Por: Luis I. Sandoval M. El Espectador
Todo en Camilo fue sensibilidad, pensamiento y acción para construir pueblo
Hace dos años por estas fechas escribí Camilo Regresa.
Hoy amplío esta visión porque las circunstancias están mostrando que efectivamente Camilo regresa a los 87 años de su nacimiento (febrero 3 de 1929) y 50 años de su muerte (febrero 15 de 1966) como una de las luminarias en el camino de la transición de la guerra a la paz. Sin soslayar que su generoso y heroico gesto de empuñar las armas, hace medio siglo, en la estela de la experiencia cubana (1959), fue un poderoso estímulo para la rebelión la cual, sin embargo, ni en Colombia, ni en el continente, alcanzó a convertirse en revolución.
“Es evidente que se puede hablar de un Camilo vigente y revisitado (redescubierto). Se explica que vuelva a tener relieve Camilo analista riguroso de la situación del campesinado, de las barriadas empobrecidas de las ciudades, de la violencia social y política en condiciones de extrema desigualdad, Camilo innovador político que acuña el concepto de clase popular para unir a los de abajo y, consecuencialmente, Camilo proponente y líder del Frente Unido que busca la convergencia de partidos, movimientos y no alineados hacia el cambio de estructuras de inequidad y exclusión, Camilo movido por el amor eficaz que considera indispensable que las mayorías populares definan estrategias para acceder al poder”.
Trayectoria vital, estudios y acciones del Padre Camilo Torres Restrepo presentan al observador de hoy un leitmotiv, podría decirse una sana obsesión: construir pueblo, esto es, lograr que el pueblo sea sujeto de su propio destino, sujeto político liberador. Ello se ve a través de su ideario como creyente cristiano y sacerdote católico, de sus ensayos y propuestas como sociólogo, de su multiforme accionar político y en su compromiso como revolucionario en armas.
Todo en Camilo fue sensibilidad, pensamiento y acción para construir pueblo. Camilo es síntesis de los liderazgos abatidos o extinguidos antes que él: Rafael Uribe Uribe, María Cano, Jorge Eliécer Gaitán, y de los liderazgos abatidos después de él: Jaime Pardo Leal, Carlos Pizarro León-Gómez, Bernardo Jaramillo, Luis Carlos Galán... Camilo es síntesis de hombres, mujeres y jóvenes comprometidos con un cambio real y profundo, inclusive síntesis de la colaboración entre cristianos y marxistas como la plasmó el Papa Juan XXIII en su Encíclica Pacem in terris.
El proyecto de transformación, el sujeto transformador y el método para construir uno y otro, en pluralidad, siguen plenamente vigentes al momento en que son más necesarios: el de terminar la guerra e iniciar la construcción de la paz. Camilo fue un hombre de su tiempo, tiempo de revolución, de aggiornamento eclesial, de radicalismo estudiantil. Hombre, cristiano, sacerdote con un afán de coherencia excepcional: su fe no podía ser rito inane, ni convicción atemporal, su Dios de amor lo condujo al amor eficaz. Construir clase popular es, para Camilo, tarea estratégica, del amor eficaz (Camilo: Pensamiento Vigente, Bernardo Arias Figueroa (q.e.p.d), Editor, 2010).
Camilo no sería hoy un sociólogo desactualizado, ni un político despistado. Por eso no es especulación vana pensar que estaría contribuyendo con empeño total a la conquista de una paz transformadora. Quizá estaría pugnando por la Iglesia que quiere el Papa Francisco. Estaría seguramente traduciendo el amor eficaz – mediante conferencias, mensajes, giras, prensa, redes virtuales - en organización, movilización y unión de la clase popular hacia una paz sustantiva. Seguro trabajaría en la construcción de un inmenso frente común para superar la paz de corto vuelo del puñado de primos, unas pocas familias, que sigue gobernando el país.
Dos veces (Bogotá, Ibagué), en mis veinte, vi y oí a Camilo. Recuerdo vibrante, huella imborrable.
@luisisandoval
Tomado: http://www.elespectador.com/opinion/camilo-amor-eficaz














