Por: Alfonso Insuasty Rodríguez *
Reconstruir el pensar y hasta el sentir de una sociedad, es el gran propósito de las élites que ostentan y concentran riqueza, poder y privilegios en Colombia.
Mantener concentrado el poder a favor de sus intereses ha costado guerras, (des)ordenamientos sucesivos poblacionales, cambios profundos en la composición territorial, la configuración de un Estado Capturado; todo un intencionado proceso de ajuste normativo e institucional que favorece sin duda, la hiper-concentracion de riqueza, poder y privilegios.
Estas élites globales, no están dispuestas a ceder, ni en medio de la peor crisis humanitaria, un céntimo a pretensiones redistributiva y de justicia, por el contrario, afinan sus formas y avanzan en sus estrategias.
Ahora bien, las élites locales, sumisas y subordinadas a las élites, instituciones y corporaciones globales, han hecho uso de múltiples estrategias que han aprendido a dosificar, creando entornos propicios para avanzar en la imposición de decisiones que vulneran a comunidades, pueblos y la misma naturaleza, decisiones que bien podría asumirse como el ejercicio reiterado de un genocidio económico, ecológico y social (Vega Cantor, Nuevos criminales de guerra, 2010).
Este (des)ordenamiento (Garay Salamanca & Salcedo Albarran, 2018) social, que se ha ido gestionando gracias a esa fuerte y directa influencia en la toma de decisiones de los Estados por parte de élites y corporaciones, se ha logrado afinar gracias a la aplicación de:
- Una brutal violencia armada cíclica.
- Diversos mecanismos de gestión que conllevan, sin duda, a la Captura del Estado.
La primera hace referencia al uso permanente de una violencia criminal, a la lógica mercenaria, paramilitar que se ejecuta desde: las mismas fuerzas militares en alianza con partidos, empresarios y corporaciones, desde fuerzas paramilitares y el de mercenarios.
El objetivo en éste punto, no es otro que el de alcanzar un control funcional de los territorios estratégicos para la implementación de proyectos del llamado desarrollo, que por supuesto, están anclados a sus intereses particulares (Insuasty Rodriguez, Falsos positivos 2.0 y Paramilitarismo 4G: ¿el aceite del “desarrollo”?. Colombia, 2019).
Por otro lado, gracias al uso de diversos mecanismos, han logrado afinar y profundizar una captura del Estado y sus instituciones, el objetivo: gestar un diseño institucional y normativa que permita, facilite, mantenga y profundizar su privilegio a costa de los recursos públicos. (Oxfam, 2018)s.
En éste orden, han logrado configurar, por un lado, una “democracia (dis)funcional”, a la medida de sus intereses y por otro, una participación ficcionada, inútil, cooptada, atrapada, poco o nada incidente.
Algunos de esos mecanismos por medio de los cuales se ha logrado gestar un Estado Capturado que se soporta en una democracia (dis)funcional y una participación ficcionada, acudiendo a los estudios de OXFAM, son: el Lobby feroz, la financiación de partidos y campañas electorales, sobornos, campañas mediáticas de desinformación, la configuración de latifundios mediáticos, es decir, gremios dueños de amplias cadenas informativas, el aprovechamiento de zonas de oportunidad, cabildeo, el control del conocimiento, revestir de carácter técnico decisiones que son netamente políticas, generar marcos normativos que impiden igualdad a la hora de incidir en la toma de decisiones, judicialización de los actores incidentes de sectores sociales, étnicos y populares, acudir al uso de marchas y protestas incluso, desarrollar una intencionada opacidad de la información relevante que atenta contra sus intereses, gestar planes de desprestigio contra académicos, pensadores y líderes que propenden por una justa redistribución de las oportunidades, riquezas y privilegios (OXFAM, 2019).
Provocar Asimetrías de poder.
Con esta diversificada aplicación de innovadoras estrategias de captura estatal, se suma las estrategias aplicadas para capturar el sentir pensar social. El objetivo de fondo: gerenciar una amplia “asimetría de poder”.
No solo se acumula riqueza y beneficios, sino que también y como consecuencia, se acumula poder, acción necesaria para decidir sin obstáculos, el futuro del grueso de la sociedad y del medio ambiente.
Dicha asimetría provocada, genera y garantiza mayor concentración del poder político y económico, al mismo tiempo, como necesaria contracara, una gran masa poblacional sumisa, inerme, funcional, desinformada.
Quienes intenten contravenir dicha asimetría, construyendo lazos, tejidos, fuerzas, ganando conciencia, poder real, multiplicando las diversas formas de presión y movilización ante las abiertas condiciones de injusticia, recibirán el peso de la fuerza militar, del poder mediático, la criminalización de sus actos, la eliminación física, la aplicación de fuerte estrategia psicológica de guerra sucia, generando así, mayor violencia social, exclusión e injusticia (Zuluaga Cometa & Insuasty Rodríguez, 2019).
Hoy, vemos cómo las élites y corporaciones que han tomado el mando real de los Estados y sus instituciones, extienden, además, sus tentáculos en todo el entramado social, para garantizar a futuro, este (des)orden social que han construido; pretenden así, re-configurar lo que la sociedad cree, piensa, recuerda e incluso lo que lee, hasta observa.
Controlar toda fuente de información, determinar su validez, incluso la validez misma de la ciencia es su propósito. Buscan de múltiples formas, reescribir la mente de toda una sociedad.
Este es el avance en este juego mezquino de poder, en el que, en nuestro caso, la sociedad Colombia ha sido inducida.
Son diversas las acciones simbólicas y reales, que devienen como consecuencia de esa necesidad de re-construir, instalar, validar y difundir un relato explicativo pro-élite, que intente justificar, normalizar, naturalizar modos de hacer y proceder abiertamente insostenibles, injustos e ilegales.
Así, bajo esta lógica, el sistema avanza hacia:
- La construcción de un relato justificatorio de un estado de cosas abiertamente injustas, inequitativas, destructivas del tejido social, los territorios y con el medio ambiente.
- La institucionalización de dicho relato como única verdad en la sociedad, para ello se hace necesaria la captura de las instituciones. Así sucede con el Centro Nacional de Memoria histórica, dirigida por un académico funcional al poder instituido, capaz de gestar un delicado juego de intereses que devienen en la construcción de una historia a la medida, donde la verdad será mentira y la mentira verdad, propio de los dispositivos militares de guerra sucia, de guerra psicológica.
- La difusión de dicho relato institucionalizado, a la medida, garantiza una generación vaciada de sentido y contexto. Para ello se requiere además del apoyo de esos latifundios mediáticos, ganar espacio y control del currículo de Colegios y Universidades.
- La gestión de un relato institucionalizado, incluye la gestión y financiación de proyectos de investigación a la medida. La idea será la de ir disciplinando el pensamiento, vía indicadores, incentivos y cofinanciación.
Vale relacionar éstos casos: La convocatoria del ministerio de ciencia, tecnología e innovación “Hacia una mayor comprensión del conflicto armado, las víctimas y la historia reciente de Colombia”, lanzada en el primer semestre del año 2020, derivada de un convenio (número 952 de 2018) firmado entre MINCIENCIAS y el Centro Nacional de Memoria Histórica, fue ampliamente cuestionado y criticado por sectores académicos, en tanto su sesgo ideológico pretendía prentar de facto, como únicos victimarios a los grupos insurgentes, asumiendo a las fuerzas militares como víctimas, beneficiando de entrada una sola versión de los hechos, generando así las condiciones para que la ciencia se subordine al interés ideológico del gobierno de turno. El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) ha sido cuestionado por tratar de hacer de la memoria otro campo de batalla, a favor de victimarios (El Colombiano, 2020).
En esta misma línea, CNMH publicó un libro sobre conflicto armado gestado por la Federación de Ganaderos de Colombia, dirigida por José Félix Lafaurie, presidente de esa organización gremial, donde se presentaron victimarios como víctimas, re-escribiendo la historia del país, así mismo, presentaron y validaron actos de violencia y agresión como loables y hasta heroicos (Sánchez Arébalo, 2020).
Otro caso, la Revista Alternativa, una revista histórica fundada en los años 79 por Gabriel García Márquez y Enrique Santos Calderón y un grupo de académicos de pensamiento social, militantes políticos comprometidos, con el pasar del tiempos, ésta publicación pasó a manos del maestro Orlando Fals Borda, y ya luego, por falta de apoyo, deja de ser difundida (Guillen, 2020).
Ya en el año 2020, como acto simbólico de dominación y domesticación epistémica, empresarios de ultraderecha, buscando reescribir lo escrito, resignificar, resementizar, se apoderan de la historia de esta revista retomándola, su nombre, pero ahora como instrumento ideológico que buscará sostener una matriz comunicativa que justifique lo injustificable, esa barbarie que sustenta y gesta sus privilegios, esa hiper-concentración de riqueza a costa de tanta sangre, guerra y despojo criminal.
Es un hecho que, Colombia es un país de tiranías gremiales, una suerte de plutocracia mortecina, con una representación política y los poderes públicos a su servicio.
Padecemos de una democracia herida de muerte, que solo funciona como concepto, relato instrumentalizado que pretende ocultar el juego de una representación política cooptada, atrapada por instituciones frágiles, por una cultura de la corrupción aupada desde el mismo establecimiento.
Contamos hoy con un sistema político que se usa para el ascenso social, para ese inmoral enriquecimiento personal y de élites familiares, una entorno plagado de mentiras, traiciones, ignorancia, estupidez y arrogancia.
Todo ha estado, está y parece seguir estando, al servicio de una plutocracia gremial tirana.
Las sociedades necesitan urgentemente gestar con fuerza, cambios de paradigmas institucionales, nuevas arquitecturas organizativas sociales y populares, que hagan nacer expresiones de poder real desde abajo, capaces de construir otra forma de Estado, gestar nuevas formas de relación e intercambio y lo debe hacer de manera urgente pues, este modelo hegemónico vigente, se agotó.
* Docente investigador Universidad de San Buenaventura Medellín, integrante de la Red Interuniversitaria por la Paz REDIPAZ, y el grupo Autónomo Kavilando.
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Garay Salamanca, L. E., & Salcedo Albarran, E. (2018). El gran libro de la corrupción. Bogotá: Planeta.
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