Con alerta de romper acuerdo, 324 labriegos retornaron a sus pueblos. 72 permanecen en el coliseo

Linea Territorio y despojo

Por Víctor Andrés Alvarez. El Tiempo
Aquel granero levantado en tres días, tardaron la mitad de tiempo en desmontarlo. Ni Marina Díaz, ni Albaneli Jaramillo, tampoco Otoniel ayudaron a derrumbarlo. Unos pocos lo hicieron, en silencio, como sintiendo que con ese improvisado local de madera parte de la historia de sus vidas se estaba yendo. Ayer, en el piso, quedaban los palos y la cabuya que sostenían la estructura.

Tan solo era un espacio de cinco metros por tres pero allí, los casi 400 campesinos que llegaron hace siete meses del Norte de Antioquia asegurando ser desplazados por Hidroituango, salían de la monotonía necesaria de un pueblo con una particularidad: había sido construido, provisionalmente, en un coliseo universitario.

Fueron días de zozobra. Una situación que se les tornaba insoportable a los usuarios del escenario deportivo y algunos integrantes de la comunidad universitaria. A ellos, los labriegos, no les quedaba otra opción y con la ocupación del coliseo buscaban ser escuchados.
“Ya no tenemos donde trabajar. Con la construcción de la hidroeléctrica nos quitaron el sustento a los barequeros. Ahora regresamos a Ituango, con ganas, peor con temor de no saber de qué viviremos”, dijo Óscar Arango, uno de los 324 campesinos que este viernes iniciaron el retorno, en cuatro buses, a sus municipios.

Pero no todos se fueron. Setenta y dos personas permanecerán en las instalaciones indefinidamente. Unos porque dicen estar enfermos e incapacitados para emprender un viaje de más de cinco horas, otros porque no tienen a dónde llegar y temen ser asesinados.
Para Isabel Zuleta, de Ríos Vivos y quien asumió la representación de los campesinos, queda un sabor agridulce tras la negociación con la gobernación de Antioquia.

Aunque valora algunos acuerdos, considera que no hubo organización por parte del Dapard para la salida de los campesinos. De paso pidió a los alcaldes de los municipios garantizar la estadía de quienes retornarán.

“Se comprometieron con tres meses de mercados y apoyo para campesinos que perdieron sus casas al sacarlos del río”, dijo Zuleta. Aclaclaró que en los municipios de Ituango y Toledo hay albergues, pero no para todos.

Quienes retornan esperan les cumplan. Los que se quedan, en cambio, cuentan las horas para volver a sus pueblos y dejar el frío coliseo que hoy está más solo que hace siete meses.

VÍCTOR ANDRÉS ÁLVAREZ REDACCIÓN MEDELLÍN

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