierto es que las FARC-EP, gracias al NO, de manera inteligente, lograron afinar estrategias políticas muy acertadas: toda una campaña por redes sociales, diversos mensajes a la sociedad, sus unidades y fuerza pre-agrupadas se dieron a labores de concertación social, hasta de oración y alabanza, también de deporte, un esfuerzo por darle a conocer a la sociedad el lado humano de quienes optaron por la lucha armada, así, abrieron un gran escenario regional de dialogo con las comunidades, en cada territorio y con la sociedad nacional e internacional, aprovecharon muy bien este tiempo; el mansaje llegó, fue efectivo, al punto que la credibilidad y aceptación de las FARC-EP, camino hacia una política sin armas, creció en el país. Se fue abonando así, su tránsito hacia la vida política sin armas, gracias al No.
En paralelo, las elecciones en Estados Unidos dieron como Ganador al magnate y controvertido Donald Trump, otro escenario de debate global se abre ahora; lo concreto para el proceso, es que ante la incertidumbre que genera este hecho, se estimaba como necesario e importante lograr un acuerdo ágil y con un fuerte amarre jurídico-político para su implementación posterior, esto, en tanto el mundo, en lo que toca a las dinámicas políticas globales, variará a partir del 20 de enero de 2017 fecha que asumirá en pleno la presidencia de Estados Unidos su nuevo mandatario, a esto se suma además a nivel interno, del inicio de un complejo año electoral en Colombia.
Hoy se conoce un retocado acuerdo final, que bien las FARC-EP han bautizado como Acuerdo de la Esperanza. Aquí no termina la historia, apenas empieza toda una nueva y compleja etapa en la vida política de Colombia.
El reto y la incertidumbre giran ahora, en concretar el futuro de una segunda mesa de negociación entre el ELN y el Gobierno Nacional, un proceso que arranca y que no arranca, el reto aquí, es desarrollar la agenda acordada la cual centra todo su esfuerzo en una participación desde abajo, efectiva y eficiente, una deuda histórica en Colombia, por ello, se constituye en un gran reto que debe ser asumido con calma, sin presiones. Esto aún sabiendo que el contexto política es incierto, pero, ¿Cuándo no ha sido así?. Es preciso que esta segunda mesa nazca, crezca y madure siguiendo sus propios ritmos pues permitirá ampliar las discusiones y debates nacionales sobre los problemas centrales de un país plural, diverso, con una enorme riqueza natural en disputa. Cada mesa tiene su dinámica, y responde a contextos políticos propios.
Sigue así, abierto el llamado a toda la sociedad, las organizaciones sociales, populares, étnicas, afros, campesinas, no solo a leer el contexto político global y local, todo es cambiante y no muy prometedor, es importante repensarnos y repensar nuestros procesos formativos, formas organizativas, dar el debate sobre la ética en el movimiento social y popular, todo, para ahondar en las diversas luchas y sus articulaciones, es prioritaria la defensa del territorio, del medio ambiente, del agua, la búsqueda de propuestas económicas alternas, entre otros retos que nos deparar la construcción de un nuevo país.
* Alfonso Insuasty Rodríguez, integrante grupo Kavilando, docente investigador Universitario.














