Por: David Sánchez. Kavilando.
El anuncio del nuevo gobierno estadounidense obedece a una intención de recordarnos a los latinoamericanos que tenemos que "pedirles permiso" para nuestros asuntos y que por supuesto, lo que hagamos sin ellos será castigado.
Se hizo eco en Colombia, que el recién posesionado presidente de los Estados Unidos, a través de su secretario de Estado Rex Tillerson, anuncia que "buscaría revisar los detalles del reciente acuerdo de paz en Colombia y determinar hasta qué punto Estados Unidos debe continuar apoyándolo" (1). Esto ha generado un revuelo en los medios de comunicación que crean incertidumbre en la población alrededor del tema; pero vamos a revisar algunas hipótesis para determinar que tanto modifica las dinámicas de la implementación del acuerdo de paz, esta decisión:
1. El proceso de paz en Colombia, se da por distintas razones, entre ella las presión de las empresas de agroindustria, agro combustibles, hidrocarburos, hidroeléctricas y en general del capital financiero, principalmente Europeo.
2. Si revisamos los apoyos económicos, políticos y mediáticos para el proceso de paz con las FARC-EP, vinieron, en su mayoría, desde el viejo continente. Esto no es gratuito, puesto que son los políticos de estos países, respaldados por los intereses económicos de sus empresas, los más interesados en que Colombia acabara el conflicto armado; de esta manera es más fácil explotar los recursos económicos y sociales que posee nuestro país.
3. Los recursos que Estados Unidos ha entregado a Colombia a través del “Plan Colombia”, han venido disminuyendo; dichos apoyos, se dan por medio de contratos militares, respaldo logístico en materia de erradicación de cultivos ilícitos, de asesoría y capacitación en la confrontación a los grupos armados; entonces con la esperada disminución en la intensidad del conflicto, estos asuntos pierden importancia.
¿Qué sucedió?
La principal razón es que la economía de la potencia mundial no resiste tantos frentes abiertos, y con la agudización del conflicto en medio oriente, además de sus propios gastos internos, no solo disminuyo el interés en nuestra confrontación armada, sino que su capacidad para invertir recursos esta menguada, debido a las dificultades que ha presentado su economía.
4. Las empresas Estadounidenses, a partir de las guerras en medio oriente y el crecimiento de las economías asiáticas, movieron sus intereses lejos de América Latina, que a su vez ha sabido migrar sus apuestas económicas y políticas hacia Europa y Asia sin tener de intermediarios a los Norteamericanos. Lo que aleja la capacidad de incidir de los EEUU en las decisiones de dichos gobiernos. Es fácil explicarlo con un dicho popular “el que pone la plata, pone las condiciones” y nuestra clase dirigente sabe muy bien eso.
5. Europa se la ha jugado toda por el proceso de paz, ha brindado el respaldo en organismos internacionales, en materia económica, política y hasta militares. Con esto, se logra la decisión política de nuestra clase dirigente frente a la negociación, generando la confianza y una especia de valentía frente a las presiones que pueda suponer los ataques de quienes han manifestado su oposición a la negociación entre las FARC-EP y el gobierno nacional.
6. Es decir, la decisión política de llevar a buen término la negociación con las FARC-EP estaba asegurada, respaldada en lo político y en lo económico, principalmente desde Europa. Cuando llego el respaldo de Estados Unidos a través del nombramiento de Bernard Aronson como delegado para acompañar el proceso de paz, fortaleció los intereses de ambas partes, en temas judiciales, de extradición, de cultivos ilícitos y otros.
7. La presidencia de Donald Trump, supone una nueva visión o nueva ruta para esta potencia, puesto que propone un hibrido entre el nacionalismo y las políticas imperiales de sometimiento político y militar a los países que no sigan sus intereses. Además, lo puso de manifiesto luego de su afirmación, en su primera rueda de prensa, que “todos los países tendrán un mayor respeto a EEUU ahora que el que han tenido anteriormente".
8. Entonces, si tenemos un presidente de corte nacionalista en los Estados Unidos, que busca recuperar al país en materia económica con medidas proteccionistas, que basa su hegemonía mundial en su potencial militar, es fantasioso pensar que esté interesado en “invertir” en la paz de Colombia.
9. El anuncio del nuevo gobierno estadounidense, obedece a una intención de recordarnos a los latinoamericanos que tenemos que pedirles permiso para nuestros asuntos y que por supuesto lo que hagamos sin ellos será castigado.
10. El señor Trump no entiende el mundo multipolar que supuso modificaciones en el orden mundial; hace más de una década existen diversos centros de poder que dirigen las dinámicas económicas y políticas, ahora, hasta Latinoamérica, su otrora patio trasero, se desmarco un poco de sus intereses. Mientras la decisión de Estados Unidos era recuperar y sostener su hegemonía en medio oriente; a la par que crecía la presencia de Europa y Asia en las decisiones de los gobiernos de América Latina.
De esta manera, el proceso de paz en Colombia se hizo a pesar de los Estados Unidos, no tanto por su oposición sino más bien por su descuido.
Esta amenaza entonces, no debe tener asustado a quien conozca el proceso de paz y los detalles que rodearon el mismo a través de los años que se ha venido cocinando y aun ahora que está en su etapa de implementación.
Nota:
David Sánchez Calle
Politólogo
Grupo de Investigación Kavilando