Colombia 2026: La disputa por el rumbo del país

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Lo que está en juego no son solo las elecciones para realizarse en 2026, sino la soberanía, la justicia y el derecho a existir de los pueblos

 

 

consulta26.10.2026col

Por: Alfonso Insuasty Rodríguez

 

Los resultados de las consultas internas en Colombia abren un nuevo ciclo político. En un contexto global de repunte del fascismo y presión estadounidense, lo que está en juego no son solo las elecciones para realizarse en 2026, sino la soberanía, la justicia y el derecho a existir de los pueblos.

El domingo 26 de octubre, en Colombia se realizó la consulta interna del Pacto Histórico, la principal coalición de izquierda que respalda al presidente Gustavo Petro. En este proceso se eligieron las nuevas direcciones y liderazgos regionales del movimiento, con miras a reorganizar sus fuerzas rumbo a las elecciones presidenciales y legislativas de 2026.

Los resultados electorales marcaron un punto de arranque importante en la disputa política nacional de 2026. Lo que está en juego es la capacidad del progresismo colombiano de mantener cohesión, renovar liderazgos y enfrentar a los sectores conservadores que buscan frenar las reformas sociales impulsadas por el actual gobierno.

A pesar de los múltiples obstáculos presentados por la Registraduría Nacional y el Consejo Nacional Electoral, que afectaron la logística, la organización y pusieron en riesgo la transparencia del proceso, la consulta interna del Pacto Histórico logró superar los dos millones y medio de votos, una cifra significativa en un contexto de voto voluntario, baja movilización, bajo ambiente electoral, desinformación, cierres de puestos de votación y desconfianza institucional.

Este hecho adquiere mayor relevancia si se considera que en Colombia, incluso bajo el gobierno de Gustavo Petro, persiste la preocupación por la independencia y transparencia del sistema electoral, así como por la posible influencia de intereses privados o políticos sobre las entidades encargadas de garantizarla.

Especialmente en la Costa Caribe, el Eje Cafetero y Bogotá, estas votaciones evidencia que el bloque progresista ha logrado sostener una base social activa capaz de resistir los intentos de deslegitimación.

La victoria de Iván Cepeda en la consulta del Pacto Histórico, marca un hito para la izquierda colombiana, el senador se impuso con alrededor del 65 % de los votos, lo que lo convierte en el candidato de esa coalición para las elecciones presidenciales de 2026.

Lo que ocurre en Colombia no puede entenderse de manera aislada, estas elecciones se desarrollan en un momento geopolítico tenso, atravesado por el repunte del fascismo global, la militarización de la política internacional y una nueva ofensiva de injerencia estadounidense en América Latina.

La región vuelve a ser tratada como el “patio trasero”, con operaciones mediáticas, financieras y judiciales destinadas a debilitar gobiernos soberanos o populares, como ha ocurrido en Venezuela, Bolivia, México, Brasil, Colombia o Argentina.

Colombia, pieza estratégica del control territorial estadounidense, no escapa a esa lógica, la presencia de bases militares norteamericanas, la subordinación doctrinal de sus fuerzas armadas y la presión de organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial refuerzan un modelo dependiente que obstaculiza toda posibilidad de soberanía real. En este contexto, el proyecto político del Pacto Histórico, con sus limitaciones, representa una tentativa de ruptura frente a la lógica neoliberal y extractivista que ha dominado el país por décadas.

El reciente proceso electoral en Colombia deja lecciones profundas.

El bloque progresista logró consolidar una base juvenil y popular movilizada, capaz de resistir a un aparato institucional adverso y a la permanente campaña mediática de desprestigio.

La figura de Iván Cepeda emerge como un liderazgo con arraigo moral y político, capaz de articular una coalición en defensa de la paz, la justicia social y la soberanía. Su elección trasciende lo partidista, representa una respuesta ética a la degradación política tradicional, una apuesta por recuperar la confianza en lo público.

Estos resultados fortalecen la posibilidad de que el progresismo alcance una representación significativa en el Congreso, clave para sostener las reformas estructurales en curso.

Para este fine, deberá saber enfrentar obstáculos estructurales como el control conservador de la Registraduría y el CNE, la fragmentación del movimiento popular, el lawfare como herramienta de persecución política, y la agresiva injerencia estadounidense a favor de sectores reaccionarios, ultra-conservadores con clara tendencia fascista.

Al tiempo, tener claro que la gobernabilidad dependerá de su capacidad para construir alianzas amplias sin diluir su proyecto transformador y esto, es central.

Colombia entra ahora en una fase decisiva hacia las elecciones de 2026, con comicios parlamentarios en marzo y presidenciales en mayo (con segunda vuelta si es necesaria). Este camino estará marcado por tres tensiones: democracia versus autoritarismo, soberanía versus subordinación, y cambio social versus restauración oligárquica.

El reto del campo progresista será sostener la movilización social, construir consensos y ofrecer una agenda clara centrada en la paz territorial, la justicia ambiental, la democratización económica y la defensa de los derechos humanos.

En última instancia, lo que se juega en las urnas colombianas va más allá de una elección, es la disputa entre la subordinación o la dignidad, entre el despojo o la vida misma.

Tomado de: https://www.telesurtv.net/opinion/colombia-2026-la-disputa-por-el-rumbo-del-pais/

 

 

 

 

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