El caudal informativo de las últimas tres semanas, refleja, como nunca, lo complejo del proceso de paz en nuestro país.
De los entusiastas anuncios, se ha pasado a los análisis de lo que piensan los gobernantes, la clase política, los empresarios, ganaderos, terratenientes, militares, ex militares y analistas del régimen, que aprovechando sus medios de información, dejan claros sus intereses, su condición de poder y dentro de ello un pensamiento sobre la paz, que no cambia en nada la esencia de lo que siempre han plantado; la paz para ellos es la desmovilización de la insurgencia y el silenciamiento de la lucha y la rebeldía popular como fórmulas para que se acabe el conflicto que estremece a Colombia.
Por entre los vericuetos de esta avalancha informativa, se han colado algunas voces disonantes, del torrente silencioso de la sociedad colombiana, que ve la paz como un proceso de nuevos rumbos, de cambio estructurales, de solución a problemas económico-sociales, aplazados y truncados desde siempre.
Entre estas dos posiciones y visiones contrapuestas, está entrampada la paz, ante el peligro de un nuevo sacrificio.
No hay duda que empeñarnos en construir un camino hacia la paz, es una tarea monumental y estamos ante ese reto.
Llegar a un nivel de encuentro, de las dos posiciones arriba planteadas, será el punto de partida y ello implica reconocernos sin tapujos, como parte del problema existente y partes por tanto de la solución.
Considera el ELN que ese nivel de encuentro, para iniciar el proceso de paz, no puede asignársele únicamente a una mesa de dialogo gobierno insurgencia, esa es solo una parte de la fórmula, la otra parte determinante, es la acción decidida de todas y todos los colombianos, para construir ese proceso. Los dirigentes populares y sociales deben entenderlo a plenitud, aprovechando sin desmedro este momento valioso y definitivo.
Para difundir lo que se piensa sobre la paz, la clase gobernante y los dueños del poder, tienen todos los medios de información e impactan al mundo en tiempo real, las grandes mayorías ansiosas de paz están urgidas de crear canales de expresión y sus organizaciones deben asumir esta tarea indispensable. Esto es parte importante de la construcción de los caminos de paz.
En menos de un mes, Colombia será sacudida por un caudal humano que llenará las plazas y recorrerá las calles de las grandes ciudades, en una nueva jornada de lucha y resistencia, su voz será oída aunque los dueños del poder pretendan silenciarla, tergiversarla.
Sin duda el clamor por una salida política al conflicto que tenga al centro la justicia y equidad social, la democracia y la soberanía, se hará sentir. Se expresará entonces con nitidez que esa paz la construye la inmensa masa de pueblo y de nación, a través de agendas concretas, de mecanismos expeditos y canales claros, donde sus mandatos se conviertan en ley y dejen de caer en el vacío como tantas veces ha ocurrido.
Este es un nuevo momento y no se puede repetir la historia, las grandes mayorías, unidas y organizadas, serán por fin las rectoras y labradoras de la paz que las redima porque habrá sido construida por ella misma.
Definitivamente, las gentes han comprendido que no están representadas en una democracia de mentiras, que trafica y se enriquece con su tragedia, que se absorbe en sus corruptas instituciones y se esfuerza en encontrar formulas perversas para acallar las voces de lucha y resistencia, como manera de proteger y acrecentar sus interses.
Mujeres y hombres del pueblo y la nación, ustedes saben que la paz es la superación de las causas que originaron el conflicto social y que dieron origen al levantamiento en armas de la insurgencia, esa paz se alcanza en denodada lucha, en sólida organización y definitivamente no se logra en un acto sino en un proceso que debemos construir. Aceptemos el reto que es de todas y de todos.