Por: #PeoplesSummit22
Defenderemos el derecho del pueblo a organizarse y a expresarse, a construir una democracia real -una democracia popular- en un clima caracterizado por la censura y la privación de derechos.
La Cumbre de los Pueblos por la Democracia, celebrada en Los Ángeles (California), ha sido una reunión histórica de miles de personas en desafío a la política de exclusión de la administración Biden. Más de 250 organizaciones que representan a los trabajadores, los inmigrantes, las mujeres, los pueblos negros e indígenas, la comunidad LGBTQIA+ y muchas otras comunidades en lucha, se reunieron para compartir una visión del futuro que sea inclusiva y se base en el principio de la solidaridad.
En este evento de tres días de actuaciones culturales, talleres, paneles, intercambios y debates, profundizamos en nuestra comprensión del estado actual de nuestra región y ampliamos nuestra perspectiva de las experiencias y luchas que nos conectan con nuestros hermanos y hermanas de todo el continente, y del mundo.
El futuro que vislumbra la cumbre de Biden no prioriza a los pueblos de nuestro continente. Es una visión en la que Estados Unidos tiene rienda suelta sobre los asuntos internos de los países de América Latina y el Caribe; una visión que pone los intereses políticos y económicos de Estados Unidos y de las grandes empresas por encima de los de los pueblos. Para ello, la Organización de Estados Americanos (OEA) sigue siendo un instrumento de lucha contra las fuerzas progresistas del hemisferio y de legitimación de los golpes de Estado, de la intervención y de la política de exclusión. No cumple ninguna función positiva y debe ser abolida.
La exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua ya han convertido la cumbre de Biden en un desastre político; añadimos que esta exclusión no habla en nombre de la clase trabajadora y de la gente de conciencia de este país que desea la amistad y el diálogo con todos los pueblos de nuestro hemisferio.
Durante el tiempo que estuvimos juntos, marchamos, bailamos y alzamos nuestra voz común en protesta contra la injusticia. No sólo analizamos y criticamos los fallos del actual estado de cosas, sino que también intercambiamos estrategias para garantizar nuestra supervivencia y avanzar. Compartimos propuestas para construir el futuro que queremos, necesitamos y merecemos; un futuro que nos atrevemos a construir, ahora.
En el «país más rico del mundo», 140 millones viven en la pobreza o cerca de ella. El gobierno estadounidense es adicto al militarismo y a la guerra y gastará más de 800.000 millones de dólares en 2022, en muerte y destrucción. En lugar de prepararse para la guerra, la sociedad debe organizarse para satisfacer las necesidades humanas. Queremos un futuro sin desahucios, violencia policial y encarcelamiento masivo, deportaciones, sanciones y bloqueos. Decimos: ¡no más! Queremos un futuro en el que todos tengamos acceso a una vivienda adecuada, a una alimentación sana, a la sanidad, a la educación y a la cultura. Decimos amnistía total y derechos para todos los inmigrantes. Debemos eliminar todas las formas de supremacía blanca, racismo, homofobia, sexismo, transfobia y todo tipo de discriminación y opresión.
Defenderemos el derecho del pueblo a organizarse y a expresarse, a construir una democracia real -una democracia popular- en un clima caracterizado por la censura y la privación de derechos. Protegeremos el derecho al voto y el derecho de los trabajadores a formar sindicatos y a negociar colectivamente. Protegeremos todos los avances a favor de los derechos civiles y humanos que han conseguido nuestros movimientos a lo largo de la historia, como el derecho humano de las mujeres a controlar sus cuerpos. Defenderemos la Madre Tierra y lucharemos contra el extractivismo y la explotación de la tierra.
Esta Cumbre que hemos construido juntos ha sido un puente entre organizaciones, movimientos, regiones, idiomas y fronteras. Estamos creando lazos entre nosotros y la unidad a través de nuestras diferentes luchas. Aunque el tiempo que hemos pasado juntos está llegando a su fin, afirmamos la lucha continua por un mundo más justo y nos volvemos a dedicar a ella.
Luchamos contra un Imperio que se empeña en mantener la supremacía mundial, una peligrosa ilusión que pone en peligro a la humanidad y al planeta. Por muy duro que sea el camino que tenemos por delante, sacamos fuerzas de los siglos de lucha que nos preceden, de aquellos que se han levantado y han superado sistemas que en su día parecían invencibles.
La humanidad no tiene otra opción que luchar. Estaremos en las calles, en nuestros barrios, en nuestros lugares de trabajo y en nuestros hogares, construyendo y organizando constantemente, llevando a cabo las miles de pequeñas tareas y grandes luchas que juntas nos acercan a la victoria. Nuestro planeta nos necesita, nuestra gente nos necesita, ¡y ganaremos!
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