Nadie huye por placer

Linea Territorio y despojo

Por: Manuel Humberto Restrepo Domínguez

“Como no vamos a tener miedo, si todo el tiempo amenazan con que nos van a deportar, nos mandan razones y luego vienen funcionarios”.

Dijo una pequeña que apareció de en medio de cientos de extranjeros, de migrantes, que esperan apoyo para seguir desde Colombia la ruta del sueño americano. Estos extranjeros, son migrantes que han conformado en la practica un campo de refugiados y el gobierno amenaza con deportarlos por la buenas, si ellos así lo solicitan o por las malas, como mejor lo ha hecho en la historia de las tragedias humanas que se vive en las fronteras.  Cuando son los nuestros hasta los medios de comunicación se han encargado de llevar carpas y frazadas mientras dura el rating, cuando son los otros apenas se retrata su miseria, la carencia de letrinas, de agua, de comida, de frazadas, y se recalca su enfermedad, su palidez, sus lagrimas. Es la indiferencia de quienes tienen una cámara para alentar los odios y reducir las tragedias anoticias.

El campamento esta ubicado a orillas del mar en Turbo, Norte de Colombia y Sur de Panamá. La frontera limita al norte con una selva profunda, que ha servido desde paso de los conquistadores que no detuvieron sus espadas contra los nativos y de cementerio a miles de inmigrantes anteriores; por el sur y oriente la barrera la conforma el rastrillo paramilitar que tienen sembrado de terror al Urabá y mantienen activa su maquina de barbarie contra afros y campesinos reclamantes de tierras y sus solos nombres anuncian que están ahí y sus nombres hablan por ellos: mochacabezas; por el occidente esta el horizonte del mar profundo y sin final. Por donde ir?, por donde escapar?, Como explicarle a los que están allí que las reglas del derecho les ofrecen protección del estado?.

Piden apoyo para seguir la ruta, nada mas, el derecho humano es claro en advertir que “toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Pero además a salir de cualquier país, incluso el propio, y a regresar a su país” (Art. 13 DUDH),  no importa el lugar de origen, esta vez son haitianos, cubanos, dominicanos e incluso europeos, entran por la guajira, recorren el desierto, entran por ecuador, recorren la cordillera andina, entran por Brasil, llegan a un mismo lugar, después de sobrevivir al asedio de las mafias, al acecho de los asaltantes de carretera y a la presión de las tropas locales. Hacen largas jornadas de recorrido en buses, en camiones, en lanchas, superan como sea eternos días y noches de miedos, a ser asaltados, maltratados, humillados, violados, agredidos, asesinados o simplemente hurtadas sus pocas pertenencias personales. Son niños, niñas, jóvenes, hombres, mujeres, viejos, todos tras el sueño que les ofrece el mismo capital que los empuja por esta ruta trágica y cruel. Todos huyendo a la realidad que el capital les impidió en sus países de origen y ahora les promete un mundo ideal sin humillaciones y carencias.

Colombia no puede olvidar su historia de migraciones, ni la guerra y despojo que tiene en condición de desplazamiento forzado al mas alto numero del mundo, pero también a mas del 10% de su población en condición de extranjeros, de asilados, de refugiados, gentes huyendo igual que ellos en otros lugares del mundo, gente sobreviviendo entre el miedo a ser deportados, expulsados, agredidos, encarcelados.

Es cuestión de humanidad, exilio, refugio, desplazamiento, migración forzosa borran las huellas de la contradicción política, eliminan diferencias entre izquierdas y derechas, entre los amenazados por el poder político y amenazados por el hambre. En común hay una sola ruta, despreciable, la del sueño que jamás se cumplirá, que ofrece ilusiones y luego se transforma en infamia y desprecio.

Hace poco la frontera de Colombia y Venezuela fue vista como la tragedia Colombiana y los deportados fueron menos los 3000, que ya ha deportado Colombia en esta ultima etapa.

Colombia no puede seguir la conducta de las potencias invasoras y menos portarse como un agresor contra las victimas de otras realidades, Colombia esta llamada a seguir la ruta de los países que acogen a las victimas como si fueran suyas y hacen lo que este a su alcance en conciencia y derecho, no para revictimizarlas, si no para hacerle saber al mundo que la paz que esta construyendo es en esencia un sentido de humanidad, de solidaridad.  Nadie huye por el placer de la huida, nadie sufre por el placer de sufrir. Solidaridad, esa es la globalización que exige la paz de Colombia.

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