La ley nazi en tiempos del Führer establecía el deber ciudadano de denunciar a los enemigos del régimen. Una mujer acusó a su marido por afirmar que Hitler era un criminal.
Quería “sacárselo de encima” para quedarse con su amante y abrazar con ello la felicidad. El marido fue detenido, juzgado y ejecutado. Luego de la guerra se entabló denuncia penal contra la esposa. El abogado defensor adujo que la acusada había actuado en cumplimiento de su deber legal, siendo irrelevantes sus intenciones. Los jueces penales de la posguerra concluyeron lo contrario. El contexto de los hechos y las intenciones de los agentes al cumplir la ley eran —y son— relevantes a la hora de hallar el derecho. La mujer fue condenada como coautora del asesinato de su esposo.














