Por: Luís Carlos Mahecha
En lo que va corrido del 2015 se ha mantenido la tendencia que se viene registrando desde fines de la década pasada, hacia el ascenso de la protesta social y la movilización popular.

Los hechos más relevantes fueron el paro camionero, las movilizaciones ambientalistas, especialmente la de Bucaramanga en defensa del páramo de Santurban, las concentraciones por la paz realizadas en 9 de Abril y promovidas por distintos sectores de la izquierda y del campo democrático, el paro nacional del magisterio y las masivas marchas del primero de mayo que se desarrollaron en las principales ciudades.
El paro del magisterio, tuvo un gran apoyo de la base magisterial, que desarrolló acciones innovadoras y contó con un buen respaldo estudiantil y social, donde tuvo mucha fuerza la defensa de la educación pública de calidad. Pero la directiva de Fecode hizo una negociación con el gobierno a espaldas de los intereses de las bases magisteriales, lo que generó desconcierto y descontento, en especial de los que están en el régimen 1278.
Las marchas del 9 de Abril, en especial la de Bogotá, también fueron bastante significativas por su masividad, porque respondían a la convocatoria de parte de la izquierda y sectores democráticos, porque expresaban posiciones contrarias y de confrontación frente a las de los sectores de ultraderecha que encabeza Uribe y porque formulaban enfoques y propuestas de paz que van más allá de las visiones del gobierno, cuando este limita la paz al silenciamiento de los fusiles de la insurgencia y que del resto todo siga igual, en especial el régimen político y el modelo económico que han dado lugar al alzamiento armado.
Se legisla para el capital y se incumple al pueblo
En distintos sectores del movimiento social se palpa en estos meses un descontento cada vez mayor por el incumplimiento de parte del gobierno a las promesas y los compromisos a los que este se ha visto obligado a pactar, a causa de las movilizaciones realizadas en el 2014 y años anteriores.
El plan nacional de desarrollo ha caído como un baldado de agua fría, en tanto que sus formulaciones son contrarias al espíritu de lo acuerdos realizados con los distintos sectores sociales movilizados, contrarias igualmente a las negociaciones que se están desarrollando con las guerrillas y también a los cambios que se requieren para avanzar en torno a la paz.
El plan de desarrollo es la continuidad del modelo minero-energético y extractivista, de las privatizaciones, de la negación y arrasamiento de la economía campesina y de la soberanía alimentaria, de la política de despojo y de subordinación a las multinacionales, de la destrucción ambiental y en general de las políticas y del modelo que han enfrentado las organizaciones sociales y las opciones de cambio y nuevo país.
Las negociaciones de mayor resonancia con sectores de trabajadores, con los indígenas, con las luchas por el territorio, con los sectores agrarios, siguen estancadas. El caso más llamativo, por la importancia que tuvo el año pasado, es lo que acontece con la Cumbre Agraria. Según las declaraciones públicas de sus voceros, a más de un año de levantado el paro del 2014, gracias al acuerdo logrado con el gobierno, aún no se ha empezado a discutir en forma ninguno de 8 puntos del pliego. Ni se han ejecutado los llamados acuerdos previos o inmediatos, en torno a los $ 250.000 millones del año fiscal del 2014 para el fortalecimiento de la economía campesina, ni los proyectos sobre infraestructura, ni los del fortalecimiento organizativo. Tampoco las partidas para la realización de la cumbre por la paz, ni lo relativo a los Derecho Humanos.
Fluye la unidad popular hacia grandes jornadas
Similares incumplimientos se presentan en la mesa con los indígenas, en las llamadas mesas regionales y frente a las negociaciones y promesas que se han pactado con distintos sectores. Ello, está acrecentando el descontento y agotando la paciencia. Por eso, va ganando fuerza la idea de preparar y realizar nuevas y más poderosas jornadas de lucha, que obliguen al gobierno a cumplir los acuerdos, que lo obliguen a modificar políticas y aspectos importantes del plan de desarrollo y a habilitar situaciones y decisiones que faciliten perspectivas de cambio y por tanto salidas de solución política y de paz.
En esa dirección, se viene hablando de una gran convergencia que convoque a una gran jornada y que incorpore a la Cumbre Agraria, a las Dignidades, a sectores sindicales, al Polo, a procesos urbanos, a movimientos por la defensa del territorio, a las organizaciones estudiantiles y en general a las fuerzas políticas y sociales del campo popular, sin exclusiones y con acento unitario.
Un gran conjunto de fuerzas y procesos se congregan para definir nuevos pliegos o plataformas y una gran jornada, que recoja las distintas convocatorias, para así elevar la capacidad de lucha, de exigencias y de presión, del movimiento social y en general de las fuerzas que están por los cambios, la democracia y la paz en Colombia.
Estas iniciativas unitarias, también se dan en el movimiento político de oposición. Se debe destacar que en el pasado congreso del Polo, las diferentes corrientes políticas logran mantenerse cohesionadas, contrariando la voluntad de la prensa oligárquica, que anunciaba nuevos fraccionamientos y el entierro del Polo. Ahora, todas fuerzas de izquierda y del campo democrático se disponen a la construcción de nuevas convergencias, que les permita una mayor presencia en las luchas institucionales, sociales y electorales a librarse este año y hacia el 2018.














