Sobre universidades y abuso de poder: Vino nuevo en odres viejos

Linea Territorio y despojo

Por: Silvia Beatriz Adoue. Desinformemonos

Las universidades son instituciones basadas en una materialidad de relaciones de poder. Hay, en esas instituciones, jerarquías que se imponen sobre las ideas, las moldean o proyectan un cono de sombra sobre esas relaciones de poder. Se las puede estudiar en el exterior de la institución, pero no se las puede mencionar dentro de ella.

 

 

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Y nadie pone vino nuevo en odres viejos. Mateo 9:17

Recientemente 19 testimonios de mujeres, la mayoría estudiantes o exestudiantes, revelaron el acoso sexual por parte de un conocido periodista y profesor universitario progresista de Argentina. Las denunciantes lo hicieron a través del sindicato de trabajadores de prensa, al que tanto la mayoría de ellas como el acusado están afiliados. No exigían la prisión del profesor. Ellas querían un pedido de disculpas. El acontecimiento reaviva la memoria de una acusación semejante contra otro conocido profesor, portugués, hace ya más de un año. En este caso, se trata de un prolífico teórico de la corriente decolonial. Y las denuncias se referían no sólo al acoso sexual, sino también al abuso laboral cometido con investigadores de su equipo, quienes trabajaban para las pesquisas del maestro, como condición para el acceso a becas y a alguna posición dentro de la academia.

Ambos acontecimientos llaman especialmente la atención porque los denunciados se proyectaron a lo largo de su actividad profesional por sus discursos políticos contra la opresión de los pueblos. Y, en el caso del teórico decolonial, por la promoción del ingreso a la academia de mujeres y hombres de los grupos oprimidos, con el objetivo de llevar adelante, en ese ámbito, una batalla epistemológica. Según el diccionario de la Real Academia Española, epistemología es el “estudio de los fundamentos y métodos del conocimiento científico. La epistemología intenta explicar cómo el hombre comprende la realidad”. Es decir, los pensadores de la academia denominados decoloniales quieren cambiar los fundamentos y métodos por los cuales se conoce la realidad.

Solo que las universidades son instituciones basadas en una materialidad de relaciones de poder. Hay, en esas instituciones, jerarquías que se imponen sobre las ideas, las moldean o proyectan un cono de sombra sobre esas relaciones de poder. Se las puede estudiar en el exterior de la institución, pero no se las puede mencionar dentro de ella. Lejos de sus territorios y sometidos a reglas ajenas a ellos, los individuos de los grupos oprimidos que ingresan en la academia pierden su fuerza y, no pocas veces, su sentido, dejándose dirigir a finalidades que no son las de los suyos. Los resultados son aquellos del que pretende cargar agua en un cesto de mimbre. Parece obvio una vez formulado. Sin embargo, testimoniamos una y otra vez oleadas de jóvenes que entran a la universidad con la intención de cambiarla con nuevas ideas, yendo por lana y saliendo trasquilados. Es decir, es ingenuo ignorar el carácter clasista, colonial, racista y patriarcal que impregna las relaciones en esas instituciones. Sin combatirlas en su práctica, la “batalla de las ideas” va perdiendo vigor hasta tornarse inocua, como una retórica que encuentra un lugar al sol en la institución sin poner en peligro sus relaciones de poder internas y su sometimiento a los grandes intereses externos.

Al mismo tiempo, ingresar en las instituciones y aceptar las reglas de juego, termina reproduciendo el abuso. Las y los victimados en los dos casos del párrafo inicial demoraron en denunciar porque entendieron que la subordinación a la jerarquía era condición para su permanencia dentro de la carrera, dentro de la profesión. Y, en ese enmarañado de reciprocidad subalterna con quien abre las puertas de lo que se entiende por beneficios, se sienten avergonzados por haber ido demasiado lejos, por haber respetado ese código no escrito que hace que los superiores gocen de impunidad. La violencia presente en los dos casos mencionados, y más allá de las responsabilidades personales de los abusadores, no emanan solo de sus características personales. El poder del que usufructúan descansa o, mejor, se alimenta en sociabilidades anteriores inclusive a la Revolución Francesa, por la que no pasaron las universidades, con voto censitario (cuyo poder de decisión depende de la posición dentro de la jerarquía, el voto de algunos tiene mayor peso que el de otros). Probablemente, los que ejercen ese poder discrecional lo perciben como algo natural, o emanando de sus cualidades personales. La mayoría de ellos no renuncia voluntariamente a los privilegios que gozan. 

El acceso a los conocimientos sistematizados por los que procuran los pueblos y movimientos en lucha, mediante el ingreso de sus jóvenes a las universidades, suele tener una contrapartida: el acceso de la academia a informaciones privilegiadas que esos jóvenes pueden ofrecer. Así, las universidades mapean los movimientos que luchan contra el orden opresivo. Y así, por la propia mano de esos jóvenes, las estrategias de lucha de los pueblos tienen “visibilidad”1. Sus conocimientos ancestrales de los pueblos y su creatividad pueden ser apropiados por medio de los muchos dispositivos que las así llamadas “parcerías público privadas” (entre universidades y corporaciones privadas) utilizan para transferir conocimientos. Desde la última década del siglo pasado, las universidades públicas se vienen transformando en prestadoras de servicios de innovación para las empresas. Con la reducción del fomento de la investigación con recursos públicos, las finalidades de la actividad científica vienen reduciéndose a los intereses y contrapartidas de las corporaciones2.

La academia, sin embargo, suele ser tratada como un espacio despojado de esa materialidad de los intereses privados, como un terreno neutral sobre el cual las ideas pueden debatirse e imponerse por la razón. Sería saludable que no observásemos en los abusos de poder dentro de las universidades solamente la obra de personalidades perversas, lo que conduce a verlos como excepción. Podemos hacer de esos acontecimientos puntos transparentes en la superficie opaca de las apariencias, para no insistir neuróticamente en arruinar el vino nuevo de la vida de los pueblos, poniéndolo en los odres viejos de las instituciones de la opresión.

1 Ver: ADOUE, Silvia Beatriz. «’Movimentos sociais’, debates sobre o marco teórico”. In: revista Lutas Sociais, v. 26, nº 49, julio/diciembre de 2022. Accesible en: https://revistas.pucsp.br/index.php/ls/article/view/62483

2 Ver: ADOUE, Silvia Beatriz. “O ‘Alien’ dentro da universidade pública”. In: CALDART, Roseli, y ALENTEJANO, Paulo. MST, universidade e pesquisa. São Paulo: Expressão Popular, 2014.

Ver: ADOUE, Silvia, y ÁLVAREZ, Francisco. “Extractivismo do conhecimento: o caso da cerveja patagônica”. In: revista Lutas Sociais, v. 25, nº 47, 2021. Accesible en https://revistas.pucsp.br/index.php/ls/article/view/61452

Tomado de: https://desinformemonos.org/sobre-universidades-y-abuso-de-poder-vino-nuevo-en-odres-viejos/

 

 

 

 

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