Cerca De 24.000 Personas Buscan Servicios Sexuales Al Día En Medellín

Linea Territorio y despojo

Por: Paola Morales Escoba. ADN

En el centro de la ciudad y en varias comunas, continúa presentándose prostitución infantil. Entre 2.000 y 4.000 mujeres y hombres ocupan espacios del centro de la ciudad para ofrecer servios. En medio del tráfico y las ventas ambulantes que ocupan cada espacio del Centro de la ciudad, entre 2.000 y 4.000 mujeres y hombres se hacen en las esquinas, en los parques y plazas, a la espera de clientes que paguen por sus servicios sexuales.

Estos datos, suministrados por la Fundación Renacer, dan una idea de la dimensión que ha cobrado esta actividad en Medellín. Tan sólo en un día se calcula que habría 24.000 personas que buscan servicios sexuales, lo que equivale a una cifra de 720.000 al mes.

 Para hacerle frente a esta problemática, la alcaldía de Medellín implementó el año pasado el proyecto ‘Por mis derechos, equidad e inclusión’. A través de este ha incrementado la atención en salud y bienestar social a personas en riesgo y en ejercicio de la prostitución.
 “La acción más importante es la atención en la calle. Lo que buscamos es llegar a los lugares en donde se vivencia la prostitución, e intervenir. Convocamos a la población y la sensibilizamos frente a sus derechos”, dijo Luz Aída Rendón, subsecretaria de Grupos Poblacionales de la Secretaría de Inclusión Social y Familia.
 Hace dos meses esta dependencia, en alianza con Metrosalud, la Fundación Rasa y la Escuela de Belleza Mariela, ofreció a esta población jornadas de atención psicosocial, asesoría jurídica y talleres de estrategias para la generación de ingresos.

 Según la Alcaldía, con este y otros proyectos han orientado a cerca de 1.700 personas que ejercen este oficio. De estas 515 se han beneficiado de proyectos de generación de empleo, asesorías personalizadas, educación media e iniciativas productivas y microempresariales.
 “Si se trata de personas que están ejerciendo la prostitución por pobreza y vulnerabilidad, lo que buscamos es apoyarlos para que puedan salir de esto. El objetivo es acompañar y apoyar los procesos sin medidas asistencialistas”, señaló Rendón.

 Sin embargo, el personero de Medellín, Rodrigo Ardila, señaló que la situación de la prostitución, sobre todo de la explotación sexual infantil, es preocupante.
 “Las medidas del gobierno local para controlar la prostitución y poner fin a la explotación de niños y adolescentes, a pesar de que han dado algunos resultados, no han sido suficientes. Hace falta una política pública más clara, más agresiva y contundente”, dijo Ardila.

 La contundencia es precisamente lo que piden algunas de las personas que ejercen la prostitución y no encuentran forma de dejar este oficio. La pobreza, la falta de oportunidades, el bajo nivel educativo y la exclusión social son solo unas de las razones que esgrimen.

 “A mí sí me han dicho que deje esto, pero no han hecho nada para que lo haga. Si yo estoy en la calle es por mi hijo, aunque uno se acostumbra a este ambiente, y porque no se hacer nada más, lo que quiero es conseguir un trabajo digno”, dijo una trabajadora sexual.

 Son muchos los peligros por los que tienen que pasar aquellas personas que ejercen la prostitución en la calle; desde robos, atracos, el no pago de sus servicios sexuales, consumo de drogas y alcohol, hasta la violación de sus derechos por parte de la fuerza pública, acceso carnal agresivo o la muerte.

 Las mujeres, las más vulneradas en la calle
 “Lo que uno ve en la calle es mucho. Mucha violencia, drogas, gente muriendo (...) lo mejor es no meterse en problemas”, dijo Rosa*, una trabajadora sexual que lleva más de seis años en el oficio.
 Ella, como muchas otras mujeres que se dedican a la prostitución, vive en un inquilinato, donde paga 12.000 pesos diarios.

 Convive con un hombre del que ha recibido golpes e insultos, pero que sin embargo, señaló ella, “está firme y no me deja”.

 Se fue de su casa, en Apartadó, por el maltrato que le daba una tía alcohólica y a pesar de que pensaba encontrar una vida más tranquila en Medellín, terminó trabajando en la calle.

 “Cuando estuve embarazada salí hasta las últimas semanas. Pero eso no es nada, una muchacha hace unos días estaba trabajando y tuvo el hijo debajo de un puente. Un señor le ayudó, pero ahí lo tuvo”, contó Rosa.

 Esmeralda* también sabe que ese eso. Vive con sus familiares en Niquitao. Lleva dos años ejerciendo la prostitución y dice sentirse excluida de la sociedad y de su propia familia.

 “Si hasta la Policía nos insulta, nos pega, se aprovechan de nosotras, ¿qué más uno puede esperar de los demás? Pues nada”, dijo. Esmeralda tiene un hijo, vive con su abuela y con dos de sus tíos.
 “Ellos me quieren, pero me juzgan, me tratan como basura, así sucede con todos. En la calle es lo mismo”, contó.
 Juana*, amiga de Esmeralda, con quien se encuentran en las noches, está embarazada. Y aunque solo tiene 15 años la vida le enseñó la desesperanza.

Siente que no le dan trabajo porque es prostituta, que no puede salir de esa vida porque parece un estigma. Por eso no confía en nadie. “Mire, llega un gringo y me dice: cuando quiera puede vivir conmigo, yo le doy de todo ¡Qué va! Si esos gringos son enfermos, qué miedo”, agregó. Esa rudeza es la forma de defenderse: con mirada fiera, gas pimienta en el bolso y una navaja en el bolsillo sale a trabajar.

Pero en el fondo es tan solo una niña que desea una vida normal, “con una casa, una persona que me quiera, un trabajo, con eso me conformo”.
*Nombres cambiados por seguridad. PAOLA MORALES ESCOBAR ESCRÍBENOS A: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

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