Por: kgnosni
Se reunieron alrededor de 20 compañeros del Mercado Alternativo Túmin, en la 18a asamblea de este proyecto, donde se dio posesión al nuevo equipo coordinador.
El equipo saliente, conformado por Oscar Espino, Irene Castellanos y Cenorina Valencia, entregó la estafeta a Víctor García, Alejandra Jiménez, Graciela García, Javier Islas, Roberto Castellanos y Ana Bertha Escalante, quienes por primera vez asumen este proyecto como una coordinación nacional, gracias al trabajo de la coordinación saliente ya hay participantes en 10 estados de la república y en el Distrito Federal, sumando hasta esta fecha 560 socios, siendo Papantla la localidad de mayor número.

Después de ver diversos videos sobre el Túmin y otras monedas autónomas del mundo, los asistentes evaluaron las comisiones existentes: Comisión Reguladora del circulante, Formación y Educación, Promoción y Difusión, Producción y Comercialización, y Monitoreo y Seguimiento. Se observó que la comisión de promoción y difusión no es necesaria y en realidad es una
“Comisión de Vinculación”, ya que esta revista Kgosni es su principal instrumento y, si bien se difunde masivamente, su intención primordial es mantener informados y vinculados a los participantes.
También se vio necesario fortalecer el comercio entre los socios y la obtención autónoma de recursos. Se expuso la inquietud de consolidar regiones autónomas donde haya grupos de al menos 50 tumistas, para que sean independientes en la organización, en la impresión de Túmin, en la obtención de recursos y con representantes en esta coordinación nacional.
Mayeli, de Jalapa, informó que hará una investigación de tipo pedagógico con los tumistas. Nancy dio a conocer cómo quedó la página web del Mercado Alternativo, la cual será publicada pronto.
Al final, se realizó la rifa de mil Túmin, cuyo objetivo fue financiar de manera autónoma la siguiente emisión de Túmin para 100 nuevos socios, resultando ganadora la dentista Ana Bertha Escalante, de Espinal, Ver.
La doctora Ana Bertha (derecha) resultó ganadora en la rifa de mil Túmin.
Tumistas de cinta negra. Moneda autónoma en su dimensión educativa
Ante diversas organizaciones civiles se expuso el Túmin, moneda autónoma nacida en el corazón del Totonacapan veracruzano y extendida en diez estados de la república. Era el Foro sobre
Cooperativismo y Economía Solidaria, organizado por el “Instituto de Investigaciones Económicas” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el 28 y 29 de agosto.
Alejandra Jiménez, integrante de la nueva coordinación del Mercado Alternativo Túmin, explicó que este papel-moneda se utiliza entre productores y comerciantes dispuestos a aceptar como pago por lo menos un 10% Túmin a cambio de su trabajo, y el resto en pesos.
El foro estaba orientado hacia la educación cooperativa, por lo que se puso énfasis en que el Túmin no sólo arroja beneficios económicos al incentivar el comercio local, sino que fomenta otro tipo de relaciones comerciales e interpersonales basadas en la amistad.
De entrada, el tumista sabe que los vales valen, que el Túmin no representa una pérdida o un descuento para el vendedor, y se garantiza hasta cierto punto la seguridad de “sus cosas”. Se trata de una inteligencia cognitiva comprensible para casi cualquiera. Todos los tumistas parten de esta base, y a partir de ahí comienzan a conocer otros aspectos de la economía y de las relaciones humanas, de la organización ciudadana, la política y de nuestros gobiernos... sólo por el manejo de un papelito. Asimismo, gracias al Túmin algunos ya comprenden lo que significa “diez por ciento” o cualquier porcentaje, por ejemplo.
Pero la educación más importante del tumista va más allá de lo cognitivo y penetra en la inteligencia emocional, área a la que pertenecen las asignaturas o materias de aprendizaje de la citada amistad, como son la confianza, la solidaridad, la ayuda mutua, el valor de ser autónomos, o compartir y cooperar, entre otras. Éstas, no se enseñan en cualquier escuela y aquí se aprenden mediante el manejo del Túmin, poniendo en juego lo más sagrado que consideramos al entrar en este proyecto: nuestro bolsillo, el vil dinero, los pesos.
Y a medida que se van venciendo los esquemas capitalistas del pensamiento, los tumistas van aprendiendo a medir y valorar las cosas de diferente manera. Aprenden que no todo se mide con pesos y surge una relación de aprecio por el compañero y las cosas que produce, donde incluso la calidad de las mismas, pasa a ser de segunda importancia.
Porque la inscripción en el Túmin “no incluye una aureola” que le convierte automáticamente en gente confiable, solidaria, que comparte sus cosas, sino que representa la inscripción a una escuela donde apenas se va a comenzar a aprender y a ser tolerantes entre sí, conscientes de ser aprendices de un escuela corriente de la ley de la selva y que por ello es en verdad revolucionaria... usando un papelito.
Y cuando el tumista va más allá de un simple trueque o de una llana desobediencia civil y se ve a sí mismo compartiendo sus cosas con los compañeros que las necesitan, con aquellos que ahora le aprecian y valoran su trabajo, incluso sin necesidad de Túmin, podemos afirmar que ha llegado a una fase superior de aprendizaje, como si se tratara de un tumista de “cinta negra”, una especie de doctorado.
Este tumista va más allá de la confianza y no le importa su seguridad económica: “aprende a ser vulnerable” –como dicen los colegas del Ollín, moneda autónoma de Morelos. Pero no todos pueden ser cinta negra, pues las limitaciones humanas y sociales impiden vencer esta realidad. Algunos ni siquiera pueden ceñirse la cinta blanca que implica un mínimo de confianza para participar en este curso práctico de cooperativismo y economía solidaria, donde un papelito es la principal herramienta, y un cartel que dice “Aceptamos Túmin” es el principal “libro” de texto.














