Desenredando el Laberinto de la Paz: Hacia una Construcción Territorial Inclusiva y Sostenible

Linea Territorio y despojo

Por: Alfonso Insuasty* y Andrés Escobar Vásquez**

La paz urbana no puede limitarse a un concepto abstracto o reduccionista. Se requiere un enfoque crítico que desentrañe las desigualdades estructurales y apunte a una paz territorial basada en justicia social, inclusión y sostenibilidad.

 

 

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Introducción:

La paz, aunque aspiración universal, se encuentra atrapada en un laberinto de enfoques simplistas que desdibujan su verdadero potencial transformador.
En Colombia, este concepto ha sido históricamente instrumentalizado bajo una perspectiva centrada en el control, donde la criminalidad de alto impacto domina el discurso público.

Este enfoque unilateral ignora las raíces estructurales de la violencia urbana, tales como la desigualdad, la pobreza, la segregación territorial y la exclusión social.
Para lograr una paz territorial genuina, es imprescindible adoptar una mirada multidimensional que priorice el desarrollo territorial participativo, los derechos sociales y las dinámicas transformadoras en las ciudades.

La construcción de la paz urbana no puede limitarse a la mera contención de la violencia; requiere un abordaje que enfrente las desigualdades estructurales y promueva la participación ciudadana en la transformación de los territorios.

Este modelo de paz territorial debe ser inclusivo, sostenible y basado en la justicia social, constituyendo una herramienta para redistribuir oportunidades y reconfigurar el acceso equitativo a los recursos urbanos.

El enfoque predominante en Colombia ha sido reducir la paz a la simple ausencia de violencia, priorizando estrategias coercitivas y represivas. Esta visión de corto plazo ignora las causas profundas que generan el conflicto en los entornos urbanos, como la desigualdad en el acceso a la vivienda, el empleo y los servicios públicos.

Insuasty (2022) plantea que la paz entendida únicamente como seguridad es útil a un modelo neoliberal que consolida la exclusión y limita la posibilidad de cambio estructural.

Este paradigma reproduce la marginalización, criminalizando a las comunidades más vulnerables en lugar de atender sus demandas legítimas.

El concepto de paz territorial va más allá de la ausencia de conflictos armados o la pacificación de comunidades urbanas mediante el control policial.

Este enfoque implica una reorganización estructural de los territorios urbanos, donde las comunidades participen activamente en la definición de sus necesidades y prioridades.

La paz territorial debe ser concebida como una herramienta que articula la justicia espacial, la equidad en el acceso a los recursos y la planificación democrática.

En este contexto, es clave que los Planes de Ordenamiento Territorial (POT) incorporen herramientas de lucha social que reconozcan las desigualdades históricas y promuevan alternativas emancipadoras.

La pobreza, la informalidad y la segregación territorial son factores que perpetúan las dinámicas de violencia estructural en las ciudades.

El modelo de desarrollo neoliberal, al priorizar el mercado sobre los derechos, ha profundizado estas desigualdades.

Por ejemplo, los procesos de gentrificación en ciudades como Medellín evidencian cómo las políticas urbanas desplazan a las comunidades vulnerables y exacerban su exclusión.

Sin abordar estas desigualdades estructurales, cualquier intento de construir paz en contextos urbanos resulta superficial y condena a las comunidades a vivir en un estado de paz precaria, subordinada a intereses económicos y políticos.

Las luchas sociales y los movimientos urbanos han demostrado que es posible construir alternativas territoriales que desafíen el modelo hegemónico de ciudad.

Propuestas como los presupuestos participativos, los procesos de defensa de los territorios frente al extractivismo urbano, y las estrategias de autogestión comunitaria son ejemplos de herramientas que han emergido desde abajo, impulsando procesos de paz con transformaciones.

Estas iniciativas no solo cuestionan la lógica del mercado como principio rector de la planificación urbana, sino que también colocan en el centro a las comunidades como sujetos activos de su propio desarrollo.

La paz urbana no puede ser entendida como un fin en sí mismo, sino como un proceso dinámico de transformación social que desafíe las estructuras de exclusión y marginalidad que caracterizan a las ciudades contemporáneas.

Para desenredar el laberinto de la paz, es necesario adoptar un enfoque territorial que articule justicia social, sostenibilidad e inclusión.

Este enfoque requiere del protagonismo de las comunidades, la resignificación de los instrumentos de planificación urbana, y la construcción de modelos alternativos de desarrollo que respondan a las necesidades reales de los territorios.

Solo así será posible trascender las lógicas de represión y control para construir una paz genuina, emancipadora y duradera.

Nota: este es un documento de trabajo presentado en el Foro Internacional de Paz Urbana realizado del 19 al 21 de septiembre de 2024 en la ciudad de Medellín y será ampliado para será publicado en Revista Especializada.

*docente investigador Universidad de San Buenaventura Medellin, Docente de Cátedra Maestria en Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación (ITM), parte de REDIPAZ y grupo Autónomo Kavilando.

**Docente investigador Maestria en Ciencia, Tecnología, Sociedad e Innovación (ITM), parte de REDIPAZ.

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