Por: Karen Gaviria Mejía*
La crisis que vive ahora el planeta ha llevado a que muchos recurramos al valor de la solidaridad para ayudar a otras personas que lo necesitan, pero ¿hasta qué punto podemos llamarlo solidaridad?

Empecemos por aclarar que entendemos la solidaridad como un acto de ayuda por el prójimo, en el que brindamos algo -ya sea un elemento en específico o un acto- que sabemos la otra persona está necesitando; analicemos dos niveles o tipos de solidaridad.
De un lado tenemos la solidaridad como valor humano, que se brinda a nivel de la familia, los vecinos, los amigos y los conocidos, es decir, ese apoyo que le ofrecemos a las personas cercanas sabiendo que enfrentan un difícil momento -para este caso- debido a la crisis por coronavirus o covid-19. En el caso colombiano es muy común que las personas vivan de lo recaudado en un día de trabajo informal, esto significa que una gran cantidad de personas en Medellín y otras ciudades del país están pasando una situación económica difícil al no poder salir a ejercer su labor, al igual los cuentapropistas, trabajadores precarizados, desocupados y el gran sector de la economía no remunerada del cuidado.
Este tipo de solidaridad es muy bien intencionada y retoma valores legados de nuestros antepasados o referentes rurales, quienes nos enseñan aún hoy que “donde come uno, comen dos” y que si hoy le das la mano al vecino necesitado, posiblemente el te ayude cuando tú lo estés en esa situación; en Medellín esto se pudo evidenciar desde el inicio de la cuarentena ya que en los barrios más vulnerables se visibilizó una gran necesidad de alimentos y otros implementos. Por su parte, las redes sociales se llenaron de personas haciendo llamados a donar aquello que no les hacía falta, fotos y videos donde se veían mesas llenas de alimentos con el mensaje “si necesitas toma, si te sobra dona”, estas son muestras de pequeños actos de solidaridad y no necesariamente se hacen por ser “paisas o antioqueños” sino por ser humanos, además por la dura realidad de un Estado inoperante, incapaz de proteger y garantizar derechos, en éste contexto entendemos el mayor valor de las acciones de solidaridad aún la carencia personal.
Este tipo de solidaridad está anclada a reducidos círculos relacionales en los que se puede identificar una simple ayuda a una persona cercana o mínimamente conocida, es una solidaridad a nivel personal e individual.
De otro lado podemos analizar una solidaridad un poco más abarcante la que llega a un número más alto de personas porque la brinda una persona, grupo de personas con mayor capacidad adquisitiva, un gremio, o un grupo de empresarios, la cuestión es por el objetivo final de éste tipo de solidaridad de orden corporativo, empresarial o gremial, ¿qué buscan y más, en tiempos de pandemia?
Se visibilizó la falta de recursos de las personas que viven en los barrios más vulnerables de la ciudad, las familias expresaron la falta de alimentos por medio de trapos rojos colgados en las puertas y ventanas de sus casas, todo esto a causa de la cuarentena obligatoria decretada por el Presidente para frenar la ola de contagio del covid-19, muchas de estas personas viven de lo que comúnmente conocemos como “el diario o el rebusque”, la plata recaudada en un dia de trabajo -seguramente trabajo informal como lo mencione anteriormente- frente a esto el alcalde Daniel Quintero hizo un llamado a una “Donatón por Medellín” en la que no solo se recaudó dinero sino también alimentos y kits de protección médica. Muchas personas donaron de sus propios mercados para las familias de bajos recursos de la ciudad. Finalmente se recaudaron 13.000 millones de pesos y 14 toneladas de alimentos que serían entregados en los siguientes días de la cuarentena.

Pero esta cantidad de alimentos y dinero no fue donada solo por los habitantes de la ciudad, también se integraron artistas, empresarios, agremiaciones y grandes marcas del país como: el Grupo Éxito, Grupo Argos, el Grupo Empresarial Antioqueño, Nutresa, Bancolombia entre otros. No hay nada de malo en las donaciones de estos grupos empresariales, al contrario, suponemos que dentro de su razón social está incluido “la ayuda solidaria es momentos de crisis mundial”, pero analicemos con más detalle este tipo de solidaridad.
Para las grandes empresas del país, la crisis de salud también ha causado inconvenientes en su estructura de negocio y por eso se dieron a la tarea de crear estrategias de mercadeo, publicidad y demás, para poder llegar a los usuarios o consumidores que generalmente llegaban a ellos, es decir, los colombianos no podemos salir de nuestras casas entonces las empresas deben llegan a hasta nuestra puerta -con todas las precauciones sanitarias- pero también están reforzando estrategias clásicamente implementadas como: los comerciales, las fotografías, la radio, la prensa y las redes sociales.
La Donatón por Medellín se transmitió en vivo por diferentes plataformas, además de una campaña de expectativa donde se hacía un llamado a la toda la comunidad para que se “mandaran la mano al bolsillo” y donaran por las personas más necesitadas de la ciudad.
Si se reflexiona a fondo, este evento se convirtió en una plataforma donde se visibilizaron las marcas que donaron dinero, con la cifra exacta de su donación.
¿Que ganan los grupos empresariales con estas donaciones?
Acaso, ¿se trata de aplicación juiciosa del negocio de la Responsabilidad Social Empresarial, muy útil para potenciar, al mismo tiempo, el valor de la marca, la fidelización de los clientes y, por lo tanto, los beneficios de la empresa?, sin duda, es ésta una práctica muy rentable que impacta además las cuentas a la hora de pagar impuestos al Estado, base de la anhelada redistribución social de la riqueza. Vale recordar que hoy ya existen índices e indicadores de responsabilidad social empresarial que dan cuenta del buen negocio en que se traduce éstas manifestaciones de “altruismo”.
Logran así, visibilidad ante la comunidad afectada, ante los inversores extranjeros, mejoran y potencian su imagen, la confiabilidad ante sus consumidores y usuarios y logran impulsar la marca por medio de los nombramientos ante los medios de comunicación que informan quienes específicamente donaron y con cuál fue el monto de su donación, es decir todo un mercadeo a muy bajo costo.
Este tipo de jornadas donativas son una estrategia disfrazada de solidaridad llevada a otro nivel, pues la donación tiene un nombre subrayado y en negrilla, una etiqueta, un logo que evidencia ante el mundo quien es el que está ayudando. No está mal dirán ustedes, finalmente es una donación y la comunidad lo necesita, pero vale cuestionar y discutir el modus operandi de los grandes grupos empresariales en estas situaciones, pues la comunidad afectada termina siendo utilizada como trampolín para impulsar la marca y porque no. librarse de impuestos.
*Socióloga Universidad de Antioquia, integrantes Grupo de Investigación y Editorial Kavilando.
Nota.
Dato tomado de: https://www.eltiempo.com/colombia/medellin/donaton-en-medellin-dejo-cifra-historica-mas-de-13-000-millones-483720














