Por: Alfonso Insuasty Rodriguez
Reflexiones en torno al papel de los centros universitarios en este tránsito hacia el Post…Esta negociación si bien es importante, no marca la Paz ni el fin del conflicto.
¿En qué contexto estamos hablando de paz?
Estamos en una era marcada por la violencia, por la sínica injerencia de los países “desarrollados” en diferentes regiones estratégicas del mundo, es el reordenamiento del poder global para la captura de esas regiones ricas en recursos con el fin de aceitar el aparato productivo del mundo occidental, se trata de un reposicionamiento marcado por la confusión, la fuerza, la mentira, la generación de una suerte de caos zonal-global, propicio para la llegada de los grandes y predestinados salvadores a ejercer “control” en esos territorios estratégicos.
Así mismo, asistimos a una lógica de distribución de la pobreza vs la hipeconentracion aberrante, antiética y anti humana de la riqueza, Oxfam predice que la riqueza del 1% irá a superar al resto de la población en el año 2016, de hecho, esto se alcanzó en un plazo de diez meses. Hace veinte años, los súper ricos del 1% poseían el equivalente a los bienes del 62% de la población mundial, algo muy grave debe estar ocurriendo en la sociedad para que esto sea posible.
América Latina se presenta como un continente rico en recursos naturales de todo orden, recursos disponibles, Colombia no escapa a ello. Así mismo, este continente ha pasado de un auge esperanzador de gobiernos de corte socialista, los llamado gobiernos de izquierda, progresistas, a un momento de retoma del poder Estatal por sectores empresariales poderosos excluyentes, una retoma de la derecha que acelera la maquinaria que reproduce ese esquema hiperconcentrador de la riqueza, con toda la injusticia social y ambiental que esto conlleva.
Es en este contexto en el que en Colombia se viene hablando de Paz.
Ahora bien, para hablar de Paz en Colombia o mejor de la negociación FARC-EP con el Gobierno Colombiano, en el marco de un conflicto armado interno de décadas, derivado de claras y permanentes injusticias sociales, politicas y economicas, es necesario precisar que:
Esta negociación es, sin lugar a dudas, el hecho histórico más importante del continente. Esta negociación, sus acuerdos, alcances y la firma final del acuerdo, es en sí misma un hecho histórico que marca al país y el continente, esto sin lugar a dudas.
Esta negociación si bien es importante, no marca el fin del conflicto. Las negociaciones en la Habana, que avanzan a marcha acelerada, gozando de muy buena salud, no representa el “fin del conflicto”, por el contrario nuestras sociedades requieren de mayores y mejores conflictos, ya es una aclaración reiterada en ciertos espacios.
En este proceso no se firmara ni alcanzara la Paz. Se firmara, y todo indica que así será, un acuerdo que cierra una confrontación armada de larga duración, dolorosa y sangrienta, entre una pequeña élite económica, política y social de Colombia que se hizo al control del Estado configurándola a su imagen y semejanza, su mejor y mayor negocio, su enclave para mantener sus riquezas y privilegios, acomodando toda una estructura Nacional a sus particulares necesidades, una elite que se han hecho al manejo del Estado casi que por línea familiar, nada más ver la coincidente línea familiar en la línea presidencial del País, contra un grupo de campesinos, afros, indígenas que se armaron para defenderse y para exigir cambios, todo, fruto de la exclusión, la persecución y la presión, un grupo de hombres y mujeres que no vieron otra opción que alzarse en armas.
Es también claro, que sin esta guerra entre estos actores enunciados (pues aún quedan otros en franca Lid), se abre un mejor espacio para reconocer sin distractores, los profundos y reales conflictos que aquejan al país, conflictos que hoy se han agravado, profundizado y enquistado en la cultura del país.
Murallas de esta avanzada etapa de negociación y de tránsito hacia un escenario post.
Existen algunas murallas, que consideramos importantes para tener en cuenta en un escenario post-negociación:
La existencia de una sociedad que NO vibra al mismo ritmo que se supone generaría un hecho histórico como el que estamos viviendo. La sociedad anda absorta en un sinfín de distractores, la estrategia mediática de confusión, minimización, desinformación ha sido efectiva, el común, la masa anda desinformada, saben más de Hames y sus altibajos, sus goles que del futuro del país, que de los temas esenciales, una masa sin acceso a una información que le permita hacer lectura de la realidad, esta termina elaborándose a través de unos medios que mueven afectos y no conciencias, una opinión publicitada, no una opinión pública, en Colombia la gente atina a repetir lo que medio escucha de “Julito de la W” o a “Darío Arizmendi de Caracol” o a “RCN”, medios sesgados, que indican en ultimas a quien o a qué se debe dirigir el odio visceral, aún y sin razones reales, de fondo. Medios que domestican y mueven emociones de la masa en favor de intereses definidos.
Unos medios de comunicación al servicio de los poderes económicos. Una contundente concentración del poder mediático en el poder económico, hace rato los medios dejaron de ser democráticos, y asumieron la terea de adoctrinadores y paladines de una elite dominante, medios que engendran odio, división, confusión; medios que hacen de la edición su mejor y contundente arma. Fábricas de irrealidades. Los medios de comunicación han hecho una gran tarea, normalizar una forma de vivir irreal, de búsqueda de lujos, de confort rápido y fácil, la vía más ágil para hacerse a bienes, una sociedad del consumo total que no se corresponde con una sociedad altamente empobrecida a todos nivel.
Una creciente paramilitarización bajo la lógica del control total. Ejemplo claro Medellín, dominada por donde se le mire, por actores que aun y a pesar de su profunda ignorancia de todo orden, hacen gala de su barbarie para controlar vida y territorio, venta de huevos, arepas, distribución de mercancías, droga, etc., etc.
Unos centros universitarios ajenos a la real realidad. Más preocupados por su funcionamiento administrativo, verdaderos centros de negocios, una mercantilización de la educación; instituciones que jugaron un papel en esta sangrienta guerra, en unos casos con su silencio, en otros como actores directos en tanto correas de transmisión de ideologías y políticas nefastas para el país, en otros casos como acicate en la generación y desarrollo de proyectos que cohonestaron con políticos y políticas criminales. Centros universitarios en donde se sigue enseñando irrealidades, conceptos ficcionados sin cuestionamiento alguno, acríticamente: democracia, libertad, estado, legalidad, legitimidad, soberanía, dignidad. Entre muchos otros conceptos que se transmiten sin fondo sin conexión con la realidad. A esto se suma la insistencia en desarrollar un currículo que no taca la realidad de las regiones, las construcciones comunitarias, etc. Un abandono de su esencia y filosofía.
Se hace necesario hoy, de manera urgente, como tarea POST para los centros Universitarios y la sociedad:
Abrir espacios permanentes para un gran debate social. ¿Qué papel jugamos como sociedad en mantener condiciones de violencia y exclusión? ¿Cuál nuestro grado de responsabilidad? ¿Nuestro silencio, nuestras posturas como alimentan una sociedad irreflexiva, violenta? Es claro que en una sociedad como la que nos ha tocado vivir, ninguno es neutral, el decir que quien “no toma partido”, de facto, ya ha tomado parte de un sistema de cosas injustas. Así mismo, abrir un amplio debate sobre el papel de los sectores sociales y populares en la definición del futuro del país, la necesaria autocrítica sobre el cómo hacemos lo que hacemos, como se administran los recursos y las redes de relación, esos principios éticos que no pueden ni deben diluirse en las prácticas...
Que los centros Universitarios retomen su papel. Los centros universitarios están llamados en esencia a aportar en la recuperación de la vida, la dignidad, la superación de la mercantilización de todos los sectores de la vida, abrir escenarios para soñar, debatir, construir camino, nada está hecho, debemos encontrarnos como sociedad diversa, construir, superar la perdida de lo colectivo, retomar el sentido de lo público, de lo esencial para el Bien vivir... y si las instituciones, su aparato burocrático no lo hacen, entonces construir Contra-Universidades dentro y fuera de las universidades para hacer lo que de hecho deben hacer.
Abonar a la construcción de una urgente Ecología del Saber: no solo el saber científico y legado de la modernidad sino que se debe seguir rescatando el saber de las comunidades campesinas, indígenas, afros, raizales, ir a las comunidades, a los territorios, aprender, entrecruzar, complementar, validar, desde lo propio, desde las realidades diversas y concretas, superar la mirada hegemónica del saber que inyectan las instituciones de educación superior.
Aportar en la defensa del territorio y los recursos. Tal vez la tarea más importantes y de mayor calado, como construir o reconstruir centros universitarios donde se construya desde abajo, formas de producción, tecnología para el buen y bien vivir, mercados alternativos no bajo la lógica confusa del mercado verde que termina siendo otra cara del mismo sistema, recuperar y articular saberes, darle contenido a eso que se ha dado en llamar territorios para la paz, investigaciones que den cuenta de la real realidad del país, interpretando, analizando, generando insumos para fortalecer agendas sociales, agendas de gobierno que puedan incidir en la toma de decisiones de las poblaciones, de las regiones y en la formulación de políticas públicas que se deriven de las agendas sociales y de gobierno desde abajo, una tarea de articulación real, técnico, que posibilite ser más eficientes en los procesos de transformación.














