La izquierda y la guerrilla

Observatorio K.

Comparto la conclusión de Jorge Orlando Melo: “si en Colombia la izquierda es débil e impotente es porque hay guerrilla”.

No creo que se necesite en Colombia otro partido de izquierda: otro más. Creo que se necesita uno solo, unido y en consecuencia fuerte. Es no solo necesario -como lo es la izquierda en todas partes- sino absolutamente indispensable en un país en donde solo parece tener existencia la derecha en sus diversas manifestaciones, políticas, religiosas, económicas, sociales, estéticas. Ese partido no existe. Intentó serlo el Polo Democrático Alternativo, aunque su nombre múltiple daba a entender desde el principio que no lo era; y, en efecto, no duró. A pesar de haber logrado el éxito de alcanzar el gobierno -o bueno: el desgobierno- de la inmensa ciudad de Bogotá por tres periodos consecutivos -Lucho Garzón, Samuel Moreno, Gustavo Petro (pues, aunque en cuerpo ajeno, los votos de este último fueron los del Polo), -esa tentativa de unión de la izquierda acabó disolviéndose. Se fueron a otros toldos algunos de sus fundadores -Lucho Garzón a los Verdes, Angelino Garzón a La U, creo, o a no sé dónde: al poder burocrático-, y después se partió en tres: el Polo propiamente dicho, representado por los hermanos enemigos del Partido Comunista y el Moir, que se quedó con las ideas; los Progresistas, a donde Petro se llevó a los electores; y la nunca difunta Anapo populista, cuyos jefes, los Moreno Rojas, están por el momento en la cárcel. Hay hoy, pues, por lo menos cuatro o tal vez cinco, que se llaman partidos de izquierda en Colombia, sin tomar en cuenta a los que dicen "yo nunca he sido trotskista ni lo volveré a ser". ¿Se necesita uno nuevo?

Parece ser que sí. 

En todo caso, parece ser que se está fundando. Aunque nada está claro. La semana pasada desembocó en Bogotá una movilización de tres días de 30.000 o 60.000 personas (depende de quién da las cifras) venidas de todos el país en una Marcha Patriótica. Completamente pacífica y hasta respetuosísima: nadie tiró una piedra, no quedó ni un solo grafiti en la paredes de las calles por donde pasaron en orden los manifestantes, vestidos con camisetas blancas y llevando banderas de Colombia de cientos de metros de largo. Pedían, más que proponer, cosas necesarias y lógicas en este país de inequidades monstruosas: derecho a la salud, a la educación, al trabajo. Defensa de la soberanía nacional frente a los imperialismos (al norteamericano que sufrimos ahora; los otros, tal vez peores, que padeceremos más adelante). Reforma agraria. Etcétera. Lo mismo que promete, aunque no cumple, la Constitución nacional. ¿Para eso se necesita un nuevo partido de izquierda?

Pero es que pedían, además (y es de ahí de donde saca la ultraderecha, y también la derecha a medias moderada del gobierno, su argumento para denunciar a la Marcha Patriótica como un instrumento de la guerrilla de las Farc), una salida negociada al conflicto armado. Salta José Obdulio Gaviria, el pepito grillo del uribismo irredento, a hacer advertencias apocalípticas. Y también las hace -y es más grave- el comandante del Ejército y el ministro de Defensa. Y el presidente Juan Manuel Santos pide explicaciones: que se diga quién financia y quién impulsa esa Marcha Patriótica.

Entre los impulsores de la marcha hay figuras conocidas, como Piedad Córdoba, de Izquierda Liberal en Marcha, o Jaime Caicedo, del Partido Comunista. ¿Quiere decir eso que han abandonado sus respectivos partidos para fundar uno nuevo? ¿O que el Partido Comunista se ha salido del Polo? Los participantes son muy variados: grupos afrocolombianos, la Minga Nacional Indígena, la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra, la Federación Nacional Sindical Agropecuaria, la Mesa Amplia Nacional Estudiantil que hace unos meses encabezó la protesta contra la reforma de la educación propuesta por el gobierno, la ya mencionada Izquierda Liberal en Marcha. "En total -le dice Piedad Córdoba a La Silla Vacía- son 1.471 organizaciones sociales y políticas en 28 departamentos". 

¿Y quién organiza a 1.471 organizaciones? 

Nada está claro todavía. Y es verdad que el nombre de la Marcha es el mismo de aquella Unión Patriótica que fundaron las Farc en la época de su primera tregua: aquel partido político desarmado que fue exterminado por los mismos que ahora se indignan de que haya sobrevivido por lo menos el nombre. Muy valientes son los que han vuelto a tomarlo, vistos los antecedentes. Pero volviendo al principio de este artículo: desde el punto de vista de la izquierda me parece que la fundación de un nuevo movimiento, o la resurrección de uno viejo, es un retroceso para la izquierda colombiana con relación a lo que quiso ser, y no pudo, el Polo Democrático Alternativo. Para verlo basta con contar votos, que es como se define la política cuando se dejan de lado las armas. En las elecciones de 1986 el candidato presidencial de la Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal, obtuvo un 4,6 por ciento de la votación. En las de 2006 el candidato del Polo, Carlos Gaviria, recibió el 22 por ciento (duplicando los resultados del Partido Liberal).

Pero, como recordaba en una columna de hace pocos días Jorge Orlando Melo, "Colombia, en los últimos 60 años, ha tenido guerrillas fuertes y partidos de izquierda débiles, muchos y muy divididos". Y de ahí extrae una conclusión que comparto: "Si en Colombia la izquierda es débil e impotente es porque hay guerrilla". 

Para la nueva Marcha Patriótica, como para la vieja y exterminada Unión Patriótica, como para el desbaratado Polo Democrático, el problema está ahí.

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