Aún es octubre, los colombianos y colombianos de a pie: mestizos, negros, indios, mulatos, raizales, rom y hasta extranjeros nacionalizados que son campesinos, obreros, estudiantes, jornaleros, pescadores, desplazados, vendedores ambulantes, trabajadores terciarizados, pequeños mineros, sindicalistas, funcionarios públicos, respigadores, trabajadoras de maquilas, artistas, ambientalistas, activistas sociales, comunicadores populares, hinchas de fútbol, ciudadanos democráticos, empresarios con identidad regional, defensores de derechos humanos, líderes comunales, liderezas del movimiento de mujeres, sectores de la iglesia que reafirman su opción por la justicia, cristianos, no cristianos pero creyentes, no creyentes... todos y todas rebuscadores de futuro, se aprestan a movilizarse el viernes 19 de Octubre en el Tolima, reclamando el derecho al agua, la vida y la soberanía.
Es en éste territorio, que se extendió en el pasado hasta lo que hoy es el Huila, donde la Cacica Gaitana -en 1538- le sacó los ojos al conquistador Pedro de Añasco, en el que Quintín Lame-en 1900 -dio su lucha por la defensa india del indio, en donde Juan de la Cruz Varela, gaitanista, consolidó la república independiente del Sumapaz en 1946 y en donde las luchas agrarias se desarrollarían con fuerza hasta crear la simiente del nacimiento de las FARC en el año 64, ésta última expresión de la lucha por la tierra que se ha convertido en el gran pretexto de las oligarquías del país para evadir una verdad histórica: que la inmensa brecha social es producto de la acumulación violenta de la riqueza que han hecho a sangre y fuego los sectores que están en el poder, desde hace 200 años.
Esos mismos desde el gobierno, los gremios y las instituciones continúan el despojo. Entregan la riquezas naturales, el subsuelo y hasta el espacio virtual, a la voracidad de las transnacionales a través de los TLC - que golpean especialmente a ésta región del país - a las peligrosas multinacionales mineras que han concesionado el 70% del Tolima y que tiene en Cajamarca una de las grandes amenazas: la mina La Colosa de la Anglo Gold Ashanti; a los grandes megaproyectos energéticos, que tienen en pie de lucha a los campesinos del sur del Huila contra la represa del Quimbo; a los corruptos socios nacionales que bajo la sombrilla de la privatización se roban lo servicios públicos como la empresa ESPUMAS y que hacen grandes negocios con soluciones que impactan la vida de la población, como en el caso del proyectado relleno de sanitario que quiere INTERASEO hacer en Armero-Guyabal empresa pariente de la ESPUMAS y todos a la vez parientes del expresidente Álvaro Uribe Vélez. Es tan grave la situación que la contralora general de la nación Sandra Morelli, ha hablado de que Colombia está al borde “de un desastre ambiental” (El tiempo, 14 de Octubre), varios de los ejemplos citados por ella, están el Tolima y el Huila; hasta la Conferencia Episcopal se manifiesta preocupada por los impactos anunciados por las locomotoras de Santos, de las cuales ya nadie habla, avasallados como estamos por el trencito de las negociaciones de paz.
Es por estás y otras razones, que por cuarta vez se espera que miles de tolimenses se vuelquen a las calles de Ibagué, la ciudad capital, y también de Armero-Guayabal, al norte del Tolima, diferentes instituciones ambientales del nivel local y regional se han pronunciado a favor de ésta movilización, como la Asamblea Departamental del Tolima que aprobó una proposición y el Concejo de Ibagué, que abrió una sesión para que el Comité por la defensa de la vida presentara las razones para la Cuarta Gran Marcha Carnaval.
Los manifestantes por el agua, la vida y la soberanía, esperan cerrar con broche verde un mes de manifestaciones y luchas sociales que han puesto en evidencia que en Colombia todo lo que brilla en los medios es "buen gobierno" mientras que todo lo que brilla en la calle es lucha social y que no todo lo que brilla en la naturaleza es oro.
A juzgar por la repuesta represiva del gobierno y de sus fuerzas armadas a las marchas convocadas en el mes de la indignación, el pasado 12 de octubre, se puede proyectar el tratamiento militar que se va a dar a la luchas sociales y es por esto que es decisivo que los colombianos y colombianas protesten, se movilicen y se organicen de manera contundente y masiva, para exigir en las calles lo que ninguna mesa de negociaciones ni pretende ni puede lograr. La paz depende de verdaderos cambios sociales en el modelo de desarrollo que se esté implementando en el país y esto sólo va a ser el resultado del pulso entre el pueblo movilizado y organizado y los que se enseñorean como dueños del país repartiéndolo a diestra y a siniestra.
El 19 de Octubre los tolimenses le han puesto una cita a la lucha social y esperan que todos los colombianos y colombianas comprometidos con la transformación de éste país, hacia una sociedad justa, democrática y en paz asistan.