Comunicado. Revolución Agraria y Popular [Capitulo Boyacá]

Linea Territorio y despojo

Por Organizaciones Sociales de Boyacá
 
Tras la experiencia vivida tras la toma de las vías de hecho que sirvieron como detonante para la organización y resistencia popular y campesina, tanto sobre las autopistas de Boyacá y sus principales ciudades Tunja, Sogamoso, Duitama, Paipa; nosotros, estudiantes y ciudadanos que encontraron en la destrucción de la propiedad un elemento álgido de verdadera revolución de clases,

aún más efectivo que el derramamiento de sangre entre hermanos raizales y contrapuestos por el elemento del dinero, oro o moneda.

Entendiendo que una clase consumista encuentra la satisfacción de su poder adquisitivo en la compra los elementos de la producción y que cuando el consumo cesa, el proletariado se sumerge en bajos salarios, desempleos y baja moral, esta última que revienta en inútil ahorro o en la abstención de consumo, afectando a su vez otras subclases sociales conocidas en el marxismo como lumpenproletariado, dedicados al subempleo, a las ventas callejeras, la producción artesanal, servicios de segundo plano. Así cuando la demanda se satisface y entendiendo esta situación en el marco del sistema capitalista, la sociedad conjura su propia crisis o ahondándose más en la misma, que repercute en la disminución del estado social de derecho, la huida de capitales y cerebros y la infiltración de la mafia en el estado.

Si las clases dirigentes supieran esto promoverían la guerra y de hecho lo hacen, pero en Colombia nosotros estudiantes, comunistas y anarquistas nos vemos estupefactos e impotentes ante un escenario de diálogos de paz en donde han tocado los temas que conciernen a toda una Nación, buena parte de ella, que estuvo en pie de lucha, no como una insurgencia armada, pero si como insurgencia civil, resistencia urbana y campesina que haciendo uso del activismo social hasta donde los límites de su propia supervivencia se lo permiten y beligerante cuando las respuestas del Estado no le permiten el libre ejercicio de la protesta y la represión se torna indigna, grosera y brutal.

Sin embargo a pesar de la crasa diferencia entre la insurgencia armada que ustedes representan y la desobediencia civil, que nosotros pueblo representamos, atónitos, paranoicos, inermes e indefensos presenciamos como la guerra de las mafias y el Estado, invaden las calles que otrora nos pertenecieron con su  mal llamada limpieza social que nos es más que el actuar de psicópatas, sádicos y sicarios paramilitares, arrebatando  compañeros de lucha entre ellos estudiantes, desamparados, habitantes de la calle, delincuentes (expropiadores) jóvenes son los cuales luchamos, sin dirigentes, pero con un mismo espíritu y voluntad general.

Muere lentamente la voluntad de un Pueblo, ante el terror y horror que estas aberraciones humanas pueden llegar a desplegar, no solo entre estudiantes sino entre las misma población civil, con las mujeres y con las putas, tememos que nuestras compañeras estudiantes o mujeres que trabajan su cuerpo sean víctimas de los monstruos que ya atacaron Medellín y han empezado en Tunja, sembrando la discordia y el odio en los corazones.

Es por ello que aunque sus dignidades se enfrentan a una negociación histórica para poner fin al conflicto, también es cierto que con sus muchos años de guerra, en ambos bandos, pero evidentemente  con más notoriedad en el bando narcoparamilitar quedan secuelas de extremismo y locura, que hay que controlar o exterminar. Sus propuestas son solo un germen, una semilla sin tierra y sin agua, mientras curia arzobispal colombiana y la clásica derecha bipartidista protege la una con sus símbolos y perdones y la otra con su burocracia, palacios y armas estos símbolos del terror. Y el gobierno aspire a continuar entronizado en el Poder, en parte gracias a nosotros mismos que nos hacemos llamar oposición, pero demostramos los mismos defectos que imponen las dinámicas del Capital: envidia, competencia, oportunismo y deslealtad; generando el fraccionamiento de la izquierda y la sacada de culo a quienes permanecemos con espíritu beligerante o mejor reivindicativo de nuestros derechos arrebatados, entre ellos las protestas, la libre expresión y el libre acceso a las decisiones del estado.

Pero ahora frente a las armas psicológicas y letales del Estado y sus secuaces paraestatales, se ha impuesto el gobierno represor con su miedo, hermetismo y la mala maña de los malos presagios de las señoras, requerimos material militar con fines defensivos, de corto alcance para aterrorizar al terror en las calles y de largo alcance como prevención de las antaño masacres perpetradas por el Estado en momentos de desesperación, ya que un nuevo paro agrario se está gestando y es necesario proteger a los manifestantes del extremismo de la mental de Santos y su ministro de defensa.

Insistimos no apoyamos la insurgencia armada y trabajamos en la dinámica del proceso de paz, pero es necesario defendernos y nuestra realidad económica nos deja inermes.

Para continuar seguros con nuestro proceso evolucionario que consiste en una toma de las calles, destruyendo sin afectar la vida física, para que así sea un renacimiento, atacando los símbolos del Capital y del mal gobierno y lubricando la industria automotriz, chatarrizando unos cuantos, sin que por ello el proletario, pierda su sustento pues le responde el seguro.

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