80 años de memoria chiquita
Sea lo primero y para ser consecuente con el titulo remembrar la historia triste de los obreros colombianos, y en tal sentido resalto un extracto así:
“La masacre de las bananeras es uno de los episodios más vergonzosos de la historia colombiana. Sucedió el 6 de diciembre de 1928, cuando el presidente Miguel Abadía Méndez ordeno dispararle a un número indeterminado de manifestantes reunidos en la plaza principal de Ciénaga (Magdalena). Desde 1920, los sindicatos comenzaron a organizarse y a exigir un trato digno para sus trabajadores; por esta razón los treinta mil obreros de la empresa de obreros (United Fruit Company) entraron en huelga, pidiendo descanso dominical, mejor atención medica y mejor salario.
En el año 1926, La United Fruit Company llevaba 30 años operando en Colombia y explotaba a los trabajadores aprovechando la falta de legislación laboral en el país, mediante la utilización de un sistema de subcontratación que le permitía hacer caso omiso de las peticiones obreras. Los trabajadores habían intentado huelgas en años anteriores para mejorar sus condiciones que terminaron sin resultados positivos para los huelguistas. Tras la realización de esto hubo demasiadas víctimas en su mayoría hombres.
En la tarde del 6 de diciembre de 1928, después de casi un mes de huelga de los diez mil trabajadores de la United Fruit Company, corrió el rumor de que el gobernador del Magdalena se entrevistaría con ellos en la estación del tren de Ciénaga. Era un alivio para los huelguistas, pues no habían recibido del gobierno conservador sino amenazas y ninguna respuesta positiva de la multinacional.
Desde el principio hubo brotes de violencia de todos los lados, los obreros, los agentes de la United y fuerzas armadas, pero no pasaban de escaramuzas aisladas. Por eso los huelguistas acudieron en masa a la estación de Ciénaga al encuentro con el primer funcionario gubernamental que se dignaba hablar con ellos. Como pasaban las horas y el funcionario no llegaba, los ánimos se fueron exacerbando, tanto entre los manifestantes como entre los soldados emplazados en el sitio. En ese momento, las fuerzas armadas dieron la orden de desalojo en 5 minutos, que fue desobedecida por los trabajadores quienes enardecidos vociferaban abajos a la multinacional y al gobierno.
El General Cortés Vargas, quien fue el que dio la orden, argumentó posteriormente que lo había hecho, entre otros motivos, porque tenía información de que barcos estadounidenses estaban cerca a las costas colombianas listos a desembarcar tropas para defender al personal estadounidense y los intereses de la United Fruit Company, y que de no haber dado la orden Estados Unidos habría invadido tierras colombianas. Esta posición fue fuertemente criticada en el Senado, en especial por Jorge Eliécer Gaitán quién aseguraba que esas mismas balas debían haber sido utilizadas para detener al invasor extranjero.
El número de muertos no se ha determinado y sigue siendo motivo de debate. Según la versión oficial del gobierno colombiano del momento sólo fueron nueve. Otra versión es aquella contenida en los telegramas enviados el 7 de diciembre de 1928 por el consulado de Estados Unidos en Santa Marta a la Secretaría de Estado de Estados Unidos, donde inicialmente se informaba que fueron cerca de 50 los muertos. Más tarde en su comunicado del 29 de diciembre de 1928 indicó que fueron entre 500 y 600, además de la muerte de uno de los militares. Por último en su comunicado del 16 de enero de 1929 indicó que el número excedía los 1.000. Según el consulado, la fuente de dichas cifras fue el representante de la United Fruit Company en Bogotá. [1] Posteriormente diferentes versiones e investigaciones hechas por historiadores colombianos y extranjeros han hablado de otras cifras, de entre 60 y 75 muertos, como mínimo, o de alrededor de mil, como máximo.
Testigos han dicho que muchos cuerpos fueron llevados en trenes y arrojados al mar.
Ante esta respuesta violenta, se produce la desbandada de los trabajadores y una rápida negociación, y como resultado de la misma aceptan recortar por mitad los salarios. La indignación obrera se estrelló contra una doble muralla que le impidió sacar frutos de la aciaga experiencia: de una parte, el temor anticomunista del gobierno de Miguel Abadía Méndez (1926-1930) que veía la revolución bolchevique a la vuelta de la esquina; y, su contraparte, la tozuda fe insurreccional heredada de las guerras civiles del siglo XIX y alimentada por las nuevas ideologías de izquierda. El resultado es que ni hubo la temida revolución, ni tampoco cuajó la ansiada insurrección. El aparente empate fue resuelto por un liberalismo reformista que tomó en sus manos el poder para intentar, sin mucho éxito, atemperar los espíritus e institucionalizar el conflicto laboral que era imposible soslayar.”
Fuentes: - http://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_las_Bananeras
-Carlos Arango, Sobrevivientes de las Bananeras, 2a. Edición, Editorial Ecoe, Bogotá, 1985, pp. 63-87
Curioso ¿no?, parece que no hemos avanzado mucho desde esta historia de ultratumba hasta el día de hoy año futurista 2008.
Esta empresa a través de los años se reformo pero siguió en el país con sus beneficios por ser una Multinacional del imperio más destructivo que ha galopado la historia del mundo, los Estados Unidos.
Hoy su nombre ya no es United Fruit Company por fusiones y vericuetos jurídicos pasó a ser la Chiquita Brands (ver:http://www.derechos.org/nizkor/corru/doc/chiquita.html) y que podemos decir de este compañía, apoyo a los Paramilitares para que con ayuda del Ejercito Oficial de Colombia masacrara a los trabajadores Sindicalizados que exigían un trato más digno, es incalculable el número de muertos que entre ambos bandos sepultaron en fosas comunes o desmembraron para tirar al rio o en canecas con acido para no dejar rastro.
Parece una clara repetición de la historia, pero la empresa sigue en el país con beneficios fiscales porque se encuentra en una zona declarada franca que como por arte de magia (Negra) disminuye los impuestos y les da gabelas laborales para que por medio de cooperativas contraten a precio de esclavo y sigan engordando sus cuantas en las islas caimán.
Esto es solo un recuerdo vago de la historia que lo único que hace es darnos una bofetada en la cara y decirnos que somos tan ineptos e ignorantes que no pudimos cambiar el rumbo del destino de esta nación tan rica en todo pero mal administrada hasta la saciedad, pero que tenemos hoy; un gobierno ultraconservador (FASCISTA) que considera que la guerra es el camino a la paz, que matando colombianos con ayuda norteamericana (que luego es reclamada con creses) se acabara el conflicto que nace de la inequidad.
Vemos a las fuerzas militares masacrando indigenas, jóvenes de barrios populares y compatriotas para justificar su paga y hacer sentir bien al FUHRER de la “Casa de Nari” como la llaman sus amigos de confianza.
Es triste ver el país que nos toca vivir, por eso hice un alto en el camino y desde cierto tiempo comencé a transformar desde mi entorno el destino adverso que nos lleva cada vez más atrás en la historia, entendí que debo pensar en comunidad como mis hermanos los indigenas y no en un individualismo salvaje que inducido por el capitalismo solo lleva a la debacle; entendí que solo el dialogo genera la solución al conflicto porque mis detractores son necesarios y no beben ser exterminados, es mejor discutir ideas que esquivar balas; aprendí que el mundo cambia cuando yo cambio.
UN TRIBUTO Y UNA DISCULPA A TODOS LOSMUETOS DE LAS BANANERAS Y A TODOS AQUELLOS QUE DIERON SU VIDA POR CAMBIAR ESTE PAIS.
HOY DESDE MÍ SER TRATO DE CAMBIAR EL DESTINO Y ESE ES MI RETO PERSONAL.
POR UNA COLOMBIA MEJOR.
CONCIENCIA.
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