Retos de una institución garante de los derechos humanos en los albores de la #PazTotal.

Linea Conflicto Social y Paz

Por: Omar Eduardo Rojas Bolaños*

Desmilitarizar, desparamilitarizar, desnazificar, despolitizar y descriminalizar la función de policía.

 

 

mg san11

Henrry Sanabria es un buen policía. Humano en la administración del personal bajo su mando, transparente en sus acciones y sobre todo honesto y comprometido, diría involucrado. Nunca escuche que tuviera las manos manchadas con sangre o con dineros mal habidos, de haber sido así se lo hubiera dicho en su cara.

Sus colaboradores, y quienes lo conocen con el uniforme, le dan el calificativo de señor.

Quienes han recibido sus servicios de policía dan fe de ello. Esporádicamente conversamos en pasillos de la Dirección General, en la DIJIN, en la ESPOL o en un aula de clase de la Escuela General Santander sobre la razón de ser de la institución policial y coincidíamos en que se debía trabajar más en prevención que en reacción aspecto que incomodaba a quienes esgrimían una actitud fuerte en la atención de problemáticas sociales.

Alcanzamos a abordar en nuestras conversaciones que en una democracia los primeros que deben ser los defensores de los derechos humanos deben ser los policías. Lo conversamos porque al direccionar el sistema de atención al ciudadano en la primera década de este siglo encontraba, por el número de denuncias y quejas de la ciudadanía, que los primeros en violar esos derechos universales son los policías (Rojas, 2020).

Sanabria tiene el don de escuchar y de obrar cumpliendo los parámetros constitucionales, de ahí que el presidente Gustavo Petro le encomiende la tarea de direccionar una institución que ha perdido su norte al estar militarizada hasta en las entrañas. Sacrificaron el servicio a la ciudadanía, su protección, el perseguir el delito, por perseguir al diferente, al Otro.

El estar militarizada la ha llevado a olvidar su razón de ser y desarrollar estrategias para combatir el enemigo interno, un enemigo que solamente existe en la cosmovisión militarista porque el país está conformado por indígenas, campesinos, negros, blancos, trabajadores, amas de casa, estudiantes, críticos, profesores y otros profesionales, entre otros. No es un secreto que desde el generalato hasta el más reciente recluta se sientan más militares que policías, de ahí que griten por doquier no querer abandonar el Ministerio de Defensa Nacional. Sus primos, los militares, también la consideran la cuarta fuerza militar.

Pero el reto de Sanabria no es solamente el de desmilitarizar la policía. Hay otros aspectos en los que debe trabajar a fin de estructurar y consolidar una policía al servicio de la población, una institución donde hombres y mujeres con uniforme se conviertan en un referente social digno a ser imitados. Hombres y mujeres empáticos que con don de gente, carisma, empatía, transparencia, honestidad y servicio escuchen a los ciudadanos, los orienten, los aconsejen.

Encauzar el servicio de policía es trabajar para dejar de perseguir y acosar a los comunistas, a los de izquierda, a los de partidos políticos de avanzada, inclusive a los de la Colombia Humana, a los del Pacto Histórico, de igual manera que a lideres y lideresas sociales o ambientales, entre otros.

En este aparte le recomiendo al director de la policía que desligue al personal de ese “devenir negro del mundo” (Mbembe, 2013) en cuanto a negar la existencia de los nadie - negros, blancos, mujeres, hombres- y perseguirlos, a veces hasta asesinarlos. La guardia indígena tiene conocimientos que pueden moldear la labor de la policía en especial en lo relacionado al manejo y control del espacio público Fassin, 2016).

Además de desmilitarizarla debe encauzar sus esfuerzos para desparamilizarla, despolitizarla, desnazificarla y descriminalizarla.

No es un secreto que veteranos de la fuerza de policía se encuentren por el mundo, al igual que pares militares, en compañías privadas que suministran mercenarios para guerras y conflictos internacionales (Bondia García,2011), tampoco es secreto que algunos de sus integrantes se hallen aliados al paramilitarismo y en nóminas de organizaciones dedicadas al narcotráfico (Rosa, 2003).

Frente a la despolitización, de igual manera como percibí en pasillos institucionales, Sanabria debió observar el festejo del personal por los triunfos electorales de movimientos de derecha y extrema derecha, debió escuchar el juramento que le hacían a Uribe a pesar de conocer sus artimañas y estratagemas, debió estar al tanto como en épocas electorales se recurría a los alumnos de las escuelas de patrulleros, entre otros, a recomendar a sus familiares por quien se debía votar.

Esa tarea la desarrollaban los paramilitares en la ruralidad quienes con fusil al hombro llegaban a decir por quién votar. Tampoco debe ser un secreto para mi compañero Sanabria, máximo si en alguna oportunidad se desempeñó como enlace ante una entidad oficial, el trabajo que se realizaba para otorgarles medallas y condecoraciones a comandantes de policía; el de referenciarlos para que políticos intercedieran en sus ascensos; o el interceder para limpiarles el nombre ante investigaciones penales o disciplinarias que se les adelantara.

Desnazificarla es otra de sus tareas puesto que debe borrar de la cosmovisión policía que Hitler fue un héroe puesto que sus acciones afectaron a toda la humanidad. Lo sucedido en la escuela Simón Bolívar en la que se alabó el nazismo tan sólo es una pequeña prueba de ello (Infobae, 2021). El descriminalizarla tampoco le debe ser ajeno puesto que algunos funcionarios realizan actividades ilegales.

Desde el grado de patrulleros, pasando por grados del nivel ejecutivo y de oficiales llegando hasta generales se realizan acciones criminales. A medida que se asciende se refinan conductas delictivas las que se inician con el pedirle dinero a quien no tiene la libreta militar, quedarse con lo que hurtan delincuentes callejeros, colaborar con organizaciones criminales o aprovecharse del cargo para recibir grandes sumas en contratos institucionales.

El escenario en el que recibe el general Henrry Sanabria la institución policial, a pesar de que los indicadores en quejas y reclamos por el accionar de los policías por vulnerar los derechos humanos sea caótico, es un escenario ideal para que posicione al policía no como celador, sin desmeritar el oficio, sino como un profesional comprometido con la construcción de sociedad, civilidad y ciudadanía. La nueva Colombia le agradece su gestión.

Postdata: Quedo con una inmensa deuda no solamente con Jackeline a quien conocí de manera personal. Mujer integra, luchadora incansable que conoce el trabajo para posicionarse como mujer profesional en una institución patriarcal y machista. Llegó a la escuela de formación de oficiales en los años ochenta, conoce de presiones de comandantes, ha sentido el dolor de no ser escuchada cuando el dolor la invadía por no estar al lado de sus próximos cuando la necesitaban como hija, hermana o mamá. El que llegue a ser la subdirectora de la Policía Nacional es un referente para los miles de mujeres que hoy portan el uniforme en la institución.

*Coronel (r) de la Policía. Sociólogo, investigador, integrante de la Red Interuniversitaria por la Paz REDIPAZ.

Referencias:

Bondia García, David (2011). Importación y exportación de mercenarios: el caso colombiano. Infobae (2021). Policía de Tuluá usó símbolos nazis en actividad de “intercambio cultural” con Alemania

Fassin, Didier (2016). La fuerza del orden una etnografía del accionar policial en las periferias urbanas

Mbembe, Achille (2013). Critique de la raison négre. La Découverte, Paris.

Rojas Bolaños, Omar (2020). Deshumanización del enemigo como estrategia operacional. Del espíritu de cuerpo y la cohesión institucional al etnocentrismo militar.
Rosa, F. G. (2003). Los grupos paramilitares en Colombia. Boletín de información, (279), 15-50.

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