Por: Margarita Pacheco, Semana
Podríamos evitar más 'Hidrocaustos', desalojos, deforestación y tristeza de madres que enfrentan los efectos de la narcoeconomía en sus propios hogares, si enfrentáramos el toro por los cuernos: ese es el desafío de las próximas elecciones, votando con conciencia.
Foto: tomada de http://hidro-ituango.blogspot.com.co/
Me pongo los zapatos de una de las mujeres cabeza de familia que ha perdido un ser querido en el conflicto que reina en la región dónde se construye la represa hidroeléctrica Pescadero Ituango. Es en el cañón del río Cauca o Bredunco (en la lengua del pueblo nutabe), donde se anuncia la inminente inundación y la transformación de la vida en esta geografía escarpada de la cordillera Central.
Este cañón rocoso, con paredes de hasta 90 grados, conforma abismos que protegen el bosque seco y el río que baja a alta velocidad. El Cauca serpentea por entre faldas y pliegues, recorriendo varios municipios antioqueños (1). De una manera u otra, más de 180.000 habitantes campesinos, barequeros, pescadores, transhumantes del cañón, viven hoy con desasosiego, por la puesta en marcha de la represa, prevista para la Navidad del año 2018.
Los desalojos de familias campesinas de barequeros y pescadores son hoy una fuente de preocupación. Ya se llevó a cabo uno en 2015, que afectó a más de 500 familias, en la playa La Arenera, donde se pasaron por alto los derechos de las víctimas del conflicto y los lineamientos de derechos humanos de las Naciones Unidas. En febrero de 2018 vuelven las agresiones del Esmad para producir más miedo y desplazamiento. Esta situación recuerda el término de ‘hidrocausto‘, como lo plantea el profesor y diputado español Pedro Arrojo, quien acuña este concepto en la Nueva Cultura del Agua. Aplica como anillo al dedo al conflicto socioambiental de los “cañoneros” del río Cauca.
Para los grandes accionistas que financian la represa, Hidroituango será la generadora más grande del país y una comercializadora de energía altamente competitiva en el mercado nacional e internacional. Sin embargo, para el Movimiento Ríos Vivos, que agrupa a 15 organizaciones sociales que se oponen a los efectos de la megaobra, los impactos se evidencian en su vida cotidiana, desde 1997, cuando se inició la Asociación Pescadero Ituango.













