¡Sin olvido! Las Cuchas tienen razón

Linea Conflicto Social y Paz

El reciente borrado de murales alusivos a las víctimas de la violencia ordenado por el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, generó una potente reacción popular, en la cual amplios grupos poblacionales se movilizaron para restablecer las imágenes destruidas. ¿cuál es la historia?

 

 

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Por Carlos Hernando Olaya Rodríguez. Historiador.

A esta iniciativa se han articulado artistas y personas que apoyan a quienes buscan saber dónde están sus seres queridos y sobre todo qué paso con ellos. Con esa acción se pone de presente la necesidad de recuperar la memoria de lo que aconteció en medio de las operaciones militares urbanas emprendidas por las fuerzas de seguridad del Estado en conjunto con los paramilitares, entre ellas la llamada operación Orión. 

Para aportar algunos elementos sobre el tema, presentamos el bosquejo de un corto periodo histórico, bastante funesto para la ciudad. (Olaya Rodríguez. 2021)

2002 (21 de mayo). Fuerzas combinadas de la Policía, el ejército, el DAS y el CTI de la Fiscalía, realizaron la Operación Mariscal, en los barrios las Independencias I, II y III, Nuevos Conquistadores, El Seis, El Salado y el 20 de Julio, Comuna Trece de Medellín. Los generales Mario Montoya y Leonardo Gallego dirigieron el operativo.

En la acción fueron utilizadas tanquetas y helicópteros artillados desde donde se disparó indiscriminadamente contra lugares habitados por civiles. Como resultado se registró la muerte de 9 muchachos, y 2 jovencitas de 16 años de edad, además de 37 heridos, entre ellos varios niños y niñas.

A la vez se presentaron 55 detenciones entre los que se encontraban 25 de los heridos, varios de ellos también menores de edad. Las detenciones se realizaron sin órdenes de captura ni pruebas de los supuestos vínculos con los grupos armados irregulares que se perseguían. (Crisis humanitaria en laderas de la ciudad. 22 de mayo de 2002. El colombiano, p. 2a)

La operación Mariscal se inició a las 3 de la madrugada y se prolongó hasta las 3.30 de la tarde. En ella intervinieron mil agentes del Estado, además de sujetos sin identificar, algunos de los cuales cubrían sus rostros con pasamontañas.

La población civil, en plena ciudad, estuvo durante más de 12 horas en medio del fuego cruzado, sin atención humanitaria ni presencia de ambulancias u organismos de salud. Los heridos tuvieron que ser llevados en camillas improvisadas por familiares y vecinos que ondeaban trapos blancos buscando acceder al puesto de salud del barrio San Javier, donde integrantes de la fuerza pública les impedían el paso hacia el centro asistencial.

La prensa notificó que varios de los civiles heridos murieron después en los hospitales donde habían sido trasladados.
Intentando contener la avanzada militar que vulneraba sus derechos, los habitantes del sector realizaron una marcha improvisada pero esta acción colectiva resultó infructuosa.

Las organizaciones defensoras de derechos humanos denunciaron las irregularidades y excesos de la fuerza pública, pero los comandantes militares negaron enfáticamente ante los medios de comunicación haber incurrido en delitos.

Es de anotar que la operación Mariscal se efectuó una semana antes de la elección presidencial, en una acción orientada a influir en la opinión pública respecto al candidato que proponía mano dura. En consecuencia, las elecciones del domingo 26 de mayo de 2002, dieron como resultado el triunfo en primera vuelta del ex Gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez al obtener el 53% de los votos. (Uribe, presidente 2002-2006. 27 de mayo de 2002. El colombiano, pp. 1, 1B y 8B)

Dos semanas después de la operación Mariscal los habitantes de los barrios La Avanzada, Vallejuelos, Olaya Herrera, Las Margaritas y Blanquizal, aledaños a donde se desarrolló la acción militar, salieron a las calles pidiendo la paz. En medio de la marcha las madres de once jóvenes sacaron pancartas con las fotos de sus hijos asesinados a manos de miembros de la fuerza pública, en hechos ocurridos en dos operativos realizados uno el 27 de febrero y el otro el 30 marzo de 2002.

Las víctimas habían sido presentadas como guerrilleros dados de baja en combate. Los familiares de los jóvenes reclamaban que se investigaran los crímenes, declarando que eran muchachos buenos, estudiantes de entre 14 y 17 años de edad. En la denuncia se destaca el caso de una menor de 15 años de edad y su hermano, quienes salieron a las 4 de la mañana para la plaza minorista a comprar verduras. Sus cuerpos fueron encontrados en una zona despoblada cercana del barrio donde vivían. (Denuncian asesinato de once jóvenes. 10 de junio de 2002. El colombiano, p. 7a.)

Pese al clamor de parar la guerra, todos los días se presentaban enfrentamientos con armas de largo alcance. Los combates se presentaban durante horas, en las calles y desde las terrazas de las casas, quedando las huellas de los impactos en los muros, techos y fachadas de las edificaciones. Esto hacía que los pobladores tuvieran que permanecer encerrados durante horas por temor a ser víctima de las balas perdidas. (Civiles, encerrados en barrios. (20 de julio de 2002. El colombiano, p. 12a. Crisis humanitaria en el barrio Popular N. º 1. 26 de julio de 2002. El colombiano, p. 12a.)

No obstante, la guerra urbana cobro su mayor intensidad al iniciarse el periodo presidencial en 2002.

Para calentar el ambiente el sábado 3 de agosto de 2002 los diferentes organismos de seguridad del Estado lanzaron la “operación Antorcha”, en la cual intervinieron fuerzas conjuntas de la cuarta Brigada del ejército, la Policía Metropolitana, la fuerza aérea, la Fiscalía y el DAS. Esta acción tuvo lugar en los barrios Las Independencias, el 20 de Julio, el Salado y Belencito Corazón. En el operativo participaron helicópteros artillados de la FAC. (La operación Antorcha sorprendió a la comuna trece, 4 de agosto de 2002. El colombiano, p. 3a.)

Como resultado se reportó la muerte de un cabo del ejército, además de tres soldados y dos policías heridos. Las milicias populares tuvieron 4 muertos y 10 heridos. Entre los civiles un joven de 23 años de edad y una jovencita de 13 años de edad murieron mientras eran trasladados a centros asistenciales. Otros 14 pobladores también resultaron lesionados, varios de ellos de gravedad. En medio de esta operación 37 civiles fueron detenidos por la fuerza pública.

La mayoría de ellos trabajadores de fábricas de la ciudad, interceptados por la policía cuando salían para sus labores cotidianas. Sus familiares debieron acudir a las empresas para solicitar las constancias de trabajo para presentarlas en los sitios de detención, debiendosoportar largas jornadas para certificar la inocencia de sus seres queridos.

En el marco de los operativos de la fuerza pública en los barrios de la ciudad, el viernes 9 de agosto de 2002 integrantes de la cuarta Brigada del ejército, la Policía Metropolitana, la Policía Antioquia, la Fiscalía y el DAS, emprendieron la operación Orquídea.

Esta acción se presentó en los barrios Santo Domingo Savio, Ocho de Marzo y Juan Pablo II. Según la información de prensa allí participaron 970 efectivos, quienes realizaron 10 allanamientos, en los cuales fueron detenidos 25 supuestos milicianos mientras que uno de ellos resultó muerto. (Duro golpe a milicias del ELN en Medellín. 10 de agosto de 2002. El colombiano, p. 14a.)

Luego, con el propósito de emplear mano dura según lo anunciado durante su campaña, inmediatamente asumió el cargo el presidente de la república Álvaro Uribe Vélez decretó el estado de conmoción interior. La medida empezó a regir el 12 de agosto de 2002. Esta disposición fue diseñada para que el mandatario pudiera asumir facultades extraordinarias después de la ruptura del proceso de paz con las FARC en el Caguán. (Gobierno decretó estado de conmoción interior. (12 de agosto de 2002. El colombiano, p. 8a).

Entre tanto, los gremios empresariales, sumándose a la política de seguridad democrática manifestaron su disposición para financiar las acciones de guerra promovidas por el recién posesionado presidente. Por su parte, las fuerzas militares ofrecían el pago de recompensas a civiles por información que permitiera desmantelar estructuras subversivas.

Esta decisión fue estimulada mediante notas de prensa, en las cuales se veía al comandante de la cuarta brigada del ejército Mario Montoya, entregar fajos de billetes a supuestos informantes. No obstante, los analistas señalaron que las imágenes de prensa y televisión hacían parte de un montaje publicitario.

Sumado a lo anterior se implementó la estrategia de promover la deserción de guerrilleros a través de mensajes de televisión que utilizaban modelos en trajes de baño ofreciéndoles prebendas, lujos y comodidades a los desertores. De esa manera, en medio de la euforia oficial por la disposición gubernamental de atacar con todas las fuerzas a los alzados en armas se intensificaron los crímenes de Estado mal llamados “falsos positivos”.

Como reacción las milicias populares empezaron a movilizarse en numerosos grupos de combatientes, portando fusiles y ametralladoras M60. También empezaron a reclutar masivamente a jóvenes, extendiendo la orden de que los mayores de 12 años de edad debían engrosar sus filas, disponiéndose para el combate a gran escala. (Las calles bajo fuego. (25 de agosto de 2002. El colombiano, p. 14a. Ayer, otra jornada de pánico en la comuna 13, por los combates. 28 de agosto de 2002. El colombiano, p. 12a.)

Al mes siguiente de la posesión presidencial el ejército empezó a lanzar ataques nocturnos continuos. Los disparos perforaban los muros de las casas. Como consecuencia muchos civiles, la mayoría menores de edad, resultaron muertos o heridos. Por la gravedad de la situación los habitantes de estos barrios solicitaban a través de distintos medios un cese de las hostilidades. (En comuna 13 exigen cese de los combates. 9 de septiembre de 2002. El colombiano, p. 11a)

En razón a este despliegue militar, los combates entre la fuerza pública y paramilitares contra las milicias populares se hicieron cada vez más intensos. En los enfrentamientos ocurridos a la medianoche del lunes 7 de octubre de 2002 en los barrios El Salado, Veinte de Julio, y Belencito el Corazón ocho personas resultaron muertas, entre combatientes y pobladores civiles al igual que dos heridos. (Ocho muertos en combates en comuna trece. 9 de octubre de 2002. El colombiano, p. 11a.)

La confrontación militar que se presentaba en el sector noroccidental de Medellín llego a ser de tal magnitud, que el periódico El Colombiano del jueves 10 de octubre de 2002, señaló que la unidad intermedia de San Javier se había convertido, desde inicios del año 2002, en un hospital de guerra, al tener que atender 14 urgencias diarias con casos como hemorragias y amputaciones de piernas y brazos de personas alcanzadas por tiros de fusil y esquirlas de artefactos explosivos.

Además, se reveló que en promedio 12 de los heridos que llegaban semanalmente a ese centro asistencial morían. Las víctimas en su mayoría eran pobladores civiles, entre los que se hallaban niños, mujeres y personas de avanzada edad. (Médicos de San Javier, en cuarentena por la guerra. 10 de octubre de 2002. El colombiano, p. 11a)

Según la prensa, durante el primer semestre de 2002 habían muerto 442 civiles por causa del conflicto armado en la comuna 13 de Medellín. Medicina legal sólo podía hacer los levantamientos varias horas después de haber ocurrido las muertes.

El lunes 14 de octubre de 2002, a las 7 de la mañana, un grupo de milicianos atacaron una patrulla de policía cuando cruzaba por el sector la Ye del barrio 20 de Julio. Un agente murió en el ataque y otros dos resultaron heridos. También murió una joven de 19 años de edad, habitante de una unidad residencial del barrio Santa Mónica N.º 2, víctima de un disparo de fusil que la impactó cuando se asomó por la ventana del apartamento donde vivía. El enfrentamiento se prolongó hasta el mediodía, tiempo en el cual las 300.000 personas que habitaban este sector debieron permanecer encerradas en sus casas. (Despertar de miedo en comuna 13. 15 de octubre de 2002. El colombiano, p. 3a.)

En los ataques fueron disparados fusiles, morteros y petardos, de manera casi ininterrumpida. Los periodistas que acudieron a cubrir el acontecimiento debieron guarecerse en los aleros de los edificios y poco pudieron registrar debido a que también fueron blanco de los disparos. El martes 15 de octubre de 2002 ocurrieron nuevas muertes violentas en los barrios el Salado y Nuevos Conquistadores. Entre las víctimas estaba una jovencita de 12 años de edad.

En síntesis, el conflicto armado en la Comuna 13 de Medellín fue considerado por analistas como una etapa inédita de la guerra interna, en la cual, en un área determinada de la ciudad de Medellín, se presentaron durante meses enfrentamientos continuos entre grupos armados, en una dinámica de ocupación y control del territorio urbano. (Otro día de fuego en la Comuna 13. 18 de octubre de 2002. El colombiano, p. 2a.)

La Operaciones Orión y sus graves consecuencias sobre la población local.

Acatando la orden presidencial de retomar el control de la comuna 13 de Medellín, el ministerio de defensa, en conjunto con el alto mando militar y la dirección de la policía nacional, planificaron meticulosamente la operación que se desarrollaría en los barrios Belencito, El Corazón, las Independencias y el 20 de Julio. En ella participaron 3.000 efectivos de las fuerzas especiales urbanas, el FUDRA, un batallón de contraguerrilla del ejército trasladado desde Melgar Tolima, efectivos del DAS y el CTI de la Fiscalía.

La operación se extendió desde la madrugada del miércoles 16 de octubre hasta las horas de la tarde de ese día. En ella participaron varios helicópteros que ametrallaron en repetidas ocasiones diversos sectores de la comuna. En los choques cuando irrumpió la fuerza pública, tres militares, un policía, un civil y un jefe miliciano murieron. Durante el operativo la población civil quedó en medio del fuego cruzado, teniendo que soportar lesiones y muerte, además de la angustia de sentir sobre sí el fuego indiscriminado. El comandante de la Cuarta Brigada, general Mario Montoya afirmó que la ofensiva apenas iniciaba.

La Operación Orión arrojó como resultado la muerte de diez milicianos y cuatro miembros de la fuerza pública. 14 pobladores civiles también murieron y 40 resultaron heridos. Se efectuaron 80 allanamientos, 120 personas fueron detenidas, se desactivaron dos campos minados ubicados en el barrio Veinte de Julio y un bus cargado de explosivos.

Sobre las desapariciones forzadas de personas en medio de esta operación militar nada se informó, pero los habitantes del área denunciaron la detención de muchas personas que nunca más se volvió a saber de ellas, denuncias que todavía se mantiene. (Bajo fuego cruzado. 17 de octubre de 2002. El colombiano, pp. 1, 2A, 3A y 12A. Ofensiva militar apenas comienza. 17 de octubre de 2002. El colombiano, p. 12a. Entre la tensión y la calma. 19 de octubre de 2002. El colombiano, p. 3a.)

Concluida la primera fase de la Operación Orión, los organismos de seguridad señalaron que habían obtenido el control del 80% de los barrios de la Comuna 13. Es decir que 15 de los 18 barrios de este sector entraron a ser controlados por las fuerzas militares. El CTI de la Fiscalía reconoció que en las operaciones militares participaron "informantes", a quienes se les vio con uniforme camuflado, encapuchados usando pasamontañas, señalando las casas de donde fueron sacadas varias personas.

Según el director del CTI las capuchas permitían ocultar la identidad de los pobladores que brindaban información a la fuerza pública para los allanamientos. Para el ente acusador, después estos sujetos se constituirían en testigos en los procedimientos judiciales, por lo que, según el director del CTI: " ese trabajo se retribuirá con las recompensas oficiales".

La presencia de los informantes vestidos con camuflado y con capuchas fue considerada por diversos analistas como una manera de mimetizar entre la fuerza pública a los paramilitares, conociéndose que varios de ellos habían sido desertores de las milicias y grupos subversivos que actuaban en el área, lo que les permitía detectar a civiles que tenían o habían tenido vínculos con ellos cuando estuvieron activos en la zona. Otros eran miembros de bandas delincuenciales de esas áreas que habían sido reclutados por los paramilitares.

Por su parte, entre las acciones desplegadas en los sectores barriales controlados por la fuerza pública después de la Operación Orión estaban el toque de queda, la ley seca, los allanamientos, el empadronamiento de viviendas, así como la restricción al tránsito de vehículos. Otras de las medidas que se resaltan fueron nuevas detenciones de personas señaladas por informantes encapuchados que acompañaban a los soldados en los recorridos de control. A partir de ese momento la desaparición forzada de personas sería el método principal empleado por los grupos que entraron a controlar el territorito urbano.

Después de la operación Orión, el comandante de la policía, general Leonardo Gallego, tras ser consultado por los medios de comunicación sobre la presencia de los grupos paramilitares en la ciudad, reconoció que en el área metropolitana del Valle de Aburrá se habían asentado tres estructuras de paramilitares: las del Bloque Metro, las del Cacique Nutibara y las del Magdalena Medio. Con ello se corroboraba la información de los habitantes de los barrios del oriente y occidente de la ciudad sobre requisas en retenes permanentes e intimidaciones de grupos paramilitares sobre los pobladores civiles.

Al respecto el periódico El Colombiano del domingo 17 de noviembre de 2002, en primera página, publicó las denuncias de pobladores de la Comuna 13, en las cuales se afirmaba que los paramilitares realizaban retenes y ejecuciones sumarias en la parte alta del barrio San Javier. La Defensoría del Pueblo, por su parte, señaló ante la prensa que tras las acciones militares efectuadas en la Comuna 13, recibió denuncias sobre la desaparición de personas a manos de los grupos que intervinieron en dicha acción. (Barrios de la 13 pusieron fin al aislamiento. 22 de octubre de 2002. El colombiano, p. 10a. Hay mil autodefensas en la ciudad. 30 de octubre de 2002. El colombiano, p. 12a. Autodefensas todavía siguen en la comuna 13. 17 de noviembre de 2002. El colombiano, pp. 1, 8A y 9A.)

En concreto los pobladores de la Comuna 13 señalaron ante la prensa que los paramilitares entraron a los barrios el Socorro y Juan XXIII de la Comuna 13, el sábado 16 de noviembre de 2002, "hicieron fiesta y mataron a cinco". Esta vez las víctimas de los paramilitares fueron tres jovencitas menores de edad, junto a otra joven de 19 años y un joven de 16 años de edad. La gente del sector se preguntaba el porqué de estos crímenes y la explicación que algunos daban era que las víctimas habían sido señaladas de tener vínculos con los milicianos que habían ocupado por años este sector. (Dolor no se quita de golpe en la comuna 13. 17 de noviembre de 2002. El colombiano, p. 8a.)

Pasada la Operación Orión, los pobladores de los barrios Belencito, Betania, El Corazón, 20 de Julio y El Salado celebraban la presencia de la fuerza pública que se asentó en estos lugares, pero a la vez, en muchos otros barrios de esta misma comuna, los habitantes estaban asediados por los paramilitares, quienes aumentaron su presencia desde que ingresaron a estos sectores en medio de la Operación Orión y se quedaron de forma permanente.

De esa manera los paramilitares del Bloque Cacique Nutibara, después de finalizada la Operación Orión, establecieron una presencia permanente en los barrios Antonio Nariño, El Socorro, la Quiebra, Blanquizal, El Pesebre y la Pradera, extendiese luego a toda la cuidad.

Para ilustrar la relación de las fuerzas militares y los grupos paramilitares en la operación Orión, un soldado regular que participó en esta acción de retoma de la comuna Trece, en una de las contribuciones voluntarias para el esclarecimiento de la verdad , señala que después de permanecer en distintas unidades militares en áreas rurales del occidente de Antioquia fue incorporado a una compañía o pelotón especial del batallón Pedro justo Berrio de la Cuarta Brigada del ejército al que le decían PAVO.

El comandante era un capitán pastuso de apellido Cadena y el segunda era de apellido Villamizar. Aunque este grupo estaba adscrito a la cuarta brigada, tenía armamento diferente y su función era actuar como grupo de “limpieza social”. [ Ver declaración en: Olaya Rodríguez, Carlos Hernando. Rutas y escenarios de la expansión paramilitar por el departamento de Antioquia. Una contribución a la recuperación de la memoria histórica del conflicto armado y sus víctimas. Editorial Mutante y Ediciones Bubok. 2021. pp. 231-234]

Sobre la incursión en la Comuna 13 el declarante señala que iniciaron labores de inteligencia entrando al área como recicladores. Las armas las mantenían en los carros de basura. Eso lo hacían en el día porque por la noche no podía estar gente desconocida en esos barrios. Según la declaración la mayor información fue proporcionada por ex milicianos que les dijeron donde había túneles debajo de las casas que comunicaban cuadras enteras. La información era entregada directamente al general Mario Montoya quien era el que tomaba las decisiones.

Cuando ya se tenía toda la información (túneles, quebradas, casas identificadas) se dio la orden de iniciar la operación.

Además de lo anterior en esta declaración se resalta lo siguiente:

Al general Mario Montoya comandante de los operativos sus subalternos le decían “El Loco”, tras señalar que: “el sí sabía para qué es la fuerza armada”. Los integrantes del grupo de “limpieza social” eran las “ñañas” del general.

Según la declaración, debido a que al grupo de “limpieza social” le mataron a uno de los comandantes, les permitieron arrasar con todo lo que se les opusiera. Por eso dice el declarante que hubo tantos muertos inocentes.

Sobre la captura de milicianos el declarante señaló:

“Cuando reportaron la captura de un comandante de las milicias la orden fue que no lo querían ver…entonces para eso utilizábamos el Emos 49 que es la misma bala de la M60 pero pequeña, a nosotros nos dieron la orden que le podíamos meter 30 tiros a un tipo de esos, pues ya sabíamos que era uno de los comandantes de las guerrillas, la orden era que todos los guerrilleros que cogiéramos los matábamos, ya después se los llevaba la Fiscalía… fue una guerra que se permitió todo. Cuando había tanta gente muerta del Estado nos empezaron a meter gente nueva que nos iba señalando quienes eran milicianos…”

También declara el soldado que los hombres de alias Don Berna participaron en los operativos, que ellos eran los que luchaban directamente desde días atrás contra las milicias y que fueron ellos quienes empezaron mostrando el camino y la gente a los soldados. “Ellos se convirtieron en parte del Estado, nos mostraban las casas, solo señalaban, el que señalaban la orden era matarlos…”.

También menciona que le tocó ver el ametrallamiento desde uno de los helicópteros:

“Nosotros estábamos abajo y nos dicen por radio que no nos podíamos subir que esperáramos abajo, eso era una invasión. Pa’ mi eso era hasta bonito, porque eso era como una película, entró el helicóptero que le decían la ARPÍA y eso disparaba y se levantaban techos…El helicóptero entró porque el ingreso a esa invasión fue muy difícil la misma gente del barrio los protegía ya que eran familiares, entonces nos tiraban hoyas, piedras, la gente salía a quitarnos los fusiles, salían a hacer manifestaciones en pleno combate, nos decían que fuera ejército, que fuera paracos, muchos milicianos aprovecharon esta situación y se nos volaron… La verdad nosotros entramos agresivos contra la comunidad, mucha gente quedó mueca, quedaron aporreados, se les quebró la pata, porque se nos pegaban al fusil o las granadas y pues nos tocaba era quitarlos porque de pronto activaban una granada y nos mataban…”

“En los carros se montaron gente que era más inocente, pero los que eran guerrilleros la orden era matarlos…La gente que tiraron a la escombrera ya se encargó las autodefensas…La orden de nosotros era no voltear a mirar, ellos entraban a las casas se sacaban a los tipos y pues no sabíamos para dónde se los llevaban, dónde bombardeo el helicóptero las autodefensas entraron a limpiar. Yo sé, que a mucha gente los tiraron por los lados de la laguna... “.

“…Ya después la gente regresó a sus casas, la demora fue terminar todo…Después nosotros montamos bases militares en las mismas casas donde ellos tenían sus centros de mando…En el control barrial pasada la Operación Orión los informantes que habían sido de las guerrillas y se habían vinculado a los paras se les daba un fusil aparentemente pero no tenían balas, cada día nos acompañaba uno diferente que iba encapuchado, con el fin de andar en el barrio y nos guiaban, a nosotros nos mandaban esos manes el capitán Cadena…”

La anterior contribución a la verdad del paramilitar desmovilizado da una idea muy precisa sobre cómo fue la Operación Orión. El crudo relato del desmovilizado denota la importancia de la inclusión del fragmento para comprender lo que aquí aconteció.

Fuentes:

Olaya Rodríguez, Carlos Hernando. (2021), Rutas y escenarios de la expansión paramilitar por el departamento de Antioquia. Una contribución a la recuperación de la memoria histórica del conflicto armado y sus víctimas. Ediciones Bubok. 2021. pp. 2027- 234.

Crisis humanitaria en laderas de la ciudad. (22 de mayo de 2002) El Colombiano, p. 2a.Uribe, presidente 2002-2006. (27 de mayo de 2002) El Colombiano, pp. 1, 1B y 8B.

Denuncian asesinato de once jóvenes. (10 de junio de 2002) El Colombiano, p. 7a.

Civiles, encerrados en barrios. (20 de julio de 2002) El Colombiano, p. 12a. Crisis humanitaria en el barrio Popular N. º 1. (26 de julio de 2002) El Colombiano, p. 12a.

La operación Antorcha sorprendió a la comuna 13. (4 de agosto de 2002) El Colombiano, p. 3a.

Duro golpe a milicias del ELN en Medellín. (10 de agosto de 2002) El Colombiano, p. 14a.

Gobierno decretó estado de conmoción interior. (12 de agosto de 2002) El Colombiano, p. 8a.

Las calles bajo fuego. (25 de agosto de 2002) El Colombiano, p. 14a. Ayer, otra jornada de pánico en la comuna 13, por los combates. (28 de agosto de 2002) El Colombiano, p. 12a.

En comuna 13 exigen cese de los combates. (9 de septiembre de 2002) El Colombiano, p. 11a. Civiles aislados en la nororiental. (12 de septiembre de 2002) El Colombiano, p. 12a.

Ocho muertos en combates en comuna 13. (9 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 11a.

Médicos de San Javier, en cuarentena por la guerra. (10 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 11a.

Despertar de miedo en comuna 13. (15 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 3a.

Otro día de fuego en la Comuna 13. (18 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 2a.

La comuna 13 de nuevo se ve envuelta por el fuego cruzado. (17 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 2a.

Bajo fuego cruzado. (17 de octubre de 2002) El Colombiano, pp. 1, 2A, 3A y 12A.

Ofensiva militar apenas comienza. (17 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 12a.

Entre la tensión y la calma. (19 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 3a.

Barrios de la 13 pusieron fin al aislamiento. (22 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 10a.

Hay mil autodefensas en la ciudad. (30 de octubre de 2002) El Colombiano, p. 12a.

Autodefensas todavía siguen en la comuna 13. (17 de noviembre de 2002) El Colombiano, pp. 1, 8A y 9A.

Dolor no se quita de golpe en la comuna 13. (17 de noviembre de 2002) El Colombiano, p. 8a.

Notas:

1.Ver: Olaya Rodríguez, Carlos Hernando. Rutas y escenarios de la expansión paramilitar por el departamento de Antioquia. Una contribución a la recuperación de la memoria histórica del conflicto armado y sus víctimas. Ediciones Bubok. 2021. pp. 2027- 234.
2. Ver declaración en: Olaya Rodríguez, Carlos Hernando. Rutas y escenarios de la expansión paramilitar por el departamento de Antioquia. Una contribución a la recuperación de la memoria histórica del conflicto armado y sus víctimas. Editorial Mutante y Ediciones Bubok. 2021. pp. 231-234

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