De todo lo que ha trascendido de la vida y obra del narcotraficante Daniel Barrera Barrera, alias El Loco, hay una inquietante información que ha empezado a circular desde su captura el pasado martes en San Cristóbal (Venezuela): su supuesta cercanía con el general (r) Mauricio Alfonso Santoyo Velasco, hoy detenido en una prisión federal de Virginia en los Estados Unidos por su colaboración con las autodefensas entre 2001 y 2008.
“Era vox pópuli su vínculo con Santoyo”, afirmó un exparamilitar consultado. Todo parece indicar que fue en 2002 cuando al ala narca del llamado bloque Capital llegó Daniel Barrera. Nunca hubo afinidad ideológica. Esto era un asunto de negocios y de droga. De hecho, El Loco tuvo graves diferencias con los comandantes del bloque Miguel Arroyave y Henry de Jesús López, alias Mi Sangre. Las mismas fuentes corroboraron que se habrían efectuado pagos para asesinar a Mi Sangre.
Aunque para la DEA, otras agencias antidroga, la Fiscalía y la Policía de Colombia están más que claros los vasos comunicantes entre Daniel Barrera y las Farc, en el mundo de la mafia, del narcotráfico puro, no existen fronteras imposibles. Barrera es el mejor ejemplo de alianzas entre bandos irreconciliables. Desempolvando viejas relaciones con Rodrigo Zapata —muy cercano a Vicente Castaño—; Gustavo Tapias Ospina, alias Techo; Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, y Carlos Mario Aguilar, alias Rogelio, El Loco terminó cruzando sus andanzas con la guerrilla y la ‘Oficina de Envigado’.
Es en este contexto en que llama más la atención lo revelado por varios desmovilizados a El Espectador. Es decir, que el entonces coronel Mauricio Santoyo Velasco conoció a El Loco y “lo llevaba y traía a todas partes”. Evadiendo la mano de la justicia, sin mayor protagonismo ni figuración, durante un tiempo el centro de operaciones de Daniel Barrera estuvo en Bogotá, en la zona aledaña al centro comercial Hacienda Santa Bárbara.
Una de las sedes alternas para la gestación del bloque Capital se dio allí hace más de una década. Para entonces ya El Loco tenía una relación de vieja data con los comandantes guerrilleros Géner García Molina, alias John 40, y Tomás Medina Caracas, alias El Negro Acacio, los encargados por las Farc del manejo del narcotráfico en la zona de influencia de Barrera en Guaviare y los Llanos.
Lo que fue una constante en el paramilitarismo, era una excepción en la guerrilla: las pugnas de poder. Así fueron asesinados, para no ir muy lejos, Doble Cero, los hermanos Vicente y Carlos Castaño y el propio Miguel Arroyave. En esa guerra entre mafias, que terminaron unidas por una sigla, conforme los crímenes se consumaban, los sobrevivientes se quedaban con los réditos del negocio. Así fue prosperando El Loco. Al tiempo que consolidaba su alianza con las Farc, amasaba más y más poder como consecuencia de la fragmentación que terminó por imponerse en las filas paramilitares.
El mismo Barrera en un momento fue prácticamente objetivo militar de los paramilitares por orden de Carlos Castaño Gil. Sin embargo, ya el poder emergente de El Loco era tan fuerte y sus amigos en las autodefensas tan ladinos, que el capo evadió la amenaza. Como le dijo un investigador a este diario, “El Loco tuvo la particularidad de moverse en muchos frentes mientras capoteaba a sus enemigos o se mantenía al margen de las confrontaciones. Por eso durante muchos años, aun con tanto poder, no era muy visible lo que hacía”.
El episodio Santoyo tendrá que aclararlo la justicia norteamericana. Pero lo que sí pudo establecer El Espectador es que desde hace casi ocho años Barrera ya figuraba entre los objetivos de la DEA. Incluso cuando el narcotraficante Gabriel Puerta Parra, conocido como El Doctor, fue extraditado a los Estados Unidos en 2006, agentes norteamericanos le mencionaron el nombre de El Loco. Aunque ya de antemano tenían pruebas de que su vínculo más fuerte era con las Farc.
Y los correos electrónicos que reveló El Espectador, en su edición del pasado jueves, son más que ilustrativos. El primero de ellos está fechado el 10 de julio de 1999, y en éste el Mono Jojoy le escribió a Romaña que El Loco “ha sido viejo amigo de las Farc”, que les compraba camionetas y les prestaba plata para cruzar negocios. “Nos ha ayudado con inteligencia a conseguir más de $5 mil millones. Lo considero leal con nosotros”.
En otro e-mail, de julio de 2008, una semana después de la exitosa ‘Operación Jaque’, en la que fueron liberados tres contratistas norteamericanos, la excandidata presidencial Íngrid Betancourt y 11 integrantes de la Fuerza Pública secuestrados, Jojoy volvió a reafirmar los estrechos vínculos de la guerrilla con Barrera e incluso revela que el capo estaba en capacidad de prestarles hasta US$400 mil para sus actividades (ver facsímiles).
Y más adelante se lee que la guerrilla le pidió US$10 millones a Barrera. Los propios organismos de inteligencia colombianos tenían claro que al margen de las vueltas del narcotraficante con algunos colados en el proceso de paz con las autodefensas, el fuerte de Barrera siempre estuvo concentrado en el frente 43 de la guerrilla. Con los años fue cooptando más estructuras subversivas y repartiéndose con ellas las ganancias del ilícito negocio.
En esas andanzas trabó nexos con los narcotraficantes Julio Lozano, Luis Agustín Caicedo Velandia y Claudio Javier Silva Otálora, jefes de la mayor organización criminal desde el ocaso de los carteles de Medellín y Cali. Una banda que logró infiltrar la justicia y a la que se le responsabilizó de haber traficado 912 toneladas de cocaína y haber lavado US$10,5 billones producto del narcotráfico. Es más, cuando la Unidad Antimafia de la Fiscalía los judicializó, se dijo que ellos eran los verdaderos patrones de El Loco.
Sin embargo, él parecía no tener jefe alguno. Desde que entró al mundo de la mafia en 1988, por cuenta de su hermano mayor Ómar, Barrera ha sido un hombre que ha mandado sobre sí mismo. Sólo estuvo preso en 1990 después de que asesinara uno a uno a los sicarios que segaron la vida de su hermano Ómar. Fue detenido en San José del Guaviare, pero apenas purgó ocho meses entre rejas, pues se fugó y suplantó la identidad de su hermano Arnoldo —quien tiene síndrome de Down— para desaparecer sus pasos. Poco a poco otros de sus hermanos empezaron a trabajar con él: José Demetrio, Rubiel, Álex o César. Después tuvo nexos con los narcos del norte del Valle Betto Rentería y Johny Cano.
Junto a sus colaboradores Danilo Bustos Suárez, Armando Gutiérrez Garavito y Wílmer Ospina Murillo lavó dinero a sus anchas, al tiempo que cruzaba negocios con Pedro Oliverio Guerrero, alias Cuchillo, el fundador del llamado Ejército Revolucionario Antisubversivo (Erpac), quien cayó muerto en diciembre de 2010 luego de una operación de la Policía en Meta. Parte de la información que habría servido para ejecutar ese operativo la habría deslizado Daniel Barrera a través de sus emisarios.
“En todos sus años traficando él logró tener muchos amigos en la Fuerza Pública, muchos”, le dijo a este diario un desmovilizado. Una tesis que confirmó otra fuente muy cercana a su familia. “Pero él no va a hablar”. Tanto llegó a penetrar al Estado El Loco, que una empresa de transporte, que le había sido arrebatada a un testaferro suyo, volvió a sus manos. Danilo Bustos fue padrino de matrimonio de Justo Pastor Báez, a quien la Dirección Nacional de Estupefacientes lo nombró depositario de la empresa de Bustos y de El Loco. El ratón cuidando el queso. Por este caso tuvo que renunciar el director de la DNE, Ómar Figueroa.
Las autoridades calculan que desde 2007 Daniel Barrera había instalado su centro de operaciones en Venezuela. Iba y venía con relativa frecuencia. La DEA, la Fiscalía y la Policía comenzaron a estrechar el cerco y, finalmente, el pasado martes, saliendo de una cabina telefónica en San Cristóbal, fue detenido. No se demoró mucho en reconocer que era el narco más buscado de Colombia. Las autoridades le pagarán a un sobrino suyo que lo delató la recompensa de $5.000 millones. Por fin había caído el capo de capos, el mismo que hablaba hasta de política con comandantes de las Farc como Pablo Catatumbo o Timochenko.
Mientras el gobierno venezolano define cuándo lo deportará al país, muchos de sus excolaboradores aún se preguntan si El Loco contará en Estados Unidos todo lo que sabe. En ese mismo dilema está muy seguramente el general (r) Mauricio Santoyo.
Los que se escondían en Venezuela
Desde hace varios años en Venezuela vienen cayendo las grandes figuras de la delincuencia. Fue en el vecino país donde se logró la captura de Carlos Rentería Mantilla, alias 'Beto Rentería', el 3 de julio de 2010.
Ese mismo año el exparamilitar Javier Urango Herrera, alias 'Chely' tampoco pudo seguir escondiéndose y fue detenido. El siguiente en ser capturado en abril de 2011 fue el director de Anncol Joaquín Pérez Becerra, alias 'Alberto Martínez'.
En mayo y octubre de 2011 también fueron detenidos los guerrilleros de las Farc: Didier Ríos Galindo y Gildardo García Cardona, alias 'Alirio Rojas’
Para noviembre el nombre de Maximiliano Bonilla, 'Valenciano' era el que engrosaba la lista de capturados. En lo corrido de 2012 la cuenta de la justicia finalmente le llegó al exjefe paramilitar Héctor Germán Buitrago Parada, alias Martín Llanos, quien fue detenido junto a su hermano en el Estado de Anzoátegui.
- María del Rosario Arrázola Juan David Laverde Palma | Elespectador.com
(1) http://www.elespectador.com/impreso/judicial/articulo-376697-el-loco-y-conexion-santoyo