Desde el Panel Interbarrial de Cambio Climático analizamos los hechos recientes y urgentes que configuran la crisis climática en Medellín y el mundo. Proponemos acciones locales con visión global para enfrentar este desafío desde la organización barrial.
Reporte 01-2025
Panel Interbarrial de Cambio Climático (IPCC)
Medellín. 30 de abril de 2025
Equipo relator Panel Interbarrial de Cambio Climático
En el primer encuentro del año, del Panel Interbarrial de Cambio Climático, desarrollado el pasado 12 de abril, construimos una línea de tiempo para observar, desde nuestros barrios, los hechos más significativos de 2024 y de 2025. Nos ubicamos en lo local, pero con los ojos abiertos a una ciudad en disputa constante y a un mundo del que no podemos desvincularnos. Panorama
Desde incendios en el Amazonas y olas de calor en Medio Oriente, hasta el racionamiento de agua en Bogotá y los deslizamientos en nuestras laderas, la crisis climática ya no es una amenaza futura: es una realidad cotidiana en los barrios populares. Allí donde falta el agua, la comida escasea y los suelos ceden, la respuesta institucional suele ser la omisión.
A esto, se suma una geopolítica global que apuesta por la guerra antes que por la cooperación. El genocidio en Palestina y la guerra entre Rusia y Ucrania muestran cómo se reconfigura el mundo: luchas por territorios, agua, minerales y control energético. En Colombia, el rumbo de la “Paz Total” deja ver que la guerra persiste como forma de disputa por los bienes comunes, y que el extractivismo sigue financiando violencias. Lo que ocurre en Gaza, Ucrania o el Catatumbo forma parte del mismo patrón global de despojo.
En Medellín, la adaptación climática no avanza. Pese a discursos institucionales, las acciones concretas brillan por su ausencia, y se desfinancian iniciativas clave como el monitoreo hidroclimatológico. En lugar de estrategias territoriales, vemos espectáculos mediáticos para posicionar a partir de la pelea de candidatos en el orden nacional.
Recomendaciones populares
Desde los barrios populares de la ladera centroriental de Medellín, invitamos a una construcción de propuestas que trascienda la queja, una invitación colectiva a actuar. Sabemos que los cambios reales no vendrán de arriba, y por eso invitamos a organizarnos para incidir en todos los escenarios políticos, intervenir en las acciones climáticas y potenciar las iniciativas autonómicas desde nuestros territorios. Estas acciones se expresan en múltiples escalas, porque la crisis climática no reconoce fronteras pero sí afecta más fuerte a quienes tienen menos.
A escala global, reconocemos que nuestras luchas están conectadas con las de muchos pueblos del mundo. La COP 30 que se celebrará en Brasil, no puede ser un escenario solo para las élites políticas y económicas. Debe ser una tribuna para los pueblos, quienes están en la primera línea de la defensa de la vida con la convicción que la justicia climática se construye desde lo local hacia lo global, y que nuestras prácticas barriales tienen tanto valor como las grandes decisiones multilaterales.
A escala nacional, insistimos en una educación ambiental que no se limite a sensibilizar, sino que fortalezca la conciencia crítica, la organización comunitaria y la acción práctica. Urge que la gestión del riesgo sea descentralizada y adaptada a los contextos territoriales, y que los programas estatales, dejen de decir “escuchar las voces de la gente”, pero no cumplen la mayoría de compromisos que adquieren, por andar negociando con los de siempre. Asimismo, alertamos la movilidad humana asociada a los efectos del cambio climático como una realidad en aumento que debe ser abordada desde un enfoque de justicia climática y derechos humanos, evitando los oportunistas que rodean esta temática, minimizando sus causas estructurales. Tanto el desplazamiento como el atrapamiento climático (comunidades que deben reubicarse como medida de prevención ante un posible escenario de desastre, pero que no cuentan con condiciones dignas para hacerlo), son fenómenos en aumento en nuestros territorios.
A escala de ciudad, es necesario que el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) no sea una carta blanca al desarrollo inmobiliario, sino una herramienta para proteger y dignificar la vida en los barrios, que ayuden a la ciudad a adaptarse a los efectos del cambio climático. Es primordial que en el Plan de Renaturalización del distrito, se reconozcan prácticas como las huertas comunitarias, los convites o la recuperación de quebradas en los barrios autoconstruidos. Es urgente la necesidad de retomar y actualizar la iniciativa de Declaratoria de Emergencia Climática propuesta en el 2022, por parte de las organizaciones comunitarias que ahora conformamos este Panel; no es una Declaratoria simbólica, requiere un compromiso real que parta de las demandas comunitarias. Esta declaratoria debe visibilizar y priorizar estrategias sociales, técnicas y financieras orientadas a una adaptación urgente y efectiva de la ciudad frente a los efectos del cambio climático.
A escala comunal, reafirmamos la importancia de incorporar en la actualización de los Planes de Desarrollo Local (PDL) proyectos de mitigación del riesgo y adaptación al cambio climático. Nuestras propuestas no nacen en oficinas técnicas, sino en la experiencia cotidiana de resistir.
A escala barrial, hacemos un llamado al fortalecimiento de las Juntas de Acción Comunal (JAC), Comités Comunitarios de Gestión del Riesgo de Desastres, colectivos ambientales, grupos de jóvenes y semilleros de niños y niñas, reconociéndoles como base viva y dinámica de la organización comunitaria. Apostamos por formas de acción ágiles, no burocráticas, que partan de la cercanía con el territorio y que permitan construir lo colectivo desde la confianza, la creatividad y la solidaridad. En tiempos de crisis, estas redes son esenciales para sostener la vida y multiplicar las acciones de autogestión popular.
Estos serán nuestros puntos para construir una hoja de ruta: clara, colectiva y posible. No venimos solo a señalar lo que falta, sino a ofrecer lo que ya hacemos. Invitamos a toda la ciudadanía a ocuparse de lo que le corresponde, a identificar los escenarios de incidencia política que están a su alcance, a juntarse con sus vecinos, amigos y familiares para activar acciones cotidianas y de autogestión, a conectarse con las luchas estructurales que inviten a construir desde el cuidado de la vida.
Posdata: mientras este informe se escribía, la ciudad de Medellín fue sacudida por un evento climático extremo que paralizó la movilidad, causó daños materiales significativos, dejó a muchas personas sin vivienda o sin vías de acceso para transportarse, inicialmente ha dejado dos personas sin vida. Desde el Panel Interbarrial de Cambio Climático expresamos nuestra solidaridad profunda con las víctimas, sus familias y todas las personas afectadas, y hacemos un llamado urgente a la solidaridad activa entre barrios y comunidades. Esta tragedia nos recuerda, con dolor, la urgencia de prepararnos colectivamente ante los efectos cada vez más frecuentes y severos del cambio climático.
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