Conmemoración del primer año de la declaratoria del área protegida PNR Bosque de Galilea. (Tolima)

Linea Formación, Género y luchas populares

Por: Leidy Arévalo Villamor.

Los Bosques de Galilea hoy hace un año fueron reconocidos como una de las más importantes áreas megadiversas, estratégicas y protegidas en el Tolima. 

 

 

GALILEA TOLIMA

Selva adentro del Plan Nacional de Restauración Ecológica, Rehabilitación y Recuperación de Áreas Degradadas (PNR) Bosque de Galilea (Tolima, Colombia)

Hace tres años que vengo agradeciendo y pidiendo permiso a estas montañas sagradas por permitirme encontrarme en lo más complejo y sublime de la vida y la naturaleza. Ha podido ser otro el paisaje en el Tolima de entre muchas subidas y bajadas del valle a la cordillera el que en palabras hoy describa, pero es Galilea en el oriente del Tolima, por razones y no, un lugar particular donde pondría mi casa en un guamo de cara a la montaña y a los inmensos humedales que abrazan el Río negro.

Allí donde las aguas prietas se convierten en ríos mágicos, la madre monte y los espíritus del bosque, advierten, ahuyentan sin resultado, a cazadores necios que llegan hasta los montes pristinos, húmedos y tropicales de este pedazo de cordillera a usurpar y destruir un equilibrio sostenido como en un cuadro de inmensa nostalgia y lejanía.

Jaguares, pumas, osos, nutrias, ranas, monos y un sin número de orquídeas, pájaros y viejos sabios árboles han cultivado el hogar en la tierra más armónico y sensible que, sólo en lo salvaje, en los frescos musgos que se convierten en nidos de quinchas, en los suaves y cálidos rayos de luz que se tejen en una escala de verdes y amarillos, en las aguas claras bañadas de rojos y naranjas navegando tranquilas, en un silencio y soledad interrumpida por el canto de ruiseñores y arrendajos me han acercado al sentimiento de libertad, de fe y amor a la vida.

Los Bosques de Galilea hoy hace un año fueron reconocidos como una de las más importantes áreas megadiversas, estratégicas y protegidas en el Tolima. Antes, hemos debido caminar uno al lado del otro, campesinos y campesinas de estas tierras, indígenas, mayores, todos ell@s guerreros; compañeros activistas, defensores de la vida, biólogos y profesionales sensibles, emprendimos un trasegar diverso que nos condujo hacer ver a otros, como a nosotros mismos el verdadero lugar y valor de una naturaleza indomable y misteriosa que no puede perecer ante las manos codiciosas y egoístas del hombre y la sociedad moderna, capitalista, monocromática, indiferente, arrasadora, colonizadora, sin miedo, sin fe, sin respeto.

Estos bosques a mi experiencia personal se me han abierto y presentado, poco a poco como reza un lema campesino o como diría la paloma montuna a la que ya le reconozco su canto. Hasta cierto tiempo conté las subidas y vueltas a la meseta de donde se puede mirar por horas y horas el atardecer en el corazón del Bosque, cambiante, cada hora, cada día y cada mes intacto, pero distinto, en movimiento. Siempre con la ansiedad del niño, con el anhelo del pequeño caminante ante el horizonte incierto he contenido los pasos más largos que, finalmente, como en una escapada del ruido, el desequilibrio y la enfermedad en las ciudades que se ha visto sobreexpuesto en estos largos meses de pandemia, me han conducido al interior de la montaña.

Aquí he llegado está ves con tiempo. Para detenerme, para contemplar... para alimentarme espiritualmente, para acercarme a la experiencia, a la vida auténtica que puedo traducir en la fuerza, la valentía, la humildad campesina y otras tantas virtudes que sobrepasan cualquier percepción, cualquier narrativa desde fuera. Me veo a esta región, a la selva y a las mujeres y hombres que me han brindado su conocimiento, sus vivencias, su casa y una cocina de leña, como aprendiz permanente, como compañera de reexistencias, agradecida con todas y todos aquellos que con su saber tradicional han coexistido, defendido y continúan aprendiendo por una relación de respeto y cuidado con la vida de este recinto sagrado que representa el Bosque de Galilea.

Leidy Arévalo Villamor.

Comunicadora Social

Observatorio de Expansión Minero Energética y de Reexistencias.

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