Héctor Abad Gómez En Unaula Presente Hoy Y Siempre

Linea Conflicto Social y Paz

Conocí de cerca al maestro Héctor Abad Gómez. El día que fue asesinado vi su cuerpo en el pavimento cerca de la sede de Adida. Ya habían asesinado a Felipe Vélez, quien alcanzó a terminar derecho en la Universidad Autónoma Latinoamericana. Moñona hicieron los infames que han odiado los Derechos Humanos y a las personas que los defienden. Ese día lloré como nunca, sentí que me desvanecía.

Leonardo Betancur, Héctor Abad Gómez, Luis Felipe Vélez Herrera ahí estaban acribillados. Jamás los olvidaré porque de ellos aprendí la sensibilidad por la vida y la certeza de que luchar por una patria en donde tengamos el derecho a ser felices es algo noble. Con solo leer la obra “manual de Tolerancia” de el médico y fundador de Unaula queda un sensación de tranquilidad espiritual. Escribió sobre la tolerancia y lo asesinaron los infames e intolerantes que ocultos en la trama del estado vigilan para impedir el pensamiento crítico.  Veamos algunos  comentarios de la obra del maestro  publicadas en una Revista de la Universidad de Antioquia:

“Mas esta voz profética, que tradicionalmente se pondría por encima de las masas para guiarlas, se esmera aquí en resaltar sus propios límites. Se declara, como se mostró anteriormente, al mismo nivel de aquéllos a quienes se dirige. Enmienda la fórmula bíblica para incluir a hombres y mujeres, en un gesto contemporáneo de lenguaje autoconsciente ("hombres y mujeres de buena voluntad"). Insiste, desde el primer párrafo, en el sano derecho a disentir: "concedo a todos aquellos que estén en desacuerdo básico con las ideas que voy a exponer, la mejores intenciones" . Destaca además "el valor de admitir que no se sabe, que se duda, que no se está seguro" No vacila en reconocer sus yerros: "Lo que deberíamos hacer los que fuimos alguna vez maestros sin antes ser sabios, es pedirles humildemente perdón a nuestros discípulos por el mal que les hicimos". En ejercer la autocrítica: "Mi diletantismo quedará revelado en esta compilación desordenada y casi que caótica" En confesar sus deficiencias: "Sé muy poco de las culturas indígenas" Y, sobre todo, respeta la diversidad y asume una complicidad benevolente con cualquier otro ser humano: "Creo que nos podremos poner de acuerdo en lo siguiente: toda persona, por uno u otro camino, lo que consciente o inconscientemente está buscando es su propia felicidad. Se trata, pues, de un Yo que ensaya diversas poses y subraya sus propios límites. Por esta razón, su capacidad de acción autónoma se relativiza a la vez que gana potencia. Se relativiza, por saber que su identidad es un cruce sucedáneo de discursos y perspectivas. Gana en potencia, porque explora su campo de acción, negocia alianzas, moviliza recursos y se renueva en el cambio.

Yepes, Enrique. "Fuera Yo: El Manual de tolerancia de Héctor Abad Gómez". Revista Universidad de Antioquia (Medellín-Colombia) 262 (Oct. 2000): 105-110.

El texto manual de tolerancia del maestro Héctor Abad Gómez,  no es una obra para descrestar por su soporte bibliográfico, pero sí es un trabajo que apunta a desmontar costumbres  excluyentes e intolerantes presentes en nuestra sociedad desde hace más de 200 años. Cuando leí el manual de tolerancia volví mi pensamiento a esa maldita en donde quedaron muertos mis admirados amigos de utopías. En nuestra Unaula poco sabemos del maestro fundador, porque siempre he sostenido que las Instituciones se tornan tan insensibles como los ladrillos que sostienen su construcción.

En el Manual de tolerancia, el Yo hablante es levemente distinto. Esta levedad adelanta una ruptura radical con el Yo imperial. Tan radical, que no se percibe como contestación diametralmente opuesta a esa primera persona absolutista. Oponerse a ella de modo irrestricto sería repetir su modus operandi: es precisamente la producción de un adversario lo que da consistencia a este Yo dominador que se ha ideado e idealizado en Occidente, al menos durante los últimos seiscientos años. El sujeto que emerge del Manual de tolerancia, en cambio, abraza a este Yo, marcando sus límites dentro del espacio que se cierra entre los brazos. Al señalar sus límites, no sólo diluye sus pretensiones dictatoriales, sino que reconoce sus posibilidades como un elemento inserto en una estructura psíquica más abierta. Desarma sus pretensiones exclusivas con la humildad de su inclusión en un horizonte de incertidumbres y en una trama de diversidades”.Yepes, Enrique. "Fuera Yo: El Manual de tolerancia de Héctor Abad Gómez". Revista Universidad de Antioquia (Medellín-Colombia) 262 (Oct. 2000): 105-110.

El academicismo y los textos posmodernos, diluyen la esencia de la tolerancia; discursos que impiden la cercanía desde la piel al problema de los Derechos Humanos, la inclusión y la tolerancia. Nosotros mismos sin advertirlo, estamos carcomidos por idearios arbitrarios y excluyentes, porque esos son los afanes que nos propone el nuevo siglo. Las personas pasan a ser códigos y los derechos humanos se convierten en obsequio de los que tienen el poder y no en aquello a lo que tengo derecho por ser un ser humano. En el manual de tolerancia del ilustre médico, se percibía una extraña tranquilidad frente a la certeza de la muerte; quizá en su interior sabía que en este país de infamias lo más seguro que se tenía era la muerte. Quizá sea la extraña paradoja de los seres humanos íntegros que perdieron el miedo para ganar todo, ese creo a mi modo de ver fue Héctor Abad Gómez. Recuerdo cuando leí la obra “el olvido que seremos” de Héctor Abad Faciolince, sentí mucha nostalgia pero algo en este texto faltó. Creo que el  escritor, omitió voluntariamente el papel de su padre en la creación de la Unaula. Al cabo de los tiempos otro fundador me expresó: “la familia nunca estuvo de acuerdo en esta tarea de fundación de l¿ nuestra Universidad, porque el Dr. Héctor Abad, hipotecó la casa familiar para apoyar la compra de la edificación en donde hoy está la Universidad sobre todo la parte administrativa. Puso en peligro el patrimonio familiar para impulsar la idea de crear una universidad nueva y distinta.  Veamos una idea asombrosa del maestro:

“Decía Montaigne que la filosofía era útil porque enseñaba a morir. Para mí, que en este proceso de nacimiento-muerte que llamamos vida estoy más cercano a la última etapa que a la primera, el tema de la muerte se va haciendo cada vez más simple, más natural y aun diría que -no ya como tema sino como realidad- más deseable. Y no es porque esté desengañado de nada ni de nadie. Tal vez todo lo contrario. Porque creo que he vivido plenamente, intensamente, suficientemente. Héctor Abad G. Manual de tolerancia página 79

Hace mucho más de dos décadas fue este execrable crimen y aún continúan desconcertándonos   asesinatos de muchas personas que imaginan una sociedad justa.  La muerte de nuestro médico y fundador  tuvo lugar en la sede de una asociación de educadores, digno escenario para un hombre que debatió copiosamente el sentido y valor político de lo que él llamaba "una educación libre" como antídoto de la violencia y la miseria, un hombre que dedicó sus últimos lustros a la labor docente y que instaba a sus alumnos con el saludo: "¿Qué ha pensado usted hoy?" Además, enfrenta la muerte junto a otro profesor y activista, como testimonio de su disposición al trabajo en equipo y a la acción colectiva. Jamás se borrará de mi mente esa imagen dolorosa; quizá esta ha sido una de las razones por las que pocas veces voy al lugar en donde cayeron mis amigos, siento nostalgia porque a más de 20 años no se ha hecho justicia, aunque los Castaño Gil en sus confesiones expresaron su aporte en este atroz crimen.

“El Manual de tolerancia no es una gran obra genial. No presenta ni un cuerpo ideológico impecable, ni una fuerza poética conmovedora, ni una coherencia irrebatible. En cambio, ejerce el poder de la microestrategia, de esas "pequeñas grietas llamadas a desmontar inexorablemente las posiciones totalitarias", y pone en escena una subjetividad fundada en la escucha y en la capacidad de ceder, de negociar, de mediar, de desplegar una firmeza flexible. Es una subjetividad dislocada, difícil de localizar, que sabe doblarse y salir airosa tras escurrirse por entre las hendeduras del lenguaje y  pensamiento comunes, de lo que Julio Cortázar llamaba "la Gran Costumbre". Esta subjetividad se sirve del proyecto moderno de autonomía sin empantanarse en los privilegios y exclusiones que tal proyecto estatuye. Su autonomía es un continuo proceso de búsqueda y autocrítica, como la que plantea Castoriadis, consciente de que lo social, en cuanto producto de la imaginación colectiva, puede modificarse mediante la circulación de imágenes alternativas. Es, en suma, una subjetividad valerosa, humilde y futurista, que propone la entereza de abrazar y transformar a Colombia hacia adentro y desde fuera de sí misma, igual que el Yo se constituye desde fuera, desde su otredad interior. Mucho más de doscientos años tiene en su bagaje el Yo así desplegado, que se nutre de la tradición decimonónica, coquetea con el ideal del progreso, y se acoge al papel mediador que implica una era de globalización y de tolerancia todavía por construir. Yepes, Enrique. "Fuera Yo: El Manual de tolerancia de Héctor Abad Gómez". Revista Universidad de Antioquia (Medellín-Colombia) 262 (Oct. 2000): 105-110

El dicho: los hombres pasan y las Instituciones quedan; más duro aún podríamos decir como lo expone Emil Cioran “somos seres inexorablemente para la muerte”. Me sostengo en esta idea que a propósito del recuerdo al maestro Héctor Abad Gomez: los hombres pasan y las buenas y gratas Instituciones quedan. Mejor aún,  los grandes hombres que aportaron a la construcción de instituciones, podrán morir, pero sus aportes nunca se olvidarán. Los buenos hombres como las buenas instituciones quedarán en el imaginario individual y colectivo de nuevos procesos de búsqueda. En eso caminamos en la Unaula, y aunque muchas cosas de su ideario fundacional se hayan diluido, la esencia libertaria y el espíritu de hombres como el Dr. Héctor Abad Gómez siempre estarán ahí. Porque el espíritu tal como lo define Hegel es” el pensamiento cabalgando en la historia”. La historia de nuestro país está plagada de infamias, de atrocidades, de injusticias y de crímenes de lesa humanidad; Héctor Abad Gomez, Ramón Emilio Arcila, Luis Felipe Vélez H, Jaime Garzón, Leonardo Betancur, Pedro Luis valencia, Jaime pardo Leal, Bernardo Jaramillo Ossa, Pizarro León Gomez, Guillermo cano,  y todos aquellos hombres y mujeres que se atrevieron a imaginar una sociedad justa. Por esos muertos nuestros muertos ni un minuto de silencio. Por ellos, continuamos caminando tras la utopía.

Terminemos esta reflexión  con esta idea del texto: manual de tolerancia de nuestro fundador:

Explícitamente nombrado y racionalmente repudiado, el gran adversario de este Yo es el fanatismo, al que vuelve con frecuencia como un fantasma por diluir de la propia conciencia. Vinculado a la violencia asesina, al deporte como opio que adormece las aspiraciones de cambio, al dogmatismo político y religioso, el emocional fanatismo, aunque se le concede el crédito de actuar con las mejores intenciones, es criticado en nombre del "progreso y [de] un modo de ser racional de los pueblos" . Quizás una de sus críticas más enérgicas es la que asocia nuestro sentido de nacionalidad con el fanatismo: Algunas organizaciones, sectas, comunidades, religiones, y algunos partidos políticos y aun naciones enteras, se encierran en su propia "verdad" y no admiten nada que venga de fuera. Una de estas naciones es Colombia, uno de estos partidos es el comunista, una de estas religiones es la católica. Con pequeñas grietas, llamadas a desmontar inexorablemente estas posiciones totalitarias, estamos asistiendo a la lucha de instituciones que se resisten al cambio, que llevan en su mismo seno las contradicciones que harán o que se modifiquen o que perezcan. Yepes, Enrique. "Fuera Yo: El Manual de tolerancia de Héctor Abad Gómez". Revista Universidad de Antioquia (Medellín-Colombia) 262 (Oct. 2000): 105-110

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