Por Juan Pablo Torres Henao
“Para sembrar la paz hay que aflojar la tierra”. La tierra fue, es y seguirá siendo el nudo gordiano del conflicto político, económico, social y cultural en Colombia de no buscarse soluciones con los directamente implicados y de no comprenderse la simbiosis existente entre campo y ciudad.
Con acierto político y la capacidad de pensar históricamente producto de más de cuatro décadas estudiando y acompañando las justas luchas del campesinado en Colombia, el maestro Dario Fajardo Montaña sostiene que “para sembrar la paz hay que aflojar la tierra”. La tierra fue, es y seguirá siendo el nudo gordiano del conflicto político, económico, social y cultural en Colombia de no buscarse soluciones con los directamente implicados y de no comprenderse la simbiosis existente entre campo y ciudad.
Desafortunadamente, pareciese que ello no lo tiene tan claro la nueva ministra de agricultura y desarrollo rural Cecilia López, quien en las últimas horas ha tenido múltiples salidas en falso, nombramientos desafortunados en su cartera y planteamientos que nos retrotraen en el tiempo, producto, precisamente, de su desconexión con la ruralidad colombiana configurada en las últimas dos décadas producto del escalamiento del conflicto armado y el acompañarse de tecnócratas al servicio de intereses ajenos al del campesinado.
Este desafortunado escenario actual adquiere especial relevancia porque si hubo un sector donde se realizó un trabajo de empalme excepcional, este fue el de agricultura. En este la participación de hombres y mujeres que han vinculado su vida profesional -e incluso personal- a la defensa del campesinado fue mayoritaria, el informe presentado precisa con lujo de detalles la captura de este ministerio por unos intereses particulares y plantea las soluciones necesarias para poner esta importante cartera al servicio de los y las campesinas.
Sin embargo, a diferencia de otros ministros y ministras, Cecilia López no hizo parte del proceso de empalme, llegó a recibir el informe acompañada de sus asesores, la mayoría de ellos vinculados a organismos multilaterales, haberse opuesto a reivindicaciones históricas del campesinado y haber ocupado puestos directivos durante los gobiernos precedentes. Intuyo que falla Cecilia López cuando infiere que por el simple hecho de aceptar un cargo en el gobierno de Gustavo Petro los funcionarios cambian su forma de pensar y actuar. Inferir esto es concederle mucho poder al dios dinero.
Y es que tal desatino ha quedado en evidencia en los últimos días cuando desde el ministerio se ha caracterizado a los campesinos que se encuentran recuperando las tierras que por derecho les pertenecen por ser sujetos de la reforma rural integral como invasores, o cuando, al parecer de la ministra el fallo de la Honorable Corte Constitucional sobre baldíos genera inseguridad jurídica a los terratenientes que han usurpado esas tierras indebidamente.
Si estas son las ideas y metas del presidente Gustavo Petro fuimos engañados quienes lo apoyamos en las urnas, pero me resisto a pensar que esto es así. Estas son las ideas de aquellos tecnócratas, ahora atornillados en el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y sus distintas agencias que se oponen a la reforma rural integral, ya que no es lo mismo este concepto al de reforma agraria o el de seguridad alimentaria al de soberanía alimentaria. Para estos tecnócratas, los conflictos en la ruralidad colombiana se solucionan con más mercado: mercado de tierras y libre mercado de insumos y productos agropecuarios, desconociendo que es todo lo contrario.
Los gobiernos de Uribe y Duque no fueron amigos del campesinado, pero tampoco los de Santos, Pastrana, Samper -del que hizo parte Cecilia López- y Gaviria. Ninguno de ellos ha tenido los pies sobre la tierra. Es hora de que quien tenga a su cargo el horizonte de futuro de la ruralidad colombiana ubique al campesinado en el centro de su quehacer.
Pd. En memoria de Mario Morales, trabajador agrario del Urabá, sobreviviente de la Unión Patriótica (UP) y firmante de la paz asesinado vilmente por el ELN hace ya dos años en el Magdalena Medio.
Tomado de: https://pagina10.com/web/sin-los-pies-en-la-tierra/
NOTAS: