Habitar las laderas de Medellín fue la única alternativa que teníamos para preservar la vida ante el desarraigo, la pobreza y la violencia que nos expulsó del campo; tuvimos que cambiar los hábitos, inventar nuevas formas de sobrevivencia y empezar de cero después de tener una vida feliz y en armonía con la naturaleza, cultivando nuestra comida y al lado del río que nos daba lo necesario.
El modelo de ciudad para Medellín busca transformarla de manera que pueda ser atractiva para el capital, y esto se refleja en la concesión de ciertas zonas dispuestas para el desarrollo estratégico de la región, mientras otras son catalogadas como de riesgo para negar inversión social y el acceso a agua potable, alcantarillado, energía eléctrica o vivienda digna. Reconocemos que este modelo parte de los intereses económicos de los que se sueñan “la ciudad de la eterna primavera” excluyendo las aspiraciones y expectativas del grueso de la población.
Hoy la montaña oriental de la ciudad se viste de fiesta ante la violencia y las incontables problemáticas que nos aquejan, resistimos con alegría y construimos propuestas de vida digna para permanecer en nuestros territorios, porque en las laderas las comunidades hemos construimos Planes de Vida y no cinturones de miseria.
Comprometidos con la defensa de la vida de las mujeres y hombres, niños y niñas que se sueñan una sociedad distinta, donde tengan cabida todos los sentires, proyectos y expresiones, en este Carnaval nos sumamos a las reivindicaciones de las comunidades que construyen propuestas para la defensa y permanencia en los territorios, ratificamos el compromiso de fortalecer las expresiones de resistencia en procura de la dignificación de la vida, llamando a la ciudad a poner su mira en la población de las laderas, para rodearla y apoyarla de manera que podamos desarrollar nuestro proyecto de vida en el territorio que hemos construido y habitado por años.
Las organizaciones comunitarias, especialmente de las comunas 1, 3 y 8 de Medellín en ejercicios plenos de participación y soberanía popular, hemos tenido innumerables encuentros para debatir y proponer acerca de cómo queremos que sean las intervenciones en los barrios, además de recorrer nuestros territorios para apropiarnos de él y construir propuestas de acuerdo a nuestras necesidades e intereses.
Hemos decidido que la forma de intervenir los territorios no es a través de monorrieles, ni caminos peatonales y de ciclorutas para los turistas, sino a través de la mitigación del riesgo con el fin de recuperar los suelos, los mejoramientos de vivienda, el acceso a servicios públicos domiciliarios de calidad y a bajo costo, la legalización y titulación de predios, el mejoramiento de las vías de acceso, los equipamientos en salud y educación, la seguridad alimentaria y la generación de ingresos, recogidas bajo la propuesta del Mejoramiento Integral de Barrios (MIB).
Las intervenciones planeadas por la Alcaldía deben ser concertadas y planeadas de la mano de las personas que viven, sienten y llenan de vida los territorios. Queremos hacer público al resto de la ciudad las urgentes y reales necesidades de las comunidades y sus propuestas, al igual, escuchar y compartir con otras experiencias de resistencia campesina que nos están acompañando en el carnaval y que también están defendiendo su territorio y la vida digna ante las políticas minero energéticas que generan despojo, desplazamiento masivo y una gran crisis humanitaria, como es el caso de la comunidad desplazada por el mega proyecto de EPM y la Gobernación de Antioquia Hidroituango.
Así mismo, el Carnaval también quiere hacer un homenaje a la vida apagada por las balas de nuestra compañera Ana Fabricia Córdoba, luchadora sin miedo y sin cansancio por la verdad y la justicia de sus hermanos y hermanas, y traer a la memoria las y los más de 40 lideresas y líderes asesinados en el Área Metropolitana en los últimos años por defender los derechos humanos, la vida y la dignidad de los sectores más empobrecidos de esta ciudad.
Luchando unidos… venceremos, Porque si no luchamos… nos jodemos.